Siempre nos llena de orgullo el hecho de hablar con personas que han cumplido con objetivos en sus vidas, pero no hay nada más placentero que ver a alguien que ha visto materializarse un sueño; sentirse pletórico al palpar su libro con el sello de una de las grandes editoriales de nuestro país.
Estrenamos el 2022 con una entrevista cargada de sueños y energía para afrontar un trabajo duro y especialmente triturado por la víbora más grande que la humanidad haya visto jamás, aunque gratificante para sus practicantes. Y Maite R. Ochotorena, la escritora que va a hablarnos de su paseo por la vida con la intención clara de dedicarse a la escritura, después de luchar por su sueño, ve recompensado su esfuerzo no sin antes de haber autopublicado todos sus libros.
No existe un método exacto para hacer que los libros se publiquen en editoriales y tengan éxito, pero sí se puede sacar en claro una cuestión: la autodisciplina y la constancia son clave para hacer que los sueños se hagan realidad. Porque, aunque el ser humano crea que no, los sueños, nubes idealizadas por nuestra mente, terminan bajando del cielo de nuestra imaginación para introducirse en nuestro pecho y aferrarse al corazón, para, posteriormente, seducir al destino.
Novelas de Maite R. Ochotorena:
-
- La mensajera del bosque (2021, Planeta)
- El Sueño de Valentine 3. Despertar (2020, autopublicado)
- El Sueño de Valentine 2. Oscuridad (2020, autopublicado)
- El Sueño de Valentine (2019, autopublicado)
- Victory (2019, autopublicado)
- Donde habita el miedo (2017, autopublicado)
- El destino de Ana H. Murria (2016, autopublicado)
- La sombra de Fourneau (2015, continuación del anterior, autopublicado)
- El secreto de la Belle Nuit (2015, autopublicado). Primera novela
ENTREVISTA
P.- (N.D.) Empezamos con la primera pregunta que siempre hacemos a todos nuestros entrevistados nuevos. De momento no ha repetido nadie, pero tenemos que pensar en una segunda pregunta por si acaso. ¿Qué significa para ti ser escritora?
R.- Puff, es ser yo misma, porque es algo que llevo conmigo desde que recuerdo. Siempre me ha encantado contar historias. Es que desde bien pequeñita siempre me veía contándole a alguien algo, inventado o no. A mis compañeras del cole, sin ir más lejos, cuando salíamos de casa e íbamos hacia el colegio, el camino siempre lo hacíamos inventando, contándoles historias de las que ellas eran las protagonistas. O sea, imagínate, desde que era un moco así de pequeñito mi cabeza no paraba de dar vueltas. Y siempre me ha apasionado leer, además.
Entonces, ese sueño de ser capaz de transmitir a otros lo mismo que yo sentía cuando leía, es lo que me mueve desde bien pequeña. Y es mi forma de comunicarme con el mundo: escribir. Dibujar, también, pero mucho más escribir.
P.- (N.D.) Ah, ¿también dibujas?
R.- Dibujaba, ahora hace mucho tiempo que no. Pero sí. De hecho, hace un montón de años estuve trabajando en una empresa de videojuegos y hacía los gráficos y todo eso. Era una faceta importante de mí. Otra manera más de expresión, porque al final todas las artes son eso: nuestra manera de comunicarnos al mundo.
“Veía que pasaba el tiempo y digo: y yo con 80 voy a echar la vista atrás y voy a decir: «es que ni siquiera lo he intentado».”
Maite R. Ochotorena
P.- (A.D.) Bueno, conociendo ya esa faceta del mundo del videojuego, que también es apasionante, grande, inmensa, maravillosa. Pero eso ahora atacaremos, antes tenemos la curiosidad de saber ¿cuál fue el punto de inflexión en el que pensaste:«quiero dedicarme a escribir»?
R.- Eso lo he tenido claro siempre. Otra cosa es que haya sido más o menos valiente para hacerlo. Porque tú puedes saberlo con certeza dentro de ti, pero luego las típicas ideas que tenemos de «es que escribir es muy difícil», «es que eso bien como un hobby», «dedicarse a ello, vivir de ello es muy complicado». Esos frenos que vamos teniendo, que nos vienen de fuera y luego que tú mismo alimentas, han hecho que haya tardado mucho en dar el paso.
Y he tenido que pasar por un montón de experiencias distintas que no tenían nada que ver con mi verdadera vocación. Hasta que llegó un punto, allá por el 2014, con mi primera novela ya escrita, en que dije: «mira, o es ahora o es que me voy a arrepentir el resto de mi vida». Porque ya tenía 44 años, veía que pasaba el tiempo y digo: y yo con 80 voy a echar la vista atrás y voy a decir: «es que ni siquiera lo he intentado». Y fue ahí cuando ya decidí dar el paso.
Cuando la vida me puso en ese brete, porque realmente me había quedado sin trabajo. Llevaba los últimos años siendo comercial, lo que significa: creatividad cero, pero cero. O sea, no había escrito ni una línea en esos cuatro años que estuve de comercial. Y si yo miraba hacia adelante, yo decía: ¿y qué voy a hacer ahora? ¿voy a seguir haciendo eso, que no tiene nada que ver conmigo, que ni siquiera me gusta? Y tenía mi primera novela en un cajón y digo: «no, igual ahora es el momento de arriesgarse, de por lo menos intentarlo». Y fue cuando decidí coger la novela y mandarla a distintas editoriales.
Tuve la gran suerte de que una editorial pequeñita de Barcelona creyera en mí y que decidiera publicar El secreto de la Belle Nuit, que es mi primera novela. Cuando la vida me puso en ese brete, porque realmente me había quedado sin trabajo. Llevaba los últimos años siendo comercial, lo que significa: creatividad cero, pero cero. O sea, no había escrito ni una línea en esos cuatro años que estuve de comercial. Y si yo miraba hacia adelante, yo decía: ¿y qué voy a hacer ahora? ¿voy a seguir haciendo eso, que no tiene nada que ver conmigo, que ni siquiera me gusta?
Y tenía mi primera novela en un cajón y digo: «no, igual ahora es el momento de arriesgarse, de por lo menos intentarlo». Y fue cuando decidí coger la novela y mandarla a distintas editoriales. Tuve la gran suerte de que una editorial pequeñita de Barcelona creyera en mí y que decidiera publicar El secreto de la Belle Nuit, que es mi primera novela.
P.- (A.D.) Qué curioso que cuando queremos entrar en el mundo de la escritura, un mundo apasionante, por supuesto, y le decimos: papá, mamá, quiero ser escritor. Es como lo mismo de: papá, mamá, quiero ser artista. [risas]
R.- Lo mismo es lo mismo.
P.- (A.D.) Se echan a temblar: pero ¿de qué vas a vivir?
R.- [risas] No les falta razón, también. Es muy complicado vivir de ello. Da igual si eres músico, que pintor, que escritor, que lo que sea, es muy, muy complicado. Pero eso no es óbice para que lo puedas intentar. Todos los días hay gente que lo consigue, con más o menos esfuerzo. Y hay que luchar por lo que uno quiere. Porque si no ¿qué te queda? Cuando tú crees en algo con tanta fuerza, no sé, negártelo es como negarte a ti mismo, creo yo. Y ya lo he hecho mucho tiempo. Y mira, me arriesgué, me he esforzado mucho, ha sido un largo camino, pero, oye, al final aquí estoy. Ha merecido la pena.
P.- (N.D.) Pues sí, mucho. ¿A ti te costó decirlo? ¿Dar el paso de decir a tu familia o a tu gente: «oye, soy escritora o quiero ser escritora, quiero dedicarme a esto»? Porque es un paso difícil, ¿no? A lo mejor no te tienen muy en cuenta o decían: «bueno, bah, tampoco es…»
R.- Sí, claro, es que yo lo decía, pero lo decía con la boca pequeña. Y luego vienen las presiones: Eso tú es lo que vas a hacer, eso no te lleva a ningún lado, y tú lo que tienes que hacer es esto y esto y esto… Y luego te dejas llevar, porque realmente a ver cómo lo haces. En aquella época, yo tengo ahora 51 años, no había como ahora hay: que si talleres literarios, incluso en la Universidad puedes estudiar para dedicarte a ello. En aquel entonces no había nada ni medio parecido. Tenías sota, caballo y rey, era EGB, el instituto y luego las salidas que tenías. No veías la forma de encauzar ese sueño.
Entonces era muy complicado. Así que, al final te vas dejando llevar por esa presión. Y cuando yo ya decidí dar el paso, estaba en una etapa de mi vida que no tenía que dar explicaciones a nadie. Fue algo que yo decidí y yo lo hice. Yo me lo guisé y yo me lo comí [risas]. Así que, no fue en ese sentido tan difícil. Ya tenía una madurez, ya había pasado por un montón de cosas distintas, experiencias distintas y era una decisión mucho más que sopesada y definitiva. Así que ahí no entraba nadie.
«Porque por una vez me estaba haciendo caso a mí misma. Por una vez me estaba permitiendo ser lo que yo soy en realidad. Porque es algo tan fuerte que no lo puedes negar.«
Maite R. Ochotorena
P.- (A.D.) ¿Y qué abrumadora y apasionante a la vez es tomar esa decisión?
R.- Uf, para mí fue como una liberación. No os podéis imaginar. Porque por una vez me estaba haciendo caso a mí misma. Por una vez me estaba permitiendo ser lo que yo soy en realidad. Porque es algo tan fuerte que no lo puedes negar, como os decía antes. Entonces, dar simplemente ese paso, aunque todavía no hubiera conseguido nada y me quedara todo el camino por delante, no importa, en el momento en que das ese paso, ya estás cumpliendo tu sueño. Ya estás siendo mucho más libre, mucho más honesto contigo mismo. Y era la primera vez que lo hacía, con lo cual para mí fue una sensación de paz, de plenitud, de sentirte liberado.
P.- (N.D.) Hombre, tiene que ser además un sueño que hayas conseguido que uno de tus libros, La mensajera del bosque, que es el último, esté en Planeta y esté en todas las librerías, o sea, es increíble.
R.- Imagínate. Creo que aún me cuesta creérmelo [risas]. Fíjate que ya ha pasado un año desde que salió, pero aún me cuesta: ¿esta soy yo? ¿estoy aquí realmente? Porque, claro, toda la trayectoria tiene distintas etapas. Tú vas luchando por tu sueño e intentando tener visibilidad, que la gente te conozca. Todo eso es un trabajo de gota a gota, de poquito a poco. Los resultados se van viendo muy despacito. Y cuando por fin, de repente, llamas la atención y te vienen a buscar, es como… No sé, pegas como un salto muy grande hacia adelante. De repente ves una ventana abierta que te permite llegar a muchísima más gente y es como: búa, increíble. Una sensación increíble, sí.
Y estoy muy agradecida, además. Porque hay mucha gente que me ha ayudado por el camino. Yo cuando empecé lo hice a lo bruto, o sea, yo cogía mi carrito, que esto ya lo he dicho en muchas entrevistas, pero con mi primera novela, la publique con esa editorial de la que os hablaba con la mala suerte de que luego cerró sus puertas, porque vino la crisis y entonces yo me veía que teníamos allí cajas y cajas con la primera novela.
Un montón de copias, que habían hecho una tirada con ella, y yo: «no puede ser que me quede con el caramelo en la boca ahora». Como había sido comercial, digo: «pues, mira, que os parece si cojo la novela y la voy presentando por aquí, por allá, a ver si la gente se anima y yo que sé y la va comprando y la va leyendo.» Y les pareció bien.
Entonces, cogí mi carrito con el que antes llevaba los productos de lo que yo vendía, la llené con libros y me cabían como unos doce y digo: «¿a dónde voy? A dónde me lleve el coche, ¿no?». Al primer pueblo que pille más cerca. Cogí el coche, me fui para allá y empecé a entrar en los locales, pues me daba igual una peluquería que una tienda de ropa, que lo que fuera. O sea, pie de calle y… «Hola, soy yo. He escrito un libro…».
Imaginaos la cara de la gente, cuando de repente ve entrar a una persona hablando de su libro. Y esas primeras personas que me escucharon, que me brindaron su tiempo, que me abrieron sus puertas y que incluso me leyeron, y que hoy en día siguen leyendo mis libros, para mí han sido lo más importante de todo. Lo que me ha permitido mantenerme y no perder de vista mi objetivo y seguir luchando hasta llegar hasta donde estoy. Eso no lo olvidaré nunca.
P.- (N.D.) De hecho, creo que tu carrera ha sido con bastante esfuerzo y muy merecida, porque muchos de tus libros han sido autopublicados, ¿no?
R.- Sí, son nueve en total y todos autopublicados, porque La mensajera en realidad salió en 2018. La publiqué, lo que pasa es que luego eso llamó la atención y al final la he publicado con Planeta. Pero todas mis novelas son autopublicadas, están en Amazon.
P.- (A.D.) Hay una cuestión interesante que yo creo que les puede interesar a todas las personas que nos oyen, sobre todo los que quieren coger esas riendas de su vida y decir: ahora me voy a sentar, voy a escribir y todo lo que conlleva ser escritor, que no es poca cosa. ¿Cómo fue ese momento en el que te enteras de que Planeta está interesado en tu libro, en La mensajera del bosque?
R.- Pues que fue un flash tremendo. No me lo podía creer. Porque realmente de primeras contactó conmigo una agencia literaria: Editabundo. Ellos fueron los que se interesaron. Les presenté La mensajera como podía haber presentado otra cualquiera, pero La mensajera estaba teniendo muy buena acogida y se la presenté. La leyeron, les encantó y ellos fueron donde Planeta, llamaron a su puerta y dijeron: «oye, ¿qué tal si leéis esto que nos parece que tiene mucho potencial?». Y cuando la leyeron, creo que fue un entusiasmo tremendo el que mostraron y cuando me llamaron ellos y me lo trasladaron, yo no lo podía creer. Esto me parecía surrealista: «¿cómo? ¿yo en Planeta?». No, no, con cualquier otra, sino Planeta, toma ya [risas]. Tremendo. Me hizo una ilusión bárbara.
Es que imaginaos, ¿no? Se me abría otra etapa nueva completamente distinta y por primera vez iba a tener el respaldo de una editorial detrás, que parece que no, pero una vez que te metes ahí y empiezas a trabajar con ellos, te das cuenta de muchas cosas. De muchas carencias que tienes como autor independiente. El respaldo que ellos te pueden dar y de muchas otras cosas. Es como descubrir un nuevo Planeta.
P.- (N.D.) Al final es el sueño de todo escritor autopublicado que empieza: es publicar con una gran editorial, como Planeta o Penguin Random House. Que al final son los que permiten de algún modo vivir de lo que te gusta.
R.- Claro. Sí, hombre, aunque hay autores independientes que también consiguen vivir de ello y muy bien.
P.- (N.D.) Es cierto, pero es más difícil.
R.- Sí, es difícil, pero, bueno, es posible.
P.- (A.D.) ¿Y qué diferencias, digamos abstractas, o las principales, sentiste a la hora de trabajar con Planeta? Porque, claro, se te pone por delante un señor o señora, un editor que es el que está en tu hombrito constantemente diciéndote por aquí, por ahí, esto me gusta, esto no, dale una vuelta y todas esas cositas.
R.- Sí. En primer lugar, eso, pero más que una vocecita diciéndote esto está bien, esto no, por aquí o por allí, que te puedan dirigir. Yo he notado un gran respeto hacia mi obra en ese sentido. La editorial en todo momento siempre me decía: «es tu obra, si algo de lo que te decimos no te gusta es tu obra». El respeto al máximo. Lo que hacen ellos es trabajar contigo para pulir esa novela y que cuando llega al lector llegue en su mejor versión. Para que lo puedan disfrutar mucho más.
Y eso es una de las cosas que te das cuenta, que cuando eres un autor independiente sí que tienes lectores cero, puedes contratar el servicio de correctores profesionales que te ayuden a conseguir esa versión, pero no tienen nada que ver. Es que la capacidad que ellos tienen, todos los recursos que tienen son tremendos. Son verdaderos profesionales.
Entonces, ese respaldo para mí ha sido muy importante y, además, me ha ayudado a crecer como escritora y a aprender muchísimo de ellos. Y luego, aparte, está esa capacidad que ellos tienen por descontado que tú no tienes como autor independiente, de llegar muchísimo más lejos, a muchísima más gente. Porque tienen una maquinaria tremenda dedicada a ello: de marketing, de publicidad, de un montón de cosas. Herramientas que tú, pues a ver, tú me dirás.
Sobre todo si no eres un autor consagrado con mucho éxito, o sea, si eres alguien que tiene un par de novelas publicadas en Amazon o lo que sea y estás peleando por hacerte ver, pues probablemente no tengas recursos para pagar a un corrector, para darte publicidad, pagar en Amazon por publicidad. Es muy complicado. Entonces, como autoeditado te conviertes en un todoterreno que tienes que saber escribir y, además, tienes que saber de Marketing y de redes, de un montón de cosas, que abruma mucho.
Estoy segura de que las personas que tienen ese sueño y dan el primer paso, cuando se encuentran con todo eso de repente es como un muro enorme. Que tienes que tener mucha seguridad en lo que quieres y mucha constancia para poder salvarlo, porque realmente no es nada fácil. Esas son las cosillas que yo veo a diferencia de trabajar con una editorial, es esa ventana enorme que te abren de repente con todo su apoyo.
P.- (A.D.) ¿Y en el proceso creativo también han cambiado cosas? ¿Ha cambiado tu forma de trabajar, porque te hayan enseñado truquillos?
R.- Sí, realmente sí. Porque, de hecho, ahora la nueva que estoy escribiendo, las anteriores no las he escrito de la misma forma. A ver, sí tenía una forma de trabajar aprendida a lo largo de novela tras novela, proyecto tras proyecto. Luego mi experiencia: estudié como guionista, y no he ejercicio nunca como guionista, todo hay que decirlo, pero, bueno, eso me enseñó a escribir historias y a tener un método para contarlas. Pero, ahora, claro, no trabajo sola. Esa es la gran diferencia. Que no escribo algo y luego se lo doy a un lector cero que la lee y te puede decir: pues me ha gustado mucho. Pero, normalmente, no te dicen mucho más [risas].
Algunos te dicen, pueden sacar errores o esto igual no tiene mucho sentido, pero comparado con como trabajo ahora, que lo hago mano a mano con mi agencia primero y después con la editorial. Que ellos están a lo largo de todo el proceso, diciéndote lo que a ellos les parece o lo que puedan ver, haciéndote pensar y darte cuenta de cuáles son tus posibles errores o fallos, los posibles errores de la historia, dónde puede flaquear o lo que sea. Ese respaldo de gente profesional que está acostumbrada a leer montones de libros y que saben mucho de verdad.
Yo eso no lo he tenido antes y eso me gusta. Me está haciendo trabajar de otra manera, mucho más seria en ese sentido. No quiere decir que antes no fuera serio lo que yo hacía, pero es como otro nivel, otro escalón más. Yo noto esa sensación y la verdad que es muy buena. Estoy aprendiendo muchísimo. Otra forma de trabajar y mucho más eficiente, creo yo.
P.- (N.D.) Cuando escribes solo, pues al final te sientes un poco, entre comillas, perdido, porque haces lo que quieres y de una forma un poco desordenada.
R.- Eso es bueno, pero tienes una parte no tan buena, porque sí que te sientes un poco pisando en terreno movedizo: ¿esto de verdad estará bien? Solo tengo mi criterio. Tú mismo no eres tan objetivo, porque ya estás hasta arriba de leer veinte veces la misma novela. Entonces, claro, el tener un punto de vista de fuera, profesional además, es otra historia, no tiene nada que ver.
P.- (A.D.) Yo a eso lo llamo, que me pasa constantemente: escribir como un pato sin cabeza. Me siento a escribir y digo: dónde voy. Llega un momento en que hay que parar, hay que revisar, hay que reescribir, hay que trabajar mucho. Y, claro, uno solo… Dos ojos son pocos.
R.- Claro, eso es. Esa es la historia.
P.- (N.D.) ¿Podemos, entonces, romper el mito, de que las grandes editoriales no solo son números, sino que también se valora a las personas? Porque al final siempre tenemos la conciencia de que son muy grandes, como venden mucho, y solo ven números y no ven personas.
R.- Claro, pero si te paras a pensarlo también, ellos viven de ello. Igual les interesa que ese trabajo que tú estás haciendo llegue a buen puerto. Y la mejor manera de que algo llegue a buen puerto es haciendo un buen trabajo, ¿no?
La verdad es que sí hay mucho mitos acerca de las grandes editoriales y, bueno, yo estoy descubriendo que no todo es cierto. Que tienen muchas cosas buenas.
P.- (A.D.) Pues ahora entramos con La mensajera del bosque, porque es un libro que nos estamos leyendo aún, y la verdad es que nos está encantando. Con unos personajes bastante bien formados. Y la trama, a mí por lo menos, me ha gustado mucho. No voy a desvelar nada, por supuesto. Me ha gustado mucho cómo integras la naturaleza.
Bueno, para quien no lo sepa, al principio del libro hay una introducción, muy bonita, por cierto, sobre la naturaleza. Entonces, ¿qué significa para ti la naturaleza?
R.- Bueno, para mí lo es todo. Nosotros somos naturaleza, es que nuestro mundo es la naturaleza, es nuestro hogar. Esto es lo que para mí significa. Nuestro planeta es pura naturaleza, es la vida. Y para mí es pura magia. Porque todos nos hemos hecho esa pregunta: ¿de dónde hemos salido?, ¿a dónde vamos?, ¿cómo es posible todo esto? Entonces, a mí me parece una cosa mágica. Impresionante que estemos flotando en medio del Universo, en una pelotita llena de vida, con semejante explosión de vida. Es que cuando te paras a pensarlo… A mí no me cabe en la cabeza. Es imposible.
Para mí es eso. Además, es que la amo, porque desde pequeñita la he mamado, he vivido en ella. Vivo en el País Vasco y esto es montes y verdor y vida. Entonces, he tenido la oportunidad de tenerla muy cerca y me encanta. Me apasiona. Yo sin ella no consigo la vida. Por eso escribí La mensajera, porque me apena mucho ver cómo la tratamos, como la “mal” tratamos. Y creo que merece la pena una pequeña reflexión acerca de nuestro papel en este mundo, que formamos parte de él. No es que seamos dueños de este mundo, sino que formamos parte de él. Y que es nuestro hogar.
A nadie se le ocurriría empezar a desmantelar su casa, arrancar los suelos, quitarle las ventanas, el tejado, hacerle agujeros. Es lo que estamos haciendo. Al final, te quedarías sin casa. Es absurdo. Pues de ahí surgió La mensajera. Más como un grito de: bueno, paraos un poco y vamos a pensar entre todos, que si tenemos tanta capacidad de destrucción, tenemos la misma capacidad para mejorar las cosas si las hacemos todos juntos y si simplemente nos paramos un poquito a reflexionar. Y me pareció que escribir un thriller era una buena manera de llamar la atención, además.
«El dotar de personalidad a algo abstracto como es la naturaleza, el darle voz en forma de una niña de carne y hueso, me parecía que era la mejor manera de llegar al corazón de la gente. Y de que tuviera voz.«
Maite R. Ochotorena
P.- (A.D.) Un thriller en el que creo que introducir la naturaleza, personificarla, no ha sido nada fácil.
R.- No, no ha sido nada fácil, era un riesgo el que corría. Porque darle la voz a la naturaleza como yo lo he hecho, a través de un personaje como es el de Rhina, pues era un riesgo. Es mezclar elementos muy dispares como es el thriller y ese toque de fantasía que tiene esta novela.
Claro, no hay muchos ejemplos de algo así. Pero no sé, me parecía la mejor forma. El dotar de personalidad a algo abstracto como es la naturaleza, el darle voz en forma de una niña de carne y hueso, me parecía que era la mejor manera de llegar al corazón de la gente. Y de que tuviera voz. Aunque realmente Rhina no tiene voz, no habla. No le hace falta tampoco. Pero sí que es una manera de comunicarse con el lector y con los personajes de la novela. Y de hacerles llegar su mensaje.
Era arriesgado, pero me pareció que era una forma mucho más potente de llamarles la atención.
P.- (A.D.) A mí hay una cosa…, bueno, es mi reflexión. Que Rhina es una niña y sobre todo me gusta la faceta, pero es que veo que la naturaleza es siempre un niño que tiene cientos, miles y miles de años, pero siempre sigue siendo un niño.
R.- Sí, sí. Y yo creo que tiene cierta lógica, porque en la infancia está esa inocencia, esa ingenuidad. Esa parte como libre de culpa o, no sé cómo decir, de limpieza, de pureza. Entonces, quizá por eso al representarlo como un niño le otorga esa forma de verla, como algo puro. La pura vida. Con todas sus facetas luego de que puede ser muy cruel, porque tiene esa fuerza inmensa, que es ingobernable. Pero no es maldad, no hay nada de maldad en ella realmente, es pura vida. Es vida, y la vida es muerte y es todo ese ciclo inmenso en el que estamos. Sí me parece que en la infancia hay mucho de eso.
P.- (N.D.) La naturaleza yo creo que es al final el toque que le da esta novela diferente a todo, y lo que te hace engancharte, te enamora de sus personajes. Porque está en todo prácticamente.
R.- Sí, y te da cierta esperanza. Porque es como esa noción que tenemos de: la vida se abre camino, por hostil que sea ese camino. Entonces, te hace tener esa esperanza de que al final, a pesar de nosotros, sea posible que la vida siga avanzando y que siga creciendo. Eso también es cierto.
P.- (N.D.) ¿Cuánto tiempo tardaste en escribirla? Porque es larga y tiene su complejidad.
R.- Bueno, no recuerdo exactamente, pero no sé alrededor de un año o algo así.
P.- (N.D.) Pues tampoco es tanto.
R.- No, no es tanto, porque incluso cuando estaba escribiendo la anterior, ya le estaba dando vueltas a la cabeza [risas], ya estaba ahí rondando. Yo siempre me tiro un montón de meses que a lo mejor no estoy escribiendo, pero esta [la cabeza] está trabajando, está dando forma a eso que yo quiero contar, cómo lo voy a contar, de qué manera, con qué personajes, dónde, dónde me viene mejor contarlo, por qué escojo Madrid y no cualquier otra ciudad. Ese tipo de cosas.
Paso muchos meses dándole vueltas y vueltas, y paseos. Arriba y abajo con mi perra, dándole al coco, hasta que tengo, digamos, un armazón suficiente que me impulsa a escribir y a desarrollar la historia. Entonces, entre unas cosas y otras pasan unos meses, luego más meses y al final un año y pico fácilmente.
P.- (N.D.) Si no me equivoco, la mayoría de tus obras con thriller, ¿no?
R.- Todas.
P.- (N.D.) ¿Te gustaría probar otros géneros o sabes que el thriller es lo tuyo y vas a seguir por ahí?
R.- El thriller me encanta, pero no le cierro la puerta a otros géneros. Me encantaría, porque de hecho como lectora no le cierro la puerta a nada. Mientras la historia sea buena no me importa qué género sea. Yo no miro. No voy mirando: «Ah, es novela histórica, no me gusta. Es que es ciencia ficción, no me gusta». No, no, a mí cuéntame una buena historia y si está ambientada en el espacio, como si está ambientada en la Edad Media, o lo que sea, no me importa, no le cierro la puerta.
De hecho, disfruto muchísimo con cualquier género. Me da igual. Y como escritora creo que disfrutaría lo mismo. A algunos les tengo más respeto que a otros, porque a mí me parece que pueden ser más difíciles de escribir. La ciencia ficción, por ejemplo, me apasiona, pero le tengo mucho respeto. No me parece un género fácil para nada. Como para andar de puntillas. Y si algún día lo abordara lo haría con muchísimo respeto.
O, por ejemplo, el humor. El hacer reír a alguien me parece un ejercicio muy complicado, que no todo el mundo, además, tiene esa capacidad. Entonces, sí, yo no le cierro la puerta a ningún género, pero algunos con bastante respeto.
«Porque siempre te parece que lo que escribes es un borrón de lo que tú tenías en tus emociones y en tu cabeza. Nunca llega a ser un espejo perfecto, es imposible.«
Maite R. Ochotorena
P.- (A.D.) Desde que escribiste tu ópera prima hasta hoy, ¿qué has aprendido?
R.- Mucho [risas]. Todo. Siempre estoy aprendiendo. Yo creo que nunca dejas de aprender. Con cada nuevo proyecto estás aprendiendo algo nuevo de ti mismo y también como lector. Leyendo a otros aprendes muchísimo y siempre estás queriendo pulirte y mejorar, y tener nuevas herramientas que te permitan crecer en tu forma de expresar y lograr plasmar en el papel eso que tú quieres contar de la mejor forma posible. Porque siempre te parece que lo que escribes es un borrón de lo que tú tenías en tus emociones y en tu cabeza. Nunca llega a ser un espejo perfecto, es imposible.Siempre estás buscando la mejor forma, los mejores pinceles, los mejores colores, para dar vida a eso que tú llevas por dentro. Eso nunca termina.
No conozco a ningún escritor, ni pinto, ni músico, que se conforme con lo que tiene, diciendo: soy perfecto, lo que yo hago es perfecto y me encanta [risas]. No, siempre es: búa… Es que soy cogería desde mi primera novela hasta la última y siempre vería algo para cambiar o mejorar. Siempre, siempre.
Entonces, pues sí, desde la forma de contar las historias, de cómo crear la tensión, cómo manejar los ritmos para mantener la atención del lector, cómo construir los personajes. Todo eso vas creciendo y aprendiendo muchísimo de una a la siguiente y a la siguiente. Qué duda cabe. Siempre.
P.- (N.D.) ¿Y qué consejo le darías a la Maite que empezó con esa maletita yendo a los sitios? ¿Cuál es el consejo que tú crees que hoy has aprendido y que es el más importante?
R.- Le diría que disfrute por el camino. Es importante disfrutar por el camino, no olvidar que todo eso que estás viviendo, aunque te parezca que la meta puede estar muy lejos, realmente tú ya estás cumpliendo tu sueño. Como os decía antes, en este mismo instante. Y hay que aprender a disfrutar por el camino a sorbitos. Porque puedes ver un pastel y decidir cogerlo de un bocado y me lo zampo y qué rico estaba. Pero no, no lo has saboreado. Yo creo que es importante eso, no perder de vista todo eso que te ha enriquecido tanto por el camino.
Que no pierda la ilusión nunca. De hecho, siempre tenía un post it aquí a la vista, por el ordenador, recordándome lo que yo estaba buscando. Porque a veces lo puedes llegar a perder de vista por el camino, porque te va como bombardeando todos los impedimentos, dificultades, todo lo que te vas tropezando por el camino, hasta tal punto de que pierdes tu ilusión y puedes llegar a perder de vista lo que tú quieres hacer, que es escribir y que la gente te vaya conociendo.
Entonces, yo tenía ahí un post it para recordármelo. Y tengo una tarjeta de la primera empresa, de Barcelona, con la que yo hacía las versiones en papel de mis libros; ellos me mandaron en uno de los envíos, esta tarjetita que pone:
«No se trata de dónde estés, sino dónde quieres llegar»
Me pareció muy buena frase y me la guardé. No se trata de dónde estés, aunque es importante también dónde estas, pero que dónde quieres llegar no hay que perderlo de vista.
P.- (A.D.) Es una reflexión bonita, desde luego. Ahora sí, como hemos dicho al principio y como has comentado, entramos en el mundo de los videojuegos. Porque hemos leído que has trabajado en esa disciplina durante varios años. ¿Cómo es trabajar para ese sector?
R.- Puff. Yo tenía entonces 20 o 21 años, y luego con el tiempo, cuando te dicen: es que tú fuiste la pionera, porque además en aquel momento no había mujeres que trabajaran en ese sector, para nada. Es que yo creo que fui la primera, o no sé, algo parecido [risas]. Entonces, cuando te das cuentas dices: «madre mía».
Pero, al margen de eso, es apasionante, porque es un derroche de creatividad y de imaginación. Yo es lo que viví. Cuando empecé, yo lo hice porque me pareció una bonita forma de adquirir conocimientos en el mundo de la programación. Bueno, yo no programaba, pero de manejar los programas, que era algo que empezaba en aquel entonces, o sea, los ordenadores estaban en pañales.
Y me pareció que iba a aprender muchísimo y me lo tomé como eso, como una forma de aprendizaje en un sector que era muy creativo y que desarrollar juegos era otra forma de contar historias. Me pareció que podía venirme muy bien. Y efectivamente así fue. Porque aprendí a contar historias, que, además, cuando son juegos te obligan a abrir muchísimo la mente. Porque, claro, no es una historia lineal que el narrador cuenta lo que va pasando hasta el final, sino que se van abriendo múltiples posibilidades, porque el propio jugador las va abriendo con sus decisiones, a cada paso que da, en cada fase. Eso te obliga a tener una mente muy abierta, a tener en cuenta un montón de cosas. Y aprendí muchísimo.
Y luego aprendí a hacer proyectos muy largos. Eso es algo importante cuando escribes una novela, porque son muchos meses de trabajo. Los videojuegos te pueden llevar hasta tres años o lo que sea de proyecto y parece que no se acaba nunca, que nunca vas a llegar al final, cuando ya por fin ves la luz. Te hace tener esa perseverancia, esa constancia, esa paciencia y ese no perder de vista, como os decía antes, el objetivo, cuando pasan tantos y tantos meses de cambiar una cosa, otra, nuevos personajes, este no me funciona… Es muy fácil irte por las ramas y al final que se quede todo en nada. Eso lo aprendí haciendo juegos. Es apasionante.
Además, es que fue eso, un momento en el que todo estaba empezando, estaban en pañales todavía. Cuando yo conocí a este grupo que hacía juegos recientemente acababan de sacar un juego que lo habían hecho con Píxels, que eran unos cuantos colores contados y no podías explayar tu imaginación a tope, porque todo estaba muy medido y muy controlado: tantos bits, tanto esto, tanto lo otro. Estaba en pañales verdaderamente. Entonces, cada juego era una obra de arte. Muy medida, muy pensada, muy todo.
P.- (A.D.) Y madre mía a lo que hemos llegado. Y lo que queda.
R.- Eso es. Casi la pura realidad, que ya no sabes distinguir entre un gráfico y algo real.
P.- (N.D.) Además, hoy en día, muchos escritores se enfocan en este tema de los videojuegos, porque es un sector muy en auge y que económicamente también te permite vivir de ello en comparación con escribir otras cosas.
¿Volverías a escribir algún videojuego o ya has cerrado esa etapa?
R.- No, esa etapa ya quedó atrás y me gusta más la novela. Siempre me ha gustado más los libros, es mi pasión. Eso fue una etapa, fue bonita, pero es muy distinta y yo disfruto más escribiendo, escribiendo libros, novelas.
P.- (N.D.) ¿Y nada de guiones, tampoco, de serie, cosas de televisión…?
R.- Nada. No, no, me gusta la novela. De momento al menos, quién sabe, oye, si en algún momento me da el siroco y decido probar con otras cosas. Pero de momento la novela es que me tiene totalmente hipnotizada.
P.- (N.D.) Es muy bonita, la verdad.
(A.D.) Tenemos aquí una pregunta, pero creo que ha quedado más o menos contestada porque teníamos aquí: ¿a qué te dedicarías si no fueras escritora?
R.- ¡Qué tristeza! [risas] ¿Por qué tengo que decir eso? No lo sé. Vamos, es que me da algo. No sé, sería lectora compulsiva [risas]. No, no, no me veo. Porque es lo que soy yo, es lo que yo soy. Además, llegados a este punto sería una gran tragedia de verdad. Hombre, tendría que hacer algo con mi vida, pero no tengo ni idea. Tendría que ser algo creativo también, seguro.
P.- (N.D.) Y, bueno, nos has contado un poco de tu libro actual, que es La mensajera del bosque, que aunque salió en 2018 y ha conseguido muchas cosas hasta ahora, esperemos que muchas más. ¿Nos puedes contar algo sobre proyectos futuros o todavía no?
R.- No os puedo contar mucho. Solo os puedo decir que vais a pasar mucho frío [risas]. Pero es que no os puedo contar, no quiero contaros… [risas]. Es apasionante. Me dado la oportunidad de hablar con gente muy interesante que me ha contado muchas cosas que necesitaba para documentarme y poder desarrollar la historia. Y la verdad que he disfrutado muchísimo descubriendo todo un mundo que no tenía ni idea de que existía, y que espero acercaros a vosotros con este nuevo proyecto.
Sigue siendo un thriller. El protagonista va a ser masculino por una vez, que en mis novelas generalmente ha sido una mujer la protagonista, aunque han sido muy corales todas. En este caso, ha sido masculino. Y va a ser una historia muy potente, pero no os voy a contar nada. Lo siendo [risas].
P.- (N.D.) ¿Todavía estás en el proceso creativo o ya has terminado ese proceso de escritura?
R.- Estoy en fase de correcciones. O sea, yo ya tengo armada la historia, está perfectamente montada de principio a fin, y lo que estoy haciendo es reescribir, corregir, pulirla hasta que espero que en unos meses, en unos pocos meses, ya por fin tenga la versión definitiva. Porque luego entra otro proceso de correcciones nuevo. Pero, bueno, sí, ya estoy en una fase muy avanzada.
P.- (N.D.) Pues nada, estaremos muy atentos a lo que pase.
(A.D.) Por supuesto, después de leer La mensajera del bosque, creo que nos vas a tener como lectores aficionados aquí a Maite. Eso por descontado.
(N.D.) Y algunas anterior, porque es muy interesante ver la evolución.
R.- Sí, es que son muy dispares todas. Aunque sean todas thriller, pero cuentan historias muy diferentes. Porque fíjate que las dos primeras, una bilogía: El secreto de la Belle Nuit y La sombra de Forneau son un thriller, pero son novelas con un fondo histórico, de época. Están ambientadas en plena Revolución Francesa. Entonces, pues tiene un toque histórico muy potente, y mezclado con el thriller les da un puntillo.
Luego la siguiente que escribí que fue El destino de Ana H. Murria es un salto completamente a los años cincuenta. En plena dictadura. En San Sebastián, en Donosti, en mi ciudad. Y es una historia muy familiar, que son tres hermanas que viven bajo el yugo de una madre cruel, despótica, mezclada con un thriller. Se van sucediendo una serie de crímenes en la ciudad brutales. Y eso es un cambio radical de las dos primeras a estas.
Luego vino Donde habita el miedo, que habla de maltrato psicológico y en la que he tratado de hacer visible lo invisible, porque hay muchas formas de maltrato y se habla mucho de violencia de género. Todos tenemos en la cabeza las palizas, los golpes, las vejaciones. Pero luego está ese maltrato silencioso que sume a las víctimas en esa soledad tremenda. Y es lo que yo he querido plasmar en Donde habita el miedo. Y lo he hecho de una forma muy metafórica. Todo lo que cuenta parece muy sobrenatural porque es muy terrorífica la historia, porque enfrenta a su protagonista a todos esos monstruos que lleva por dentro, que no son sino sus heridas a causa de esa relación que tenía. Es muy metafórica, todo tiene su significado y su porqué. Igual que en La mensajera del bosque, que también es muy metafórica realmente.
Después vino Victory. Y fíjate, es un viaje, de nuevo me voy al pasado al 1817 y es un barco perdido en el mar. También tiene su punto de suspense, pero es muy aventurera. Y luego ya El sueño de Valentine que tiene mucho del toque ese de La mensajera, porque es muy fantástica. Pero es un thriller muy potente, muy duro. Es un viaje de descubrimiento realmente, porque su protagonista es una chica que ha pasado toda su vida en un psiquiátrico, que no ve, ve sombras, formas, todo muy confuso. Y arrastra una vida de interrogantes. Todo su afán es descubrir quién es ella misma, empezar una nueva vida, pero es que no le dejan. Y es una historia tremenda.
Y luego ya vino La mensajera.
P.- (N.D.) Pues son todos la verdad que muy interesantes y seguro que los leeremos todos, porque los has descrito increíble. De hecho, parece que además te gusta mucho la historia y un punto de terror, ¿no?
R.- Sí, El sueño de Valentine, la segunda parte es… Yo cuando la escribía, yo misma pasaba miedo, te lo prometo [risas]. Porque madre mía, hay algunas escenas que de verdad… Y Donde habita el miedo también. En esa novela plasmé muchas de mis propias pesadillas. Hubo una temporada que no sé por qué tenía unas pesadillas… Bueno, sí sé por qué. La culpa la tiene mi hermano [risas]. Era muy aficionado a las sesiones de espiritismo y no se le ocurrió otra cosa que hacer una sesión en mi cuarto, donde yo dormía. Y yo que acepté [risas]. Esa tarde noche estábamos ahí unos cuantos amigos y de repente dice mi hermano con su voz de ultratumba: «Espíritu, si estás aquí, abre la puerta del armario». Mira, nos quedamos todos congelados. Porque pensamos que se iba a abrir la puerta del armario.
Y el perro que teníamos en aquel entonces estaba dormido. Llevaba todo el rato dormido debajo de la mesa. En esto que de repente salió disparado hacia el armario, ladrando como un energúmeno. Mira, si tú ves volar las sillas, salir todos chingando de la habitación, pegando gritos y nos encontramos con que había un apagón. Se fue la luz en todo el barrio. Mis padres estaban en la sala con las velas encendidas y entramos en tropel allí, contándoles lo que estaba pasando. Mis padres, que no se enteraban de nada, no entendían de qué iba todo aquello. Y, de repente, en una mesita pequeña que había en un rincón con unas copas estallaron.
Yo después de eso digo: «¿yo tengo qué dormir en mi habitación?» [risas]. Y mi hermano: «no te preocupes, que cogemos los papelitos esos que se ponen en círculos con el vaso y los tenemos que quemar con el vaso bocabajo». Desde entonces tuve unas pesadillas que me moría. Yo soñaba unas cosas horrorosas, y eso está plasmado en Donde habita el miedo. O sea, que un pelín terrorífica sí es [risas].
P.- (N.D.) Guay, eso nos gusta. Así que, bien, bien [risas].
Bueno, pues vamos a acabar la entrevista, porque te llegó un paquete y como eres la primera entrevista del año, pues ya se sabe quién es él, el entrevistado anterior que fue Carlos, y te ha llegado La salvación condenada.
R.- Exacto.
P.- (N.D.) Pues mira, este va por el terror, además.
R.- Uy, genial. Mira, apenas acabo de empezarla, porque esta semana que he estado yo ahí con mi historia del Covid, pues no he tenido ánimos para nada, la verdad. Y acabo de empezarla que llevo nada, unas pocas páginas. Y estoy ahí, de qué va la historia.
P.- (N.D.) Pues Carlos es un escritor de terror y seleccionó esa novela suya. Y, bueno, le agradecemos desde aquí que, además, la firmó para ti. Anónimamente, porque no sabía quién eras. Nos hizo ese favor y ahí lo tienes.
R.- Yo súper agradecida. Me hizo mucha ilusión cuando lo recibí. Lo abrí, ya sabes… Lo abrí.
P.- (N.D.) No hay problema, no pasa nada. Además, es que ya se sabía quién era, porque tuvimos que publicarla. Porque sacamos una revista digital con todas las entrevistas del año y entonces ya se sabía, pero el siguiente entrevistado o entrevistada, no sabemos, pues recibirá el que tú elijas. ¿Cuál quieres que enviemos?
R.- Pues pueden ser…, yo diría dos: o Donde habita el miedo o El destino de Ana H. Murria. A vuestra elección lo dejo. Cualquiera de los dos son especiales para mí.
P.- (N.D.) Si quieres, el que tú elijas y nos cuentas por qué ese.
R.- Vale, pues mira, vamos a mandar El destino de Ana H. Murria. Porque es una historia muy inquietante. Y sigo fascinada con el personaje de Margarita Clarín, con esa madre, de la que os hablaba, y es una historia muy sorprendente. Creo que es una buena elección para quien venga después.
P.- (N.D.) Seguro que le va a gustar, estoy segura.
Pues nada más que decir, que muchas gracias por estar aquí, por pasar un ratito con nosotros. Además, que has estado malita y te lo agradecemos un montón.
R.- Gracias a vosotros, de verdad. Siento que al final lo tuvimos que aplazar un poco, unos días. Pero, bueno, más vale tarde que nunca.
P.- (A.D.) Nada, por favor. Lo importante es la salud, recuperar fuerzas y seguir adelante.
R.- Efectivamente, eso es. Yo, ya sabéis, super agradecida. Hemos estado muy a gusto, muy, muy a gusto, o sea, que muy contenta.
P.- (N.D.) Me alegro de que lo hayas pasado bien, de eso se trata. Y cuando quieras pues estás invitada todas las veces que quieras.
R.- Seguro que repetiremos.
P.- (N.D.) Y así nos cuentas más anécdotas de terror, que a nuestros oyentes les gusta mucho [risas].
R.- Muy bien. Pues tengo algunas cuantas, ya os contaré.
P.- (A.D.) Muchas gracias, Maite, por tu tiempo y gracias por explicarnos y hablarnos tan bien y visual todo lo que haces y piensas.
R.- Muchas gracias a vosotros, de verdad.
Otras entrevistas que pueden ser de tu interés…

Amparo Montejano – Escritora de cuentos de terror y directora de Círculo de Lovecraft
Amparo Montejano es una de esas autoras que han resurgido de sus cenizas y han comenzado a escribir tarde, pero no por eso deja de ser una escritora de terror fantástica. En esta entrevista nos enseña a confiar más en nosotros mismos y a empezar a hacer lo que te gusta en cualquier momento, tengas la edad que tengas. Siempre puede ser un buen momento.

Carlos Ruiz Santiago- Escritor de terror y cineasta
Carlos Ruiz Santiago es nuestro último entrevistado del año, y ha sido todo un placer descubrir sus inquietudes. Es una escritor dedicado principalmente al terror, si bien, lo que verdaderamente quiere hacer en el futuro es cine. Por supuesto, no dejará de escribir otras cosas, pero el mundo del guion es donde ahora mismo quiere enfocar su carrera.
¡SUSCRÍBETE!
Recibirás un correo al mes donde comentaremos todas las entradas, eventos o novedades destacadas.
¿Quieres formar parte de nuestra casa?