Sonia Cruz es una escritora amante de la fantasía y de los animales. Comenzó su andadura en las letras con un guión de cortometraje y escalón a escalón ha subido hasta conseguir escribir una trilogía.
Es una escritora que piensa seguir escribiendo durante el resto de su vida e intentará hacerse un hueco en el mundo editorial, como ella misma dice «es cuestión de tiempo».
Nos ha hablado sobre su forma de escribir y cuales son las autoras que más le han inspirado desde su niñez. Ella tiene claro que escribir una fantasía distinta es posible.
Muchas gracias, Sonia, por relevarnos algunos de tus trucos de escritora y hacernos pasar un buen rato con tu buena energía.
Obras:
- Candela (2020)
- Candela Negra (2020)
- Candela Blanca (2022)
ENTREVISTA EN AUDIO
ENTREVISTA TRANSCRITA
P.- (A.D.) ¿Qué significa para ti ser escritora?
R.- Para mí significa varias cosas, entre ellas conocerme a mí misma. Cuando uno es escritor, escribe y es un momento de soledad y reflexión consigo mismo. Así que, yo lo considero una manera de conocer mi propia identidad, mi propia manera de ser. Esa es una de las partes que para mí significa ser escritor.
¿Qué más significa ser escritor? Viajar a cualquier parte del mundo o de tu imaginación en cualquier momento. Significa plasmar la propia vida. Yo a la hora de escribir me baso muchísimo en la experiencia de la observación. Soy muy observadora. Entonces, esa capacidad la trasmito en mis libros y es una forma de plasmar lo efímero, lo que pasa en un instante, en un segundo. Y eso se puede plasmar a través de la escritura para que se quede en un momento eterno. Porque se puede releer (risas).
En líneas generales, ya para resumir, es para mí una identidad. Es decir, sí, soy Sonia, trabajo como profesora, tengo muchos hobbies, pero el hecho de escribir —no hace falta ni siquiera haber publicado un libro, sino el mismo acto de escribir y de plasmar los que uno piensa, lo que sucede en nuestro alrededor, de imaginar cómo sucede la vida en otro momento— es un poco como ser un actor o actriz a través de la mano. Y eso crea una identidad propia. Es una parte de mí muy importante en la que yo puedo ser como yo quiera, pero también cuando quiera.
Y ya está (risas).
P.- (N.D.) Ha sido la respuesta más larga que nos han dado nunca (risas).
R.- La he improvisado, eh (risas).
P.- (A.D.) Se trata de expresar lo que uno siente, por supuesto.
R.- Sí, sí, pero a veces es difícil expresarlo con palabras, sobre todo a la hora de hablar. A la hora de escribir uno tiene más tiempo para reflexionar lo que decir y sobre todo lo que no decir. También es hablar, pero sin arrepentirse a ser posible.
P.- (N.D.) ¿Y cómo empezaste a escribir?
R.- La cosa empezó hace mucho tiempo. Yo de niña escribía lo típico: poemas pequeños, relatos de una página o página y media. Con quince años fui la primera oportunidad que yo tuve de escribir algo un poco más largo. Me presenté a un concurso de guiones de cine, de un cortometraje. Y por aquel entonces escribí un guion de quince páginas. Por suerte, gané el concurso. Fue una gran alegría, porque yo no me imaginaba que fuera a ganar ni broma. Pero, bueno, salió y a raíz de eso yo quise estudiar comunicación audiovisual y especializarme en guion de cine.
Cuando empecé la Universidad en Madrid, me creé un blog que se llama Este no es mi lenguaje, hace ya once años. En ese blog empecé a plasmar un poco todo lo que tenía dentro, recuerdo que los primeros meses escribía muchísimo, siempre relatos cortos, un poema, lo que me transmitía un dibujo o una canción, este tipo de cosas.
Yo, por aquel entonces, no me veía capaz de escribir un libro. Decía: «¿Yo escribir un libro? No soy capaz, no puedo». Yo me creía que no podía y de verdad que tenía muy metido en la cabeza que no era posible, porque yo me aburría escribiendo cinco páginas cómo iba a escribir cuatrocientas. Y sobre todo el hecho de que hay que crear una historia, desarrollar unos personajes, etc. Entonces, a mí me parecía una idea impensable, aunque era algo que sí que quería.
Luego, se empezó a gestar una historia, tenía más o menos veintitrés años. Empecé a tener una historia en la cabeza a raíz de un microrrelato que escribí en el blog. No tenía nada claro, pero tenía una historia. Y cuatro años después, me decidí a empezar e intentarlo. Recuerdo perfectamente cuando le dije a mi padre: «Mira, papá, sabes, estoy escribiendo un libro» y me dice: «¿Cuántas páginas llevas, mi niña?»; y yo: «Dos» (risas). Me toca el hombro y me dice: «Vale, mi niña» (risas).
A raíz de eso, me lo tomé como un trabajo, porque para mí es un trabajo. Por ahora, no remunerado, que lo hago porque yo quiero, porque me gusta y lo disfruto, pero es un trabajo. Es algo que se hace día a día. Yo recuerdo escribir todos los días, una hora o dos horas. El tema era la constancia; al principio, me costaba mucho llegar a hacer lo que quería. Las primeras cien páginas se me hicieron cuesta arriba, pero una vez que llegas a cierto número dices: «hombre, pues ya llevo cien páginas, que es bastante. Tengo que seguir». Uno se anima y ya cuando está al final de la historia es como: «uy, ya llevo trescientas cincuenta. Venga a escribir que ya no me queda nada». Y así surgió. Eso empezó en el año 2017 y ya estoy con mi cuarto libro.
P.- (A.D.) ¿Desde pequeña sabías que una parte de ti se dedicaría a escribir, ya fuera guiones o narrativa?
R.- No, yo de pequeña primero quería ser cocina, luego veterinaria, luego química—me gusta mucho la ciencia y yo iba para ingeniería química, como mi abuelo — pero siempre me ha gustado leer. Es cierto que de niña siempre me ha gustado leer y sigo leyendo mucho. Siempre andaba con un libro bajo el brazo. Empecé como todos los niños con Harry Potter, con clásicos…. Los de Harry Potter me gustaron tanto que empecé a releerlos de forma un poco obsesiva. Yo recuerdo leer los mismos libros una y otra vez. A J.K. Rowling la admiraba, y la admiro, mucho por su capacidad creativa.
A raíz de eso, porque me gusta tanto leer y he admirado a muchísimos escritores, también españoles como Laura Gallego —fue una gran referente durante mi adolescencia—, también la poesía me gustaba mucho como Antonio Machado, Rafael Alberti, Federico García Lorca y Gloria Fuertes. Han sido todos unos referentes y siempre he tenido la costumbre de leer antes de dormir, eso me lo inculcaron desde niña, y yo creo que eso estaba ahí. Por aquel entonces, vuelvo a decir, no me creía capaz de escribir ni un libro. Pero se ve que las cosas cambian.
Una vez que terminé mi primer libro, ya me animé y ya sé que puedo. Ahora cuando estoy escribiendo no me desanimo y pienso: «ay, no, que no puedo», sino que pienso: «ya lo hice una vez». Y no lo he hecho una vez, lo he hecho tres veces, porque tengo tres escritos. Si ya lo he hecho tres veces, uno más o uno menos no va a ver diferencia. Ahora ya tengo el ritmo cogido, estoy escribiendo mi cuarto libro y sigo escribiendo todos los días, una hora u hora y media, lo que pueda. Siempre le dedico algo, si son diez minutos, pues diez. Y hay veces que no tengo tiempo durante el día y digo: «no pasa nada, mañana escribo».
P.- (N.D.) Los tres primeros libros que escribiste fueron una trilogía…
R.- Sí, la tercera parte la terminé de escribir en diciembre. Y llevo hasta ahora, hasta mayo, solo corrigiendo (risas). Termino de escribir y digo: «bueno, ya terminé de escribir, ahora queda corregir», que es otro mundo.
P.- (A.D.) Y del trabajo que conlleva escribir, ¿qué es lo que más te cuesta?
R.- Lo que me da más pereza es ser constante. Yo me empujo y digo: «venga, Sonia, tienes que ser constante». Ahora tengo el pensamiento de que yo puedo hacerlo.
Y me cuesta sobretodo la cohesión. Porque al escribir libros tan largos, el primero que tengo tiene 364 páginas, el segundo 368 y tercero 472, uno escribe algo en la página veinte y luego llega a la página doscientos y hay una incongruencia porque en la página veinte el personaje tenía un pantalón con rayas verdes y en el doscientos digo que era con rayas azules. Una incongruencia. El hecho de controlar todas las incongruencias de una trilogía es muy complicado. Siempre tengo que estar pendiente de no incurrir en cosas que no son posibles.
Además, los personajes con el paso de las páginas se desarrollan y es difícil meterte en la historia y darle un cambio de personalidad acorde a lo que ha pasado y no volver a la misma personalidad que tenía en el primer libro.
Ahí es donde encuentro más problemas. Reconozco que en cuanto a ideas creativas me siento muy afortunada, porque en ese sentido se me ocurren muchas ideas. También es verdad que tengo mucha ayuda. Cuando tengo algún bloqueo creativo o lo que sea cojo a mis hermanos o a mis amigos y digo: «¿Qué puedo hacer aquí?», y me ayudan un poco (risas).
P.- (N.D.) Porque la trilogía la has escrito por partes, ¿no? Hay gente que, por ejemplo, escribe todo directamente y luego lo publica. Entonces, al escribirlo todo de golpe luego es más fácil para esos detalles que decías.
R.- Sí, escribí la primera parte en el 2017, la terminé en el 2018 y la publiqué. Aunque la primera parte es autoconclusiva. Deja algunas preguntas sin responder, abiertas, pero tiene su final. Y cuando yo lo terminé, yo no tenía claro si escribir una segunda parte. Yo estaba muy insegura en aquel momento…
P.- (A.D.) Eso siempre ocurre, la inseguridad. Pero en realidad, ¿qué te llevó a escribir la segunda parte?
R.- Sabía que quería seguir escribiendo, porque yo terminé el primero y dije: «Me encanta escribir. Yo tengo que seguir escribiendo porque me encanta». Esa fue la principal razón. Luego fue la buena acogida que tuvo el libro: a mi madre le gustó mucho, a mi familia le gustó mucho… Y luego fue el hecho de que yo en el fondo las preguntas que había dejado sin responder en el primer libro quería responderlas. Quería darle al lector, aunque fuese a mi familia, la oportunidad de conocer el por qué de las cosas. Entonces, las preguntas que quedan sin responder en el primero las respondo en el segundo.
Y en el segundo surgen muchas cosas nuevas, le doy la vuelta a toda la historia. Ahí se me ocurrió ambientarlo en otro lado y cambiar mucho la estructura y los pensamientos previos. La segunda parte tiene lugar quince años después del primer libro. O sea, está ambientada en el 2033. Es lo que pasa con Candela, con la gata, pero quince años más tarde y todos los misterios que quedaron sin resolver de la primera historia.
El segundo libro se me quedó un poco corto, por la mitad yo ya sabía que no iba a tener con un libro para contarlo todo. Así que, el segundo libro lo dividí en dos partes. Entonces, la tercera ya es el final. El segundo no es tan autoconclusivo, te quedas con la sensación de que la historia irá a más. El tercero ya está terminado y corregido, lo sacaré calculo que para agosto o septiembre.
P.- (N.D.) Cuando leí a Candela de repente había un giro y pasaban muchas cosas, era muy loco. ¿Cuándo lo escribiste lo tenías planificado o iba surgiendo todo eso en el momento?
R.- Estoy siguiendo el mismo método ahora para mis nuevas historias, ya que tengo la trilogía hecha. Siempre sigo el mismo método: yo tengo muy claro el principio de la historia, tengo muy claro los giros dramáticos y tengo muy claro el final. Antes de empezar a escribir tengo el final preparado. Porque lo que me da miedo es escribir sin tener un final claro y que luego al final se me caiga la historia, porque no sepa cómo amarrarla bien. Entonces, principio, giros dramáticos y final los tengo claros. Cómo llegan los personajes a esos giros dramáticos no los tengo ya tan claros y tampoco cómo llegan al final. Voy un poco serpenteando.
Cuando trabajo en el ordenador siempre tengo dos archivos de Word, en uno tengo la historia que estoy escribiendo y en el otro tengo una escaleta con los capítulos. Si, por ejemplo, estoy escribiendo el capítulo uno lo que hago es tener el resumen de los tres primeros capítulos. Cuando termino el capítulo uno, escribo el resumen del cuarto capítulo y empiezo a escribir el capítulo dos. Pienso dos capítulos por delante y voy escribiendo la historia en otro apartado, para que la historia que estoy escribiendo me concuerde con los capítulos siguientes.
P.- (A.D.) Cuando escribes, ¿hay un libro o varios que hayas estado leyendo durante el trayecto, que digas: «oye, este libro me ha sacado de un apuro» de uno de esos giros o qué hacer con tal personaje?
R.- Sí, por eso soy una ávida lectora. Es muy necesario. Yo me inspiro mucho en lo que otras personas escriben, porque cuando voy leyendo no solo me nutro de la historia, sino de la forma de escribir, de la forma de expresar, del vocabulario que usan otros escritores. Y yo como lectora me fijo en eso, lo apunto y digo: «ah, pues este autor me gusta como expresa este tipo de situación», o me gusta como describe.
Y las cosas que me gustan las uso en mi propio beneficio a la hora de escribir. Yo tengo muy claro que mi estilo de escritura no es solo mío, es un camino que yo he cogido gracias a haber leído muchos autores diferentes que me han inspirado a intentar tener un estilo propio. También he jugado un poco con la imitación. Por ejemplo, de J.K. Rowling recuerdo leer sus libros y apuntar los verbos dicendi que ella utiliza: reflexionó, preguntó, indicó… Todos esos los tengo subrayados y es curioso, porque, por ejemplo, en el primer libro de Harry Potter está ella todo el rato: dijo, dijo, dijo (risas). Y en el quinto ya empieza a decir reflexionó (risas). Y digo: «mira, ella también se desarrolló como escritora».
Entonces, en ese tipo de cosas me intento fijar cuando leo un libro. No me fijo solo en la historia, sino también en cómo está escrita. Y lo valoro mucho también, cuando leo un libro y hago una reseña, mi opinión es dual. Una cosa es mi opinión sobre la trama en sí, que me puede gustar o no, y otra opinión es sobre cómo está escrita la historia. Puedo opinar que la trama del libro a mí no me llamó nada, pero está escrita de manera exquisita.
P.- (N.D.) Esta trilogía, Candela, que es de aventuras y fantasía, la presentaste en institutos para alumnos de la ESO, ¿ya tenías pensado o esa intuición de que iba a ser dirigido a un público más joven?
R.- Sí, yo quería hacer una historia un poco para adolescentes. Yo ya desde el principio dije: «Bueno, estoy empezando con algo nuevo». No quería meterme de lleno en literatura para adultos, porque cuando empecé era muy joven, no me veía capaz. Y dije que a lo mejor me resultaba más fácil emocionalmente escribir algo dirigido para jóvenes. También es verdad que me encanta la fantasía, me encantan los animales, me encanta Viena, que es donde he estado viviendo muchos años, y creí que esas cosas interesarían más al público joven. Por eso, desde el principio sabía que iba para gente de trece, catorce o quince años más o menos. También un poco para escribir la historia que a mí me hubiese gustado leer con esa edad.
P.- (A.D.) ¿Te decidiste desde el principio por la autopublicación?
R.- Sí, la verdad es que sí. No tuve ninguna duda, ni siquiera pensé en intentar presentar a concursos o por publicación tradicional. Yo sé que el mundo editorial es muy complicado. Evidentemente, durante el proceso creativo estuve leyendo muchísimo, informarme de todo lo que pude sobre publicación tradicional, concursos, etc. Mi objetivo no era que me publicara una editorial tradicional, mi objetivo tampoco era ganar un concurso, sino que mi objetivo era que la gente que yo quiero leyese mi historia.
Entonces, como ese era mi objetivo, dije: «Soy joven, ya tengo un libro, ¿voy a estar esperando un año a ver si gano un concurso o esperando seis meses a ver si me publican en tradicional?». Con lo nerviosa que soy yo, que no soy capaz de esperarme dos semanas para nada, porque lo quiero todo ya (risas). Yo sabía que iba a seguir escribiendo, y es cierto, ahora estoy ya con el cuarto libro, que no tiene nada que ver con Candela. Y sé que seguiré escribiendo, porque después del cuarto tengo otros cinco ahí. Mi plan es un libro al año.
Yo creo que hoy en día la autopublicación es una opción muy válida, igual que cualquier otra. No tiene porque ser uno mal escritor o que piensen que no le van a publicar en ningún lado. Yo no me lo pensé, la autopublicación es lo que me conviene en el momento o lo que yo creo que me conviene.
P.- (A.D.) ¿Y qué te ha parecido la experiencia de la autopublicación?
R.- En general, buena. Yo autopubliqué con la editorial Letrame y la experiencia general es buena. Sí que es verdad, y lo entiendo perfectamente, que las editoriales de autopublicación reciben mucha carga de trabajo y hay muchísima gente que tiene las mismas necesidades que yo tengo. Entonces, yo soy muy consciente de que ellos tienen una carga de trabajo bastante exigente. Por lo tanto, si yo sola necesito cinco meses para corregir mi propia obra, yo no puedo esperar que una editorial de autopublicación me corrija todas las faltas y todos los fallos en tres semanas. No es físicamente posible, porque una persona tiene que estar leyendo tu obra horas y horas para tenerla totalmente pulida.
Mi experiencia es muy buena con la autopublicación, pero sí aconsejo que antes de autopublicar por lo menos tres o cuatro meses esté revisando uno su propia obra, trabajándola, y antes mandarla a un corrector profesional. No a la editorial, a la editorial después. Primero que esté de verdad muy pulida y muy trabajada, y vista por un corrector profesional que te ayude con todas las cosas que a lo mejor uno no sabe: las rayas de los guiones, las comas, las faltas de ortografía que no se ven… Porque parece una tontería, pero después de leer tanto, es que no las ves. Y luego la ves ahí, y dices: «Uy, una falta. ¡¿Esto de dónde salió?!» (risas).
Yo ahora mismo me siento horrible, porque cuando era más jovencita leía cualquier libro y decía: «ja,ja,ja una falta, qué tonto» (risas). Cuesta muchísimo. Y cosas tontas como la concordancia de los adjetivos, tú dices: «la casa bonita» y vale, lo tienes bien ahí puesto. Pasan meses, vas a corregirlo o a mejorarlo y tú dices: «ah, no, no. La casa no me suena tan bien. Voy a poner el piso», y te queda: el piso bonita. Y, claro, no te das cuenta de que hay que cambiarlo todos los adjetivos. Ese tipo de cosas pasan mucho. Da un poco de rabia.
A la hora de publicar de manera tradicional le dedican más tiempo a eso y son varias personas quienes están leyendo tu libro a la vez. Es un grupo grande que está ahí corrigiendo y ayudándote con tu obra. Con la autopublicación no se tiene esa posibilidad. Es uno mismo, y a lo mejor, el corrector de la editorial. Pero el corrector de la editorial no le puede dedicar tres semanas de su vida a corregir tu obra y a mirártela.
Entonces, vuelvo a repetir que mi experiencia es buena, pero sí que es verdad que yo al principio iba como muy a lo loco: «Ay, sí, yo se lo envío, ellos me hacen todo y yo no me tengo que preocupar de nada». Mentira, hay que preocuparse.
P.- (N.D.) Sí, lleva un trabajo bastante grande. Los lectores que compran libros de autopublicados no se dan cuentan el trabajo que lleva y la cantidad de meses. Porque uno autopublicado puede estar con su libro un año, mientras que un escritor de una tradicional puede estar tres meses. No es lo mismo. El trabajo que le has echado ha sido muchísimo más.
R.- Claro, por eso, porque uno está solo o con muy poquita gente. Y detrás de una editorial tradicional hay un equipo de quince o veinte personas leyendo tu obra.
P.- (N.D.) ¿El cuarto libro, que has dicho que estabas escribiendo, es autoconclusivo?
R.- Sí, van a ser autoconclusivos. Ya que tengo la trilogía terminada y estoy muy contenta con el resultado. Ahora sí que voy a guardarme diez obras para concursos. Estaré los próximos años con la trilogía, haciendo presentaciones. Y mi intención es escribir historias un poco más cortas, de doscientas páginas o doscientas cincuenta, todas autoconclusivas y de diferentes registros, personajes y géneros, para presentar a concursos. Porque yo sé perfectamente que hacerse un hueco en el mundo literario es muy difícil y no tiene que ver con el talento, es suerte. Es un cúmulo de muchas cosas: saber escribir bien, suerte, estar en el lugar adecuado, conocer a la gente adecuada… Y eso sin hablar de que en realidad hay muchísima gente muy buena que tiene mucho talento.
Yo me lo tomo un poco con filosofía e intento que sea más bien cuestión de tiempo. Escribo mucho, escribo muchos años y si escribo un libro al año en diez años tendré diez libros. Y alguno caerá y tendrá suerte o no, no sé sabe. Pero si no lo intento nunca lo sabré. Yo me lo tomo como si fuese un trabajo de constancia y seguir soñando. Y si pasan los años y veo que no gano ningún concurso o mis obras no gustan, pues no pasa nada. Son cosas que yo tengo ahí, que las he escrito por mí, porque me gusta escribir. Supongo que si no surge autopublicaré las obras y seguiré otro tipo de camino. Sin haberlo intentado no lo puedo saber.
P.- (A.D.) ¿Para llegar a dónde has llegado, porque al final escribir un libro no es nada fácil, qué escritores te han influenciado para llevar tu línea al género de aventuras, fantasía?
R.- Ah, esa es fácil. Harry Potter, o sea, J.K. Rowling y Laura Gallego. Pero sobretodo Laura Gallego, porque al ser ella española, como yo, sientes esa cercanía y que es algo posible.
También me gusta mucho V.E. Schawb. Es una autora británica y estadounidense que escribe mucha fantasía. La empecé a leer hace unos años, no cuando era joven sino hace cinco o seis años. Creo que su último libro se hizo bastante famoso en España y dio mucho de qué hablar: La vida invisible de Addie LaRue. Escribe fantasía un poco oscura y se sale un poco del tiesto. Es diferente y tiene unas ideas muy nuevas, muy propias. Me hizo pensar que escribir una fantasía diferente era posible, porque hasta aquel momento siempre estaba la sensación de «ah, es que ya está todo contado». Esta autora supo darles un giro a sus libros. Todos sus libros son de fantasía y suelen ser autoconclusivos o biologías. Y te presenta la fantasía de una forma inédita, nueva.
Reconozco que, gracias a ella, a Laura Gallego y J.K. Rowling pues escribo como escribo. Intento salirme un poco del tiesto como Victoria, intento mezclar distintos personajes y sus puntos de vista como Laura Gallego, intento seguir una historia lineal con un misterio como J.K. Rowling. He ido combinando y he intentado darle mi toque. Siempre me han gustado muchísimo los animales. Bueno, Candela está basado en mi gata, que no se llamada Candela sino Mochi, pero es muy parecida físicamente.
P.- (A.D.) Pero no habla, ¿no?
R.- Bueno, no sé. Ella te mira como atravesá (risas). No habla, pero sabes perfectamente lo que quiere y cuándo.
P.- (N.D.) Has dicho que ya tienes muchas ideas para otras novelas, ¿siempre van a seguir el género fantástico?
R.- No. Ahora estoy escribiendo una novela costumbrista ambientada en Getafe, en Madrid, donde estuve viviendo tres años. Cuenta la historia de doña Társila, una mujer mayor de ochenta y ocho años. A la que le pasan diversas cosas.
De los cinco que tengo, empecé con este. Sobre todo, para darle un giro de tuerca o un poco más de visibilidad a la vejez. Porque considero que hay poca literatura relacionada o con protagonistas mayores, de ochenta y ocho años. Creo que es algo necesario porque para mí la gente mayor son modelos a seguir, modelos de vida. Son personas que me han inspirado muchísimo. Yo creo que la gente mayor también se merece sentirse identificada con un libro y también se merece ser plasmada en un libro, no solo la juventud, los niños de catorce o quince años o la crisis de los veinte o las parejas divorciadas de treinta y pico. Por eso, estoy contando su historia, con sus giros dramáticos. Y esa es la que estoy escribiendo ahora.
