Carlos Ruiz Santiago- Escritor de terror y cineasta

Carlos Ruiz Santiago es nuestro último entrevistado del año, y ha sido todo un placer descubrir sus inquietudes. Es un escritor dedicado principalmente al terror, si bien, lo que verdaderamente quiere hacer en el futuro es cine. Por supuesto, no dejará de escribir otras cosas, pero el mundo del guion es donde ahora mismo quiere enfocar su carrera. 

Es un artista multifuncional, puesto que también le gusta dibujar. Así que, nos asegura que no descarta crear un cómic en los próximos diez años. También escribe artículos, relatos y tiene algunas novelas. Su carrera como escritor comenzó pronto, a los catorce años. Aunque en ese momento aún no sabía que iba a ser la piedra angular de su vida. 

Hemos tenido el placer de leer algunos de sus terroríficos relatos en su nueva antología Miedos que me sangran. Su escritura es potente y tiene mucha fuerza, y, aunque deseamos verle en los cines y, por qué no, en algún ensayo sobre literatura y cine, seguro que tendremos la oportunidad de leer más de su literatura. Aún es muy joven y alcanzará a darnos grandes obras, de eso no hay duda. 

¡Muchas gracias, Carlos, por tu amabilidad y dejarnos acabar este año 2021 con una entrevista llena de aprendizaje y cine! Esperamos tu invitación para tu próximo cortometraje. 

Obras: 

Novelas:

  • Salvación condenada (2019)
  • Peregrinos de Kataik (2020)

Libros de relatos: 

  • Miedos que me sangran (2021)

Relatos: 

  • Carne de rata (2020)
  • El último día (2021)

Participación en antologías de relatos: 

  • Dentro de un agujero de gusano (2020)
  • Devoradoras (2021)
  • Transfórmate o muere (2021)

Revistas: 

  • Exocerebros
  • Morningside
  • Dentro del Monolito

ENTREVISTA

P.- (A.D.) Vamos a comenzar con la pregunta que le hacemos a todos los autores que pasan por nuestra casa y es ¿qué significa para ti ser escritor?

R.- Eso es una pregunta chunga, porque, al final, aporrear un montón de letras en un teclado o en un folio y crear algo, eso en parte, yo creo que independientemente de la calidad o de lo que sea, ya te convierte en escritor. Pero yo creo, y esto quizá ya es una concepción más personal mía, que lo que te convierte en un escritor como tal es el tener la decisión de: voy a escribir de manera regular.

A ver, depende de tu estilo de vida, de lo que puedas, de lo que te deje tu trabajo o tus estudios. Pero voy a intentar hacer de esto un hábito, de tomármelo de la manera más profesional posible, dentro, de nuevo, de las capacidades de cada uno, de las circunstancias, que yo entiendo que son distintas. Pero el hecho de levantarte todas las mañanas diciendo «a ver si hoy saco un rato», y cuando lo encuentras, ponerte a ello. 

E incluso ponerte cuando a lo mejor estás un poco cansado, o quizás no te viene tanto la inspiración, pero dices «tengo que hacerlo». Porque, como he dicho: soy escritor, tengo que hacer esto, y conseguir que todo ese proceso no sea un dolor de muelas, sino que sea algo que al final disfrutes. Te cuesta a veces más, a veces menos. Yo creo que ahí está la diferencia entre la gente que escribe y escritor, que creo que es una idea como muy difusa. 

P.- (A.D.) Diferenciamos entre la necesidad de escribir y el escribir por obligación. 

R.- Claro, porque yo creo que, sobre todo hoy en día, hay muchas cosas que a ti te gustan o te pueden apetecer. Pero hay opciones mucho más sencillas, que igual no te llenan tanto, pero son más sencillas, más fáciles de consumir. Que no está mal. O sea, no me voy a dar yo aquí de gurú de lo intelectual, porque sería una estupidez. Pero sí que es verdad que a veces para hacer ciertas cosas, como por ejemplo escribir, que es un algo que te puede llenar mucho, pero que también requiere un esfuerzo. 

Tienes que a veces forzarte un poquito, tienes que, como darte ese pequeño empujón, tirarse a la piscina. Una vez te tiras, ya está. Pero el esfuerzo de tirarte tienes que hacerlo. Y digo escribir porque de lo que estamos hablando, pero como escribir otras tantas cosas, desde hacer ejercicio hasta dibujar o hasta lo que sea.

Hay ciertas cosas que te llenan mucho, pero que también requieren un poco de esfuerzo. Y es dentro de esa necesidad que tenemos dentro a la que le tenemos que echar cuenta. Igual estoy un poco cansado, igual estoy un poco así que hoy no me vienen las musas, pero, bueno, vamos a intentarlo a ver qué sale.

P.- (N.D.) Yo me quedé con algo que nos dijo Javier Azpeitia cuando le entrevistamos. Precisamente lo que tú has dicho, que él decía: para mí escribir es como rodear una piscina de agua fría, ir andando y andando, no me quiero tirar, no me quiero tirar, hasta que te tiras y ya no quieres salir. Pero tirarte es muy costoso. Y me quedé con eso, porque es esa sensación. 

(A.D.) Y sobre todo cuando el agua está fría, que metes el dedito gordo del pie y dices: «uf» (risas). No sé si voy a poder, pero me tengo que tirar de cabeza.

R.- Además, es que es complicado porque no tienes muchas ganas por lo que sea, porque estés cansado, porque tengas otras cosas que hacer o simplemente porque no te apetezca, y es más difícil meterte, o vas motivado porque a mí me pasa, por ejemplo, a lo mejor leído algo muy guay, algún libro o algún relato que me ha gustado mucho y digo «buah». Te entra como el gusanillo de «venga, yo también quiero». Pero claro, te da también el punto de decir: es que yo no lo voy a hacer tan bien. Y tienes ahí ese punto, ese contraste, que al final vayas de una manera o de otra, siempre te va a dar cosa empezar o continuar. Pero lo tienes que hacer. Es no pensarlo y es como tirarse a una piscina, es que es exacto, es la analogía perfecta. 

P.- (A.D.) Y si tienes miedo, nada, manguitos y al agua 

R.- Para delante, ya aprenderás a nadar. 

P.- (N.D.) Y para ti, ¿es más una afición o te lo tomas, como tú decías, más una constante, un ritual cada día, para hacerlo como una profesión, entrecomillado?

R.- Yo escribo más o menos desde los 14, pero realmente desde los 14 hasta los 18 sí que era una cosa mucho más anecdótica. Pero sí que es verdad que a partir de los 18, empecé cada vez a tomármelo un poquito más en serio. Y, por ejemplo, yo no puedo escribir todos los días. Ahora con los estudios, pues me resulta mucho más complicado.

Pero sí que es verdad que si veo una convocatoria de relato que me interesa, intento hacer lo que pueda para mandarlo. Si se me ocurre alguna idea intento escribirla, si tengo un rato intento hacer. Con lo cual, sí que me gusta pensar que trato de profesionalizar, no tanto a nivel de vivir de esto, porque las cosas están como están, pero sí a nivel de una filosofía de trabajo, una manera de tomártelo. Y eso creo que sí, por lo menos lo intento, que a veces me salga o a veces no es otro tema, pero por lo menos lo intento.

P.- (N.D.) En la biografía de tu último libro, que es Miedo que me sangran, una antología de relatos de terror, pone que comenzaste a escribir desde los 14, lo has dicho ahora mismo. ¿Cómo surgen en ti esa idea de escribir desde tan joven? 

R.- Es una anécdota, de hecho, creo que en mi página web lo documento un poco. Es una cosa un poco ridícula, porque en clase de lengua se montó los concursos de relatos de Coca-Cola y creo que teníamos que mandar dos por clase o algo así, no me acuerdo ya. Y para decidirlo, el profesor nos puso a cada uno a escribir un relato con un tema. Y salió una chica y yo, y dije: «bueno, venga, vale». A partir de ahí, empezamos a practicar escribiendo unos cuantos relatos y fuimos al concurso. Fue un desastre. No ganamos nada, pero no, no ganar, que ni siquiera pasamos de la primera fase. 

Fue terrible, pero se me quedó ahí el gusanillo, porque al final yo creo que era un paso muy lógico en mi vida, porque yo siempre he sido una persona con mucha imaginación. Siempre me ha gustado crear, y la escritura es un método muy bueno, porque te permite crear prácticamente lo que quieras con muy pocos recursos. Que es también una cosa que es súper interesante y que otras artes no lo tienen, porque si te gusta la pintura, aunque hoy en día es verdad que es mucho más sencillo a nivel de conseguir las cosas para hacerlo, sí que ya has tenido que hacer una inversión.

Si te gusta el cine, estás muerto. O sea, más te vale empezar a sacar pasta de debajo de las piedras, porque es una inversión increíble. Pero la literatura no, la literatura es una manera de que cualquiera pueda crear. Y además crear cosas complejas, con extensión. Hoy en día, con todas las movidas que hay de publicación digital, puedes hacer unas locuras increíbles. 

Con lo cual a partir de ahí, a mí me pica el gusanillo, nunca lo terminé de dejar. Y, bueno, prácticamente hasta hoy día. 

P.- (A.D.) Me han surgido varias ideas, pero la primera es: cuando te ofreciste a escribir ese relato con 14 añitos, ¿fue porque tenías la curiosidad o porque ya tenías una lectura de algún libro que te había interesado mucho y querías, como la gran mayoría que empezamos a escribir, a copiar?

R.- Sí, bueno, lo de copiar ya te digo que sí. O sea, quiero pensar que he tenido algo de filtro a la hora de publicar y que no hay nada publicado que sea muy copia. Hay claras inspiraciones, a mí siempre me gusta mucho hablar de los referentes, porque creo que son súper importantes y hay gente como que le da miedo. Yo tengo mis referentes muy claros, hago mis propias cosas, pero están ahí. Pero sí que es verdad que a nivel copia yo tengo…—no sé si seguirá por ahí en el ordenador—, pero había por ahí una especie de seudo novela a trozos. Me la volví a leer con los años y dije «joder, se nota mucho que me estaba leyendo The Witcher en este momento». Ese tipo de cosas suceden. 

Pero bueno, claro, tú piensa que yo con esa edad, con 14 para 15, yo estaba empezando a meterme mucho en el mundo de los juegos de rol, con lo cual para mí narrar ya era una cosa que más o menos tocaba ese palo. Y a mí leer me gustado siempre mucho, tanto el libro como cómic, con lo cual ya iba con cierta predisposición a que eso me gustara, y eso fue como la excusa.

Y a partir de ahí, el ver que podía llegar a crear algo, que podía llegar a ser interesante, dentro de lo que un niño de 14 años es capaz de hacer, ya me empezó a picar. 

P.- (A.D.) Ahora, sabiendo lo que sabemos de ti, un poquito, claro, ¿te has lanzado por guiones?

R.- Yo estoy estudiando cine: Realización Audiovisual y Espectáculos. Con lo cual, el guion, tanto de cine como de teatro, es una idea, es una cosa que está ahí. Tampoco me voy a poner aquí a largar las horas de clase que llevo (risas), pero esencialmente es complicado. O sea, porque aunque tú hagas un guion literario, que es lo que hace un guionista, para llevar eso al cine tienen que pasar una serie de astros que se te tienen que alinear. Necesitas un montón de cosas para venderlo. 

Es un poco complicado. En general, es muy complicado ese mundo. Obviamente lo voy a intentar y eso va a suceder, más tarde o más temprano, pero es una tarea titánica. Sobre todo aquí en España, que está la cosa un poco mal a nivel vender guiones, a nivel de que eso llegue algo. Sobre todo dependiendo del género en que te muevas, que es otro mundo.

P.- (A.D.) Antes de continuar, quería decirle a todos nuestros oyentes que tenemos delante a una persona que tiene toda la pinta de cineasta (risas) o en un futuro, que suponemos y deseamos que sea cercano, por supuesto, guionista. Netflix, atentos a esta persona. 

R.- Atentos, que yo acepto todos los cheques en blanco que queráis (risas). 

P.- (N.D.) A ver, pregunta difícil. Esta ya la he hecho alguna vez, pero me gusta mucho. Además, como estás estudiando cine. ¿Qué te parece más difícil: vivir de los guiones en España o de escribir novelas?

R.- Escribir novelas es mucho más difícil. De escribir guiones, verás, es complicado, porque ya te digo que desde que tu pares un guion literario hasta que eso se lleva a cine o a serie, eso tiene que pasar por un botón de procesos y un montón de cosas. Y dependiendo del género que toques y de la manera en que lo toques, estás muy jodido. Pero, claro, dentro de lo que cabe, aunque no sean guiones que a ti te gusten, aunque no estés tocando un género que te interese, es verdad que hay mucha producción. A nivel de series, por ejemplo, como las que hace Atresmedia, o Netflix, que hablábamos antes, que intenta hacer mucha producción nacional. Eso, al fin y al cabo, necesita guiones. Igual no son los guiones de tu vida o los que a ti te gustan. Pero, bueno, puedes tomártelo como un curro. 

Pero, ahora, un libro, como está el mercado editorial español. Es que se me ocurren con los dedos de una mano los autores que viven 100 % de escribir. Y ninguno es del fantástico. Por lo menos en España. Fuera, ya es otro tema, porque el mercado editorial americano es que es otro mundo. 

Con lo cual, sí, yo creo que vivir de lo de los libros es algo de lo que requieres una suerte increíble. Eso ya sí que va más allá de la calidad, de eso estoy seguro. Y no hablo por mí. No me gusta echarme flores. Mira, por ejemplo, aquí creo que trajisteis a Franky. Ese notas nace en Estados Unidos y es rico ahora mismo. Estoy totalmente seguro, es que no me cabe ninguna duda. 

P.- (N.D.) Para mí es un diamante, que está perdido, que nadie conoce. Y es una pena. 

R.- Es increíble. Y como él, un montón de gente que hace unas cosas increíbles. Sin salirnos todavía del camino de la literatura, la revista de la Cabina de Nemo, que siempre trae relatos, artículos, ilustraciones y de todo. Esa revista tiene una calidad increíble. Esa revista no le tiene nada que envidiar al Weird Tales, pero todo el mundo conoce el Weird Tales y esta la conocemos aquí en España. Y, bueno, dentro de los círculos. 

Con lo cual, aquí es que vivir de la literatura no requiere de calidad. A ver, requiere calidad, pero también requiere de una cantidad de suerte que una cosa impresionante. 

P.- (A.D.) Hombre, también la suerte va un poco remando en contra de nuestra historia, porque aquí en España lo que más se vende es historia y novela negra. Saliendo de ahí, por ejemplo, que escribimos terror. Con el terror hay que tenerlos bien puestos. 

R.- Tienes toda la razón. O sea, hay unos géneros, que son lo que tú dices, el histórico y el thriller, aquí venden como churros. Pero después, quitando eso. 

Es que todo lo que es ese subgénero: terror, fantasía y la ciencia ficción —bueno, yo creo que la ciencia ficción vende un poquito más, yo creo que está un poco mejor considerada porque tiene ciencia delante, pero igualmente también está jodida—, pero sobre todo eso, fantasía y terror. 

Además, ya no es solo eso, sino que en España pasa una cosa muy curiosa que yo soy incapaz de entender, y es que nos ponen a la sombra de gigantes en los Estados Unidos, porque se invisibiliza toda la historia que tiene España con la fantasía y el terror, que es muy fuerte. Y parece como que siempre se nos hacen a menos. Cuando aquí en España, a lo largo de la historia, y no te estoy hablando de cosas super indie, te estoy hablando de que en La Celestina invocan al demonio en una escena super tétrica. 

P.- (N.D.) O Bécquer, que tiene leyendas que son míticas. 

R.- Son todo cuentos de terror lo que tiene Bécquer. Además, hay algunos macabros. Yo recuerdo la de la cruz del diablo. Ese cuento es súper macabro. Y como ese, otros muchos. O, bueno, el Quijote es una novela de capa y espada, es una novela de aventuras, de fantasía, prácticamente. De caballeros y gigantes y no sé qué. Que sí, que se le mete un poco la crítica, la burla, pero en esencia y por lo que gustó en su momento, es por eso.

Y la novela preferida de Cervantes, de las que escribió, no era esa, nunca me acuerdo como se llama porque tienen un nombre rarísimo, pero es la última novela que escribió antes de morirse, a unas semanas o dos antes de morirse. Bueno, pues es una novela de aventuras 100 %, como las que hacían los griegos. La gran obra de literatura clásica: La Iliada, más fantasía no puede ser. 

O sea, tenemos como muchos referentes aquí en el sur, aquí en España y estamos como siempre menospreciándonos a nosotros. Y con el cine nos pasa tres cuartas. Vamos, ya podría aprender más de un cineasta americano de Álex de la Iglesia.

P.- (N.D.) Oh, me encanta ese directo. Siempre lo digo, para mí es mi favorito. 

R.- Es increíble lo que ese tipo ha conseguido hacer con 30 monedas, que es lo último que ha hecho, me parece imposible. No sé cómo ha hecho eso en España, porque tenía HBO detrás. Al final, los únicos que apuestan por los españoles son de fuera. Es que es terrible. Es una cosa increíble. 

P.- (A.D.) Aquí defendemos el buen jamón, porque hay mucha carne que se puede poner en el asador y es importante que también nosotros nos demos cuenta de la marca España, que no solamente hay cocina o turismo. Sino que también hay escritores, cineastas, músicos, artistas en sí. De aquí han salido mucha gente importante. Sin ir más lejos, ayer vimos algo tan simple como Órbita Laika y salían científicos que han salido de España. Vamos a ver, aquí tenemos una buena calidad. 

R.- Además, no se ve por la perspectiva, pero yo ahí a la izquierda tengo, no sé lo menos treinta libros de Stephen King. Vale, me gusta mucho. Si yo no digo de menospreciar, si hay autores americanos que están en un standing porque se lo merecen, porque son una barbaridad. Pero que también hay notas de aquí, de Sevilla, de dos hermanas, de pueblecitos y de sitios.

Aquí está, en un pueblecito de aquí al lado de Sevilla, vive Sergio Requejo, que es un autor increíble. Que, además, se autopublica y le mete un trabajo de edición a sus libros y que escribe de una manera impresionante. Y es un notas de aquí, de un pueblecito de Sevilla y no necesita ser de Nueva York. Por lo cual, vamos a apreciar lo que tenemos aquí, sin despreciar lo de fuera. Pero apreciar, joder, las cosas guays que tenemos aquí, que son muchas. 

P.- (A.D.) Por supuesto. Un saludo al tío Steve (risas). 

(N.D.) Te quiero preguntar, ya que estamos hablando de los guiones, ¿habría algún género que dirías «no, no, no puedo escribir guiones sobre eso», o te atreves con todo?

R.- Yo soy yo, en general, para escribir soy muy echado para adelante, pero tengo un problema y es que me cuesta mucho salirme de las cosas que me gustan. Por ejemplo, a mí me gusta mucho leer, pero si me sacas de fantasía o de ciencia ficción, me cuesta un montón leer. Hay libros que se salen de ahí que me encantan, pero me cuesta mucho. Y con escribir me pasa parecido. 

Son mis géneros, me siento muy bien ahí, porque puedo jugar muchísimo. Y si me sacas de ese amplio campo, uf, a ver, yo atreverme, me atrevería realmente con todo. De hecho, yo siempre he querido escribir un libro infantil, no sé, como algo de terror infantil, pero nunca he sabido como plantearlo porque siempre se me va. Me pasa como a Clive Barker cuando intentaba escribir libros infantiles, que se le iba demasiado y hacía cosas muy chungas, y al final no podía vender como infantil. 

Con lo cual, sí. Pero yo que sé, una peli navideña de estas cutres de Antena 3, una peli romántica. No sé, me gustaría probar a ver cómo consigo trastocar el texto para que siga así, pero me parezca guay. Claro, yo me atrevería. Lo pasaría mal, seguro, pero me atrevería (risas). 

P.- (N.D.) Yo creo que además tienes algo muy bueno. Y es que yo creo que puedes tocar todos los palos, porque hemos leído que has sido ilustrador. O sea, que a lo mejor podrías incluso escribir un cómic. Has escrito novelas, relatos. Ya no te queda casi nada. Para mí, un consejo, ya que leí tu prólogo en la antología Transfórmate o muere, es un ensayo, por favor. Yo te veo como Espectra, de Pilar Pedraza. Yo te veo algo así, literatura y cine. Y creo que sería una buena idea. 

R.- El ensayo es un género muy interesante, pero requiere mucha documentación y a mí siempre me asusta un poco. Porque requiere preparártelo. Y por ejemplo, el prólogo que comentas, es un prólogo sacado de las entrañas, es un prólogo escrito a mala hostia, sobre algo que me hierve mucho, que es como, normalmente, escribo los artículos para el Monolito, con cosas que me hierven (risas). Y Jose Luis como es muy bueno, pues me lo publica. Pero, claro, ya un ensayo requiere el pararte. 

A mí me gusta mucho. O sea, y no te creas que es una cosa que no he barajado, pero muchas veces me da síndrome del impostor. Es decir, buff, soy yo capaz, tengo yo tanta autoridad como para escribir. Me da cosa, pero no te creas que no se me ha pasado pasa por la cabeza. 

P.- (A.D.) Lo importante es que si te sientes escritor y eres escritor, no hay nada más que lanzarse. Volvemos a la piscina. Hay que lanzarse. 

P.- Totalmente. Lo que pasa es que a veces es más fácil lanzarse y a veces menos (risas), pero, al final, acabaré lanzándome, porque soy muy tozudo cuando me pienso las cosas. O sea, que más tarde o más temprano. 

P.- (A.D.) Hemos visto que también has colaborado en muchas revistas, con relatos, artículos. Y, sin embargo, solo hemos podido ver dos novelas. ¿Qué te gusta más? ¿Te gustan más los relatos o las novelas?

R.- Tenemos una relación extraña. Primero hay una función aquí súper importante, y es que un relato requiere mucho menos tiempo que una novela. Eso para empezar. Y después que el relato tiene una especie de intensidad, es muy potente, como tienes que condensarlo todo en cinco o diez páginas, tres, las que sean. Es un puñetazo, es muy poderoso, tiene algo. Además, es simple probabilidad. Hay muchas más convocatorias de relatos que de novelas, con lo cual al final uno acaba sacando más de eso.

La novela me gusta mucho porque es un género que te permite explorar a mayor escala. Tiene ciertas desventajas, por ejemplo, que es mucho menos potente que un relato —bueno, puede ser tan potente como un relato, pero solo a ratos, porque necesitas tus momentos de descanso, ir poquito a poco subiendo y bajando la tensión dramática—. Pero también te permite desarrollar muchas cosas que un relato te es imposible por tiempo, porque tienes un número muy limitado.

Con lo cual, la verdad es que no sé. Además, también es que a mí me gusta mucho el concepto de la novela corta, del bolsilibro y de todo este tipo de cosas, porque pasa mucho en el género fantástico que nadie sabe hacer cosas que no sean sagas de diez libros. Y es como: me encantan las sagas, pero, vamos a ver, también hay gente que le apetece cogerse un libro, de 200 páginas, leer un poquito y ya está. Yo abogo mucho por el género corto, sin despreciar a lo largo, aunque no hay publicado nada todavía he escrito también cosas de mucha más longitud. Y es verdad que te da un juego increíble, lo que tú puedes llegar a desarrollar ahí es una barbaridad. Pero, claro, yo siempre abogo mucho por el género corto. También es un poco filia personal. 

P.- (A.D.) Entonces, puedo adelantar que el libro que te va a llegar, y que luego te enseñamos, te va a gustar. ¿Te sientes más, entonces, cuentista, en el buen sentido de la palabra, por supuesto, que un narrador de una novela?

R.- Es verdad que yo me siento más cómodo en el género corto, porque incluso las novelas que tengo no son demasiado largas, son novelitas cortitas. Y una cosa en la que estoy trabajando ahora también es una novela cortita. 

Es que es un género que tiene impacto. Es un género que me resulta más atrayente. Además, te da mucha experimentación, porque los relatos entran prácticamente ya empezados y terminan sin un final claro. Puede no ser el caso, pero es mucho más fácil que eso. Y eso te ahorra dar mucho más al lector para entender. El no tener tú que justificarte tanto y explicar tanto, sino que el lector vaya sacando sus conclusiones. Y ese espacio en blanco que tiene que rellenar el lector, a mí me da un juego increíble, porque puedo hacer casi lo que me dé la gana. Si lo monto bien, porque ahí está la dificultad, pero si lo montas bien, puedes decir casi lo que sea, que el lector va a juntar las piezas.

Y es un juego. Y eso es súper divertido. Eso es algo que la novela te puede dar, pero es mucho más complicado de conseguir. Yo siempre que escribo novela intento jugar también con los formatos. Por ejemplo, en Peregrinos de Catay, tiene una historia lineal que podéis seguir perfectamente y ya está. Pero hay una especie de relatos cortos metidos entremedias, que te cuenta la historia de un personaje desordenada y además nunca desde su perspectiva.

Con lo cual puedes leértelos y te añade y ya está. Pero si quieres, el lector tiene el juego de encontrar las piezas, juntarlas y ordenarlas. Ese juego es muy divertido. Me gusta mucho. Y yo creo que con los relatos cortos te puedes permitir más que con una novela, que para que no se te caiga a pedazos necesitas una estructura, porque mantener algo de 300 páginas, no te digo algo de 600, necesitas una estructura e ir todo ordenadito, y para saltarte eso tienes que tener muchísima habilidad.

P.- (N.D.) ¿Y cómo se organiza Carlos Ruiz para escribir? No quiero decir lo de brújula o mapa, porque ya está muy dicho. Pero ¿cómo es tu día a día escribiendo?

R.- A mí se me da mal improvisar. Tengo un cuaderno donde voy escribiendo básicamente por escenas el relato que yo me quiera inventar, o con las novelas hago lo mismo, por capítulos esa vez y después dentro de cada capítulo por escenas. Y voy desarrollando y voy tachando, y así voy tirando.

Porque, además, pasa una cosa y es que esto que le pasa a mucha gente, el miedo a la página en blanco, el quedarte parado o atascado en la novela —en la novela es que suele pasar más que en un relato, porque como es más larga—, que estoy atascado, ¿qué hago? A mí no me pasa, porque ya tengo todo el planning y solo voy siguiendo el camino y tachando cruces. Voy tachando, voy tachando, porque ya he hecho el trabajo, digamos, difícil de ver cómo salgo de este camino, ya lo he hecho de una manera esquemática. Con lo cual, es muy raro que yo me trabe. Me pongo, y a escribir hasta que no me dé la cabeza. 

P.- (A.D.) Pues tomando ese camino, vamos a meternos en el mundo de los autores. Un camino, a veces, complicado. ¿Qué autores son tus favoritos y cuáles te inspiran a la hora de escribir?

R.- Hmm. Me gusta esa pregunta. Vale, mira, por ejemplo, bueno, lo he nombrado antes, Barker. Clive Barker es absolutamente impresionante, el concepto de la nueva carne, del placer y dolor, todo a la vez. Es un concepto muy gráfico, pero va más allá de ese arte tripas, ahí hay algo. Consigue crear un mal rollo impresionante, y es algo que me atrae mucho. Consigue concebir algo bueno como es el sexo, como es la sensualidad, y transformarlo en algo terrorífico. Y aparte es un tío que igual te escribía de eso, que te escribía, porque esa es la parte que conocida Barker, también historias de fantasía para muy cafeteros. El tipo sabía, bueno y sabe, moverse en muchos campos. 

Está, bueno, Lovecraft, y el concepto de lo inenarrable. Yo prácticamente empecé a escribir gracias a él, o sea, yo recuerdo levantarme por la noche a beber agua pensando en las montañas de la locura y en esa ciudad escondida debajo del hielo. 

Uno que a mí me vuelve loco es Charles Maturin, con Melmoth el errabundo, que es una novela que yo no conocía de nada, que encontré por absoluta casualidad, porque la portada me llamó la atención y yo soy, a día de hoy, incapaz de describir esa no vela. Es que no me sale, me quedo sin palabras. No sé describirla, es increíble. No sé deciros ni de qué va, pero es maravillosa. Hay que leerla. Son 900 páginas de maravilla. 

Tirando quizás más por la fantasía, Steven Erikson o Joe Abercrombi también me han tirado siempre mucho. El concepto de una fantasía más sucia, pero sin perder la épica. También ese amor por los monstruos, muchos de ellos humanos. Siempre me ha gustado mucho.

Y, bueno, Stephen King. Vamos a tirar de clásicos, pero es que es Stephen King, joder. 

Sí que me gustaría aquí dar una pequeña puntada, porque es una escritora que solo tiene un libro, que es una recopilación de relatos, y aún así a mí me ha influenciado un montón y me vuelve loco, porque es probablemente la mejor escritora de terror de la historia. Es Nadia Bulkin, que tiene un libro de relatos que es Ella dijo destruye. Creo que ahora está escribiendo una novela, me parece. Espero que sí, porque solo tiene eso por ahora publicado y en diez años es la mejor escritora de terror de la historia. Estoy seguro, es que es increíble lo bien que lo hace esta chica. 

Y yo creo que esos serían mis referentes más gordos o más notables. 

P.- (N.D.) Mira, tirando del hilo de la última recomendación, que precisamente la siguiente pregunta iba a ir por ahí, si nos podías recomendar escritoras de género que son menos conocidas y que podamos descubrir. 

R.- Pues mira, por ejemplo, Nadia Bulkin. También tenéis a Jennifer Giesbrecht, que tiene una novelista corta que se llama El monstruo de Elendhaven, que es buenísima. Yéndonos aquí a España, tenéis a Rocía Cala, que justo ayer fui a la presentación del libro que ha sacado, una recopilación de relatos de ciencia ficción, terror, fantástico. 

Sí, bueno, Anna Smith Spark, si os gusta la fantasía oscura, es una barbaridad lo que tiene esa señora. Tiene una trilogía que se llama La corte de los cuchillos rotos, bueno ese es el primer libro. La trilogía se llama algo así como El imperio del polvo o algo así. 

También mi querida Auxi, que escribió el libro de El décimo paciente. Es una crack, el como te hila las historias, el como le da un giro siempre a todo, como te mantiene pegado. Además, es muy buena ilustradora. Otras crack que hay que reivindicar siempre. 

P.- (A.D.) Una pregunta que puede ser difícil de contestar, porque es un poco futurista, pero ¿cómo te ves de aquí a diez años? 

R.- Viejo…

P.- (N.D.) Joder, no digas eso que eres más joven que nosotros (risas). 

R.- Bueno, matizo: más viejo (risas). ¿En diez años? Con un poco de suerte con más novelas publicadas, con algún cómic, llevo tiempo queriendo meterme en ese mundillo, que requiere más tiempo. Y espero que con la pata metida en algo de cine, espero. Pero más allá de eso, la cosa es que tiene una incertidumbre de la leche, la verdad. Y más aquí. Con lo cual, es un poco como andar a oscuras todo el rato. Además, lo tengo comprobado, intento hacerme planes de aquí a largo plazo y me salen por otro lado. No necesariamente mal, pero por otro lado. Estoy convencido de que lo mejor es ir más o menos improvisando, porque es una locura. Soy incapaz de decirte qué va a pasar en un año, menos lo que va a pasar en diez, es que es una locura. 

P.- (A.D.) Bueno, eso es lo bonito. Cuando dices: yo dentro de diez años me veo ganando un Nobel de literatura. Bueno, a ver qué pasa, a lo mejor por el camino te quedas ganado otro premios o ninguno (risas). 

R.- El premio Alpedrete al mejor libro (risas). Ese es mi destino. 

P.- (A.D.) Considero que eso es lo bonito, el camino que, al final, es el que te lleva a tu destino. 

(N.D.) Mira, mi madre siempre me decía que un profesor suyo le decía: siempre tienes que aspirar al diez, porque te vas a quedar por debajo. Entonces, cuanto mayor sean tus aspiraciones, más es lo que vas a conseguir, porque siempre te vas a quedar por debajo de lo que es tu tope. 

R.- Totalmente. Al final, no hay peor crítico que uno mismo. No hay nadie que sepa mejor tus fallos que tú mismo. Con lo cual, eso es lo que tú dices, que las aspiraciones son como muy difíciles de conseguir, porque siempre esperas unas cosas que no son razonables de ti mismo. Con lo cual es eso, ir a la excelencia e ir improvisando según te vaya saliendo la cosa. 

P.- (N.D.) Tengo curiosidad, ¿sigues haciendo proyectos de ilustración o tienes planes futuros de hacerlo?

R.- Claro, el problema con la ilustración es que no soy un ilustrador rápido. El que a mí me enseñó, que fue Juan Alberto Brincau Berlanga, que es un absoluto puto crack. Para ser buen ilustrador, a nivel vivo de esto, es ser rápido haciendo las cosas y haciéndolas bien. Si ilustras mucho, ganas mucho, porque te está pagando más gente. Y yo soy un ilustrador lento. Igual que escribo de una manera determinada, tengo un estilo determinado, que igual no casa con ciertas cosas.

Igualmente, no es un mundo que me gustaría abandonar. Sigo dándole, pero ya más, como se dice, para mí. Y aún así, el tema de cómic es un mundo en el que me gustaría meterme. Con lo cual, es un mundo que sí que me he quedado un poco apelmazado, pero no es algo que haya abandonado o que pretenda abandonar, la verdad. Me gustaría seguir dándole caña por ahí. Lo que pasa que a veces llevo tantas cosas a la vez que alguna se me desmorona por el camino. 

P.- (A.D.) También hemos visto que tienes un blog de cine. Entonces, tenemos la curiosidad, porque tienes el alma partido en dos: en el cine y la literatura, ¿qué te aporta el cine que no lo hace la novela y viceversa?

R.- Esa sí que es jodida (risas). El cine tiene un elemento que igual parece muy tonto a priori, pero es obvio que es el elemento visual y el elemento sonoro, porque es verdad que una novela vive de crearte imágenes en la cabeza, pero el cine, digamos, que concreta. Y, después, hay cierta manera de hacer las cosas, no se narra igual en cine que en novela, eso está claro. Pero hay cierto punto en como se compone que, al fin y al cabo, como el cine es tan caro de hacer, tú no metes nada en un plano que no sea para algo, hasta la tontería más grande.

Y precisamente ese cuidado por los detalles, esa manera de narrar a través del montaje, que, por ejemplo, en libros podríamos traducir como montar cortando escenas, ir usando frases muy cortas cuando la tensión sube, ir alternando entre pedazos de distintas historias cuando confluyen cada vez más cortos. Eso es algo que la literatura ha bebido mucho del cine. Con la literatura actual se nota un montón, lees un libro de ahora y lees un libro de hace unas cuantas décadas, y se nota la influencia del cine, esa manera de narrar montando. El acompañamiento visual y sonoro, el influenciarse de lo visual es algo que está ahí y que a mí me parece muy interesante. 

A cambio la novela tiene cosas que el cine es incapaz. Primero extenderse, una novela puede extenderse mucho más sin ser mala. Una novela de 700 páginas está bien, si está bien escrita no tiene nada de malo. Pero una película de cinco horas…. Puedes hacerla, está Novecento, por ejemplo, pero, uf, es que no. Y si la haces, va a ser para un público muy específico y te va a caer de todo. Porque en el cine siempre está esta máxima de menos es más. Que es un poco tontería a veces, pero bueno.

El concepto de que una novela puede extenderse más, y eso implica extender más en sus personajes, en su ambientación, en su historia, en sus reflexiones. El concepto de poder cavar por debajo de lo meramente funcional, porque esa es la desventaja del cine: todo lo que sale tiene que ser funcional, porque te está costando mucho dinero hacerlo. La novela no necesita ser todo funcional y ahí hay una libertad que es muy interesante. Te puede dar a juegos interesantes, que el cine o no su puede permitir o le cuesta mucho permitirse. 

P.- (A.D.) Es curioso porque las novelas que podríamos ver, por ejemplo, decimos: vamos a ver una novela del siglo XX, es muy descriptiva. Y, sin embargo, tú te vas ya a la mitad del siglo XX o al siglo XXI y son novelas muy dialogadas. 

R.- Claro, ves, eso es mucha herencia yo creo del cine. Además, es un cine muy concreto, el cine que le ponía mucho peso a los diálogos, porque hay otro tipo de cine, si te vas ya a cine más vanguardista, al dogma 95 y toda esta gente, al final, es cine mucho más visual. 

Por ejemplo, ya que estábamos hablando de todos los subgéneros, el terror yo creo que a día de hoy mira mucho más a ese sentido, al concepto más visual que dialogado. Pero sí que es verdad que los diálogos durante una gran parte de lo que es la historia del cine han tenido mucha importancia. Prácticamente la que más. Y es algo que las novelas han bebido un montón. Incluso, ya ni siquiera te vayas a los diálogos, es el concepto de que son mucho más visuales. 

Tú lees a Abercrombie y a Tolkien, y costas un montón que uno es mucho más poético, descriptivo. Y no solo descripción, sino descripción de una manera concreta, hecha para ser leída, hecha para ser masticada con tranquilidad. Mientras que el otro es un estilo mucho más visual, más potente, no necesariamente mejor, que no voy por ahí, pero si potente a nivel de fuerza. Igual no golpea durante tanto tiempo, igual no llega a ciertas reflexiones que a lo mejor Tolkien llegaba, pero Abercrombie es mucho más duro, te lleva más por su camino y hace que no te pierdas. 

De nuevo, son maneras de narrar, son estilos, corrientes que van cambiando y moviéndose. Por ejemplo, tirando de nuevo del terror, que antes era mucho el terror de sustos. Hubo una época que estaba por todos lados. Ahora es otro tipo de corriente, cosas que gustan más. Y con la literatura pasa lo mismo. Hay corrientes que tiran y aflojan. Se nota muchísimo si vas leyendo literatura o cine clásico y vas subiendo de años, vas notando como esas corrientes influyen y cambian muchísimo el producto. 

P.- (A.D.) Una de las cosas que me despierta la curiosidad, ya que tenemos delante a un futuro cineasta y guionista. Tenemos en la estantería a Robert McKee, entonces, ¿qué consejos puedes darle, que ya vayas adquiriendo poquito a poco, a alguno de nuestros oyentes que quiera introducirse en ese mundo del cine, harto complejo, o en el guion, harto complejo también? ¿Y si Robert McKee puede abrir un poquito la conciencia y aprender de él, por supuesto?

R.- La respuesta corta es sí. O sea, El guion de Robert McKee pues sí, es un libro muy interesante. Pero el problema de estudiar un arte como una técnica es una mala idea, porque intentan estructurar algo que no está estructurado. 

El otro día leía un hilo en Twitter que escribía Nacho Vigalondo, que me pareció magnífico. Y el tío hablaba de como Cazafantasmas lo tiene todo para ser terrible. Está mal hecha, está mal escrita por todos lados. Los personajes que son unos cutres, pero a la vez son unas celebridades; no los conoce nadie, pero los conoce todo el mundo. Aparece el cuarto de los Cazafantasmas que se añade, que hace el mismo papel que Venkman, que es el tipo lógico, ¿a qué viene eso? Y aún así es perfecta. Lo hace todo mal y es genial. ¿Por qué? No tiene sentido. A lo que voy es que las normas están hechas de una manera muy extraña. 

Mi consejo, si quieres ser guionista, o hazte realizador, o sea, director, o hazte muy amigo de un director que tenga una misma mentalidad que tú. Porque una vez tú das un guion literario a un director, este te hace el guion técnico, y lo que quede de tu guion… Y ya no solo lo que quede de tu guion, sino de la manera que tú lo quieres expresar. A mí me pasó, por eso me he metido a realización, porque yo quiero controlar también el aspecto técnico de los guiones. 

Y, bueno, también, que eso creo que sí es muy interesante, lo decía Guillermo del Toro en una entrevista y a mí me parece muy guay. Hay gente que con los guiones literarios se pone muy prosaico. No seas así. Descripción y diálogo, descripción y diálogo. Tú piensa que tienes que ser muy visual. Aquí no te puedes andar con figuras retóricas. Eso es una novela, eso es un relato. Pero un guion es descripción y diálogo. Y ya a partir de ahí se narra.

Claro, mucho de esa parte viene del director. Por eso digo que si te interesa la creación artística total, que te hagas director. Además, te va a resultar mucho más fácil vender un guion si ya tienes un director, que encima eres tú. Te va a resultar mucho más sencillo, porque ya le estás dando parte del equipo a quien te lo vaya a comprar. No se tiene que comer tanto la cabeza. 

P.- (N.D.) ¿Y ya has pensado proyectos, cortometrajes o alguna cosilla?

R.- Sí, tