
Este libro me lo regaló Noelia estas navidades. La portada me encantó, pero el contenido ha sido… Antes de continuar con la descripción del contenido, debo decir que ya escribí un poco de Mary Shelley, por lo que sabía, más o menos, de la vida de la autora.
Cuando abro la tapa, me encuentro con unas ilustraciones increíbles, realizadas por Bernie Wrightson. Luego, una introducción de Stephen King, donde habla de la diferencia del libro y las películas de este personaje tan característico del «terror». Aunque entraremos en detalles sobre ello. Aquí Stephen advierte de que el libro puede no gustar al lector, pero, yo, sin embargo, que solo he visto una película sobre este personaje, al no esperarme nada, me ha encantado de principio a fin.
Teniendo en cuenta las palabras de Steve, me preparé para adentrarme en una lectura tal vez monótona, o, incluso, desesperante. Nada más lejos de la realidad. Y aquí reitero lo dicho: las ilustraciones de este libro son impresionantes, dota a los momentos de una realidad aplastante, sin dejar de lado la naturaleza de la historia y la elegancia de Mary.
Ahora sí, entrando en materia, nos encontramos con unas cartas del capitán Walton dirigidas a su hermana. En un primer momento comprendí las palabras de Stephen, ya que ha sido, con diferencia, la parte más aburrida del libro. Sin embargo, casi al final de las cartas, Walton cuenta que se encuentra con un hombre en medio de un mar de hielo, ya que él se dirigía al Polo Norte. Sin quererlo, ahí comenzó mi curiosidad.
Al subir a ese hombre al navío, este se presenta con el nombre de Víctor Frankenstein. Bien, aquí entra, de primera mano, el nombre de la novela. Hay que aclarar que, si has visto alguna película sobre Frankenstein (o todas), debes saber que no es el nombre real de la creación. Repito: yo solo he visto una y no es que me gustase mucho, la verdad. En las páginas siguientes, Walton se hace amigo de Víctor, y este accede, tras una charla amistosa, a contarle cómo ha llegado hasta allí.
De todo el libro, solo puedo hablar de esta parte con claridad para no desvelar ningún secreto sobre su lectura. Por lo que a partir de ahora solo hablaré de mi humilde opinión sobre la historia y los personajes.
La novela está contada de forma epistolar, un estilo de gran popularidad en el siglo XVIII. ¡Y qué maravilla! De todas formas, acostumbrados a la narrativa actual, no se echa en falta (al menos yo).
Todo comienza en Ginebra, donde los personajes viven. Es cierto que siempre ocurren momentos de infortunios para la familia, pero hay un amor e ilusión por la vida que los hace rebelarse contra la maldad. Víctor, desde que ya era pequeño, le había prometido a su madre que se casaría con su prima Elizabeth (pacto muy común en aquel momento. El casamiento entre primos y entre tíos y sobrinos no estaba mal visto. Hoy, incluso, sigue sucediendo, aunque en menor medida). Su padre, que lo aprueba de inmediato, está muy contento por el acto que se celebraría cuando ambos fueran mayores. A parte de Víctor, hay dos hermanos más. Bien, el comienzo es bastante normal, en lo que se refiere a la presentación del personaje principal.
Cuando el joven Víctor crece, se interesa por la filosofía de la naturaleza. Este hecho lo lleva a estudiar fuera. Todo esto sin dejar de cartearse con la familia. Cuando termina su educación, entrando en un frenesí de pensamientos, decide lo que todo el mundo conoce: la creación de un ser humano desde la nada. Pues bien, lo consigue. Es difícil de creer en estos tiempos, pero debo decirte que, si mi cabeza aún está sana, también lo estamos haciendo, aunque la mayoría de las personas no lo saben. No es imposible de intuir: de alguna manera la ciencia tendrá que evolucionar, y nosotros somos un caldo de cultivo perfecto para jugar.
Después de tal creación, viene lo que puede despistar a cualquier seguidor de las películas. Y, en mi caso, lo que me enganchó a su lectura.
El monstruo abrió en mí una puerta hacia la comprensión del momento. Puede que suene un tanto poético, pero es la realidad. El pensamiento de aquel ente ha hecho en mí mella. El planteamiento que nos ofrece es casi imposible de rechazar. Y no solo plantea cuestiones interesantes, sino que nos lo muestra con la misma historia. Por lo que, yo creo que Mary quería hacernos una crítica muy importante. En cambio, Víctor, que también hace las suyas, no está de acuerdo con las de su creación.
Llegado a este punto, no puedo estar más enamorado de ambos, comprendiendo las razones de los personajes que los hace moverse por los preciosos paisajes de Ginebra. El amigo íntimo de Víctor, Clerval, hace que siempre haya una muestra de cariño hacia todo lo que rodea a la historia, sin importar los hechos que estén atormentando a los personajes.
Otra cosa que también me ha gustado mucho, es el uso de la metaliteratura; es decir, la utilización de otros libros y autores para explicar cómo algunos personajes han llegado a ese pensamiento. Otro hecho enamoradizo es la utilización de la sociedad para la creación de la historia (no es necesario decirlo, pero es la viva imagen de la realidad).
Me gustaría continuar escribiendo sobre esta fantástica obra, pero me temo que no voy a poder, ya que corro el peligro de que mis dedos comiencen a escribir mucho más rápido que mis pensamientos y descubra los entresijos que debes leer. Prefiero que tú, querido lector, leas a esta maravillosa escritora, sin olvidar, claro está, el momento en el que lo escribió y sus vivencias, ya que tiene mucho que ver con esta historia.
Desde mi atalaya, me despido hasta la próxima reseña o comentario. Un fuerte abrazo.