Luego, tengo historias con un poco de fantasía, no tan extrema como Candela, pero si más tirando al realismo mágico. Más Gabriel García Márquez, que me gusta bastante, y también a Carlos Ruiz Zafón. De ese estilo.
Tengo uno preparado de comedia, tengo otro trágico y otro de fantasía cómica. Es variado, porque es una forma de conocerme a mí misma un poco más. Porque solo tengo experiencia escribiendo fantasía, pero no sé si escribiendo otros géneros me siento igual de cómoda. Es una forma de experimentar con los diferentes géneros, las diferentes formas de escribir.
Candela está escrita en tercera persona y en pasado, la forma estándar de escribir de hace veinte años. Hoy en día, estoy viendo una corriente en la que la gente está escribiendo en presente en primera persona, por ejemplo. O está escribiendo en presente en tercera persona. Entonces, estoy jugando con ese tipo de cosas.
P.- (N.D.) Hay que experimentar. Fíjate J.R. Rowling ha escrito también novela erótica (risas).
P.- Sí (risas).
En cualquier caso, estoy muy contenta con haberme decidido a escribir. Supe que al terminar el primer libro quería seguir escribiendo. Es algo que combino con mi trabajo, con mi familia. La gente me pregunta: Pero, ¿tú cuando tienes tiempo? ¿no duermes?», sí, sí, yo las ocho horas las duermo (risas). Me organizo para hacer las cosas que me gustan. Es un hobbie que yo he interiorizado como un trabajo personal.
P.- (A.D.) Bien, llegados a este punto, ¿creo que te ha tenido que llegar un paquete?
R.- Sí, me llegó un paquete.
P.- (N.D.) Pues nada, ya lo puedes mirar. Es una cadena literaria que tenemos. Quisimos que unos entrevistados se conocieran unos a otros. El entrevistado anterior eligió el libro que te ha llegado. Además, te diré que es canaria también.
R.- ¿En serio? Ay qué bonito.
P.- (N.D.) Es una novela histórica y romántica.
R.- Mira qué bien. Yo ahora reconozco que la literatura romántica no era lo mío. No es lo que más suelo leer, eso lo reconozco. Sí es cierto que la semana pasada me leí El tatuador de Auschwitz, basado en una historia de amor que surgió en el campo de concentración. Y me gustó mucho, la verdad.
Yo creo que es un género que depende de libro, me puede gustar muchísimo o no lo sé. Pero en cualquier caso muchísimas gracias.
P.- (N.D.) Ana escribe histórica, siempre escribe sus historias basadas en hechos reales o en algo de la historia. Pero en este caso ha incluido el género romántico, también.
R.- A mí me gusta mucho aprender de todo. Así que si tiene mucha histórica me va a interesar.
P.- (N.D.) Siempre al final de las entrevistas preguntamos a los escritores qué libro le gustaría que regalásemos al siguiente escritor. Es verdad que, al tener una trilogía, pues supongo que querrás que regalemos el primer libro de la trilogía Candela.
R.- Sí, sí (risas). Porque si empiezas ya desde el segundo no se va a entender. Aunque hubo una vez, hace un par de meses, que una chica del Instagram me empezó a escribir como: «Ay, Candela Negra me está encantando, pero no entiendo bien. Yo sigo leyendo y estoy adicta total a la historia…». Yo: «¿Has leído Candela?», y me dice: «No» (risas). Y yo: «Candela es la segunda parte», y ella: «¿En serio?» (risas).
P.- (N.D.) Pues nada, regalaremos Candela. Cuando tengas diez novelas te entrevistamos de nuevo, y ya sí nos podrás decir cuál quieres que regalemos.
R.- Sí. Hombre lo de las diez novelas queda tiempo, estoy con el cuarto. Las tendré un poco apartadas para concursos, etc. Es que encima no puedes presentar la novela a varios concursos. Presento un manuscrito que he tardado un año en escribir y tengo que esperar un año para saber el veredicto, y si encima no gano tengo que esperar otro año para otro concurso.
Pero, bueno, yo seguiré por mi camino y haber que tal me va.
P.- (A.D.) Desde aquí te deseamos lo mejor.
R.- Muchas gracias por la oportunidad y por hacer la entrevista con ustedes. Me lo he pasado genial.