El Bosque Maldito: el secreto de las muertes

A los pies del monte Fuji

Hoy, mientras que la mayoría de la humanidad lucha, o parece luchar, contra las desigualdades del mundo, hay centenares de muertes a causa del suicidio, tema del que me gustaría hablar en este artículo. Una parte de mí cree conocer el proceso que pasa una persona para creer que la muerte es la solución a los problemas, pero… ¿de verdad que eso es así?

Pues parece que en el bosque que hay a los pies del Monte Fuji, el Aokigahara, ha habido más de quinientas muertes en cincuenta años. Una cifra bastante escalofriante para ser cierta. La mayoría de personas no se van a un bosque a quitarse la vida, sino que lo hacen a unas vías de tren (muerte por impacto o arrollado), un coche (monóxido de carbono [muerte feliz]), etcétera.

Pero hay algo en ese bosque que atrae a la turbamulta a quitarse la vida. Es como si la tierra donde crecen y se mantienen los inmensos árboles tuviera una especie de magnetismo maléfico capaz de convencer a las personas para dejar de vivir. Algo que, a mi juicio, es algo incomprensible: la naturaleza despierta ciertas sensaciones de tranquilidad, instala en tu cuerpo una paz inmensa y te hace mucho más feliz. Por eso mismo, mucha gente prefiere caminar por la naturaleza que por la ciudad. Es una especie de conexión con la Tierra, como si nuestro cerebro pudiera compartir la información con los árboles y plantas, para satisfacernos.

Y aunque todo es muy bonito, en ese bosque no es así. Ahí las personas van para quitarse la vida. Un lugar donde saben que nadie les va a impedir que lo hagan. Incluso se han encontrado tiendas de campañas. Digamos que, toparse con eso, es la certeza de que algunas vidas van allí a luchar contra la idea de la muerte; la muerte salvadora. 

Otra de las cosas sorprendentes es que en la entrada al bosque hay un cartel para intentar persuadir a aquellos que asisten para ese fin:

«Tu vida es un hermoso regalo de tus padres.

Por favor, piensa en tus padres, hermanos e hijos.

No te lo guardes.

Habla de tus problemas».

Una frase un tanto llamativa en la entrada de un lugar donde no tendría que haber problemas. 

Posiblemente os estaréis preguntado: ¿y por qué ocurre esto? Bien, es una pregunta que me hice cuando me enteré por primera vez. Al investigar, llegué a una conclusión; no es que yo tenga las claves, pero creo haber llegado, al menos, a una o varias de ellas: el bosque está a pocos centenares de kilómetros de Tokio, una ciudad inmensa donde la soledad es orden del día. Japón es uno de los países donde las personas trabajan mucho y la sociedad castiga demasiado a aquellos que no tienen la vida que ellos dictan. Podríamos, también, hablar del daño que causa las redes sociales y por qué muchos famosos se quitaron la vida aun teniéndolo todo, pero eso, querido lector, es otro tema. 

Recuerdo unas palabras que me decían mis padres cuando era pequeño y…, bueno, cogía a conocidos como referencia para ganarme la confianza de ambos: «Si todo el mundo se tira de un puente, ¿tú también te tirarías?». Buena pregunta, mamá. Pues bien, eso es lo que creo que ocurre en países como Japón: las redes sociales y un comportamiento esperado por el resto hace que las personas se vuelvan tristes y solitarias, lugar donde son ellas mismas. Todo el mundo sabe que cuando la sociedad no acepta a alguien, esa persona queda reducida a cenizas. 

Creo que entender una parte de la forma de vida oriental es un buen punto de partida para comprender los motivos de los actos que se pueden ver y oír en algún momento. Los occidentales tenemos otra mentalidad, otra forma de ver la vida. Parte de esto viene a causa de nuestras creencias religiosas. Ellos, los japoneses, no son cristianos, por tanto, el suicidio no es un pecado, para nosotros sí. Y queramos o no, un rincón de nosotros teme arder para la eternidad en los calderos del infierno.

El bosque maldito

Sí, has leído bien. Hay una posibilidad de que por el bosque ronden espíritus malignos capaces de meterse en tu cabeza y hacer que te vuelvas loco en cuestión de minutos. Y no es un problema de imaginación sino de conocimiento: en una producción de Netflix hay una documental sobre las personas que les encanta hacer viajes a lugares oscuros; o dicho de otra forma: lugares donde han ocurrido tragedias en el pasado y que ahora es una atracción turística. El programa se llama Dark Tourist. En uno de los episodios, David, periodista neozelandés, visita el bosque en compañía de otras personas. Una de ellas es una chica que entró para suicidarse y unos espíritus la salvaron. Desde entonces, cada vez que va a rezar y encender una velas, debe tener cuidado para no suicidarse. 

Entonces, ¿hay fuerzas malignas en el bosque? 

Hay personas que admiten haberlas visto en la lejanía mientras trataban de quitarse la vida. Con esto quiero decir que hay pocos sobrevivientes, pero los hay. Por eso mismo, uno de ellos dijo que decidió ir al bosque a quitarse la vida, pero al pensarlo mejor, desechó la idea e intentó salir de allí, sin embargo, algo no lo dejaba. Sintió una fuerza maligna a sus espaldas, persiguiéndolo. Por suerte, encontró la salida. Nunca volvió a entrar. Por miedo, quizá. 

Y es que, aunque aparentemente haya un camino, muchas personas se pierden en el interior, como si penetrasen en las puertas de un laberinto sin muros y perdieran la noción del tiempo. Los dispositivos no funcionan, como tampoco el todopoderoso viento es capaz de colarse por los espacios que dejan los árboles gigantes. Es como entrar en un mundo paralelo. Un mundo terrorífico. Me quedé estupefacto por lo macabro que puede llegar a ser aquel lugar donde ni siquiera hay vida silvestre. Por el amor de dios, ¿qué es aquello, el fin de la vida humana? 

Puede que sí, puede que no. Tengo mi teoría: han sido tantas las personas que se han suicidado, que muchas de las personas que entran sienten la fuerza de las almas que se han quedado atrapadas para siempre. Pero es eso, una teoría sin fundamento, porque no he estado allí, ni me apetece, vaya. Siento un respeto tremendo por los muertos. 

Muchos turistas, para no perder la orientación, dejan lazos atados en las ramas más bajas para luego poder salir de allí. TURISTAS. Como he dicho antes, esto es una atracción para los que les gustan las historias negras. 

A día de hoy, todavía se siguen encontrando cadáveres. Y no son solo huesos, sino cuerpos vestidos, con una cuerda en el cuello mientras que sus pertenencias descansan encima de algún tronco podrido o encima de un montón de hojas. Es triste y macabro. 

Aokigahara y la literatura. ¿Una mezcla perfecta?

Diría que es una mezcla casi perfecta. Sí, casi. La existencia de El manual completo del suicidio,  de Watary Tsurumi, creó en su momento un caos sin precedentes en las personas con la energía suficiente para quitarse la vida. En este manual, el autor habla de las maneras que existen de suicidarse, desde aquellas con más dolor hasta casi sin dolor. Como dice el título, el libro es un manual de instrucciones para saber cómo hacerlo con éxito. También es cierto que el autor no hace apología al suicidio, pero aun así, este título está actualmente prohibido en el país.

Dato curioso: en Japón llaman al suicidio eutanasia. Puede que no sea el término adecuado, o que mis fuentes estén contrariadas, pero ya lo había oído en más de una ocasión, por lo que creo que están en lo cierto. De todas formas, no hay que olvidar el Harakiri, pero se diferencia por la muerte honrosa. Lo anterior es para personas que están enfermas, de algún modo u otro. 

Pero existe otro libro sobre este tema, El completo manual de la desaparición, deKanzen Shisso Manyuaru. Este título no está prohibido. Así que, cualquier persona que quiera dejar de existir para el resto de los mortales, tiene acceso. 

La literatura, como arte y necesidad expresiva, también tiene sus errores, y publicar estos manuscritos puede que sea poco ético. Pero como he expuesto anteriormente, ellos tienen otra concepción. No obstante, la vida es un regalo que nos han dado nuestros padres. También hay sufrimiento, pero eso es parte de la vida, no podemos quedarnos con él y dejar el resto a un lado solo porque la montaña no nos deja ver el mar. 

Adaptación al cine

Hay varias películas sobre esta realidad. Una de ellas, El bosque de los suicidios (2016), narra la historia de una chica estadounidense que busca a su hermana, que, por lo visto, había ido al bosque. De esta película no hay buenas opiniones, pero si quieres verla, está en Netflix. El problema es que en España no se puede ver. Puede que ya la hayan descatalogado. 

La otra película, Manual suicida (2003) está basada en el El manual completo del suicidio. No la he encontrado en español, pero puede que, buceando por internet, haya alguna copia LEGAL para poder verla. 

Referencias bibliográficas:

colaboradores de Wikipedia. (2021, 25 mayo). El completo manual del suicidio. Wikipedia, la enciclopedia libre. https://es.wikipedia.org/wiki/El_completo_manual_del_suicidio#En_el_cine

Gavaldà, J. (2020, 15 marzo). National Geographic. www.nationalgeographic.com.es. https://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/aokigahara-bosque-suicidios_15268

Dark Tourist (2018). Documental, Netflix. https://www.netflix.com/es/title/80189791

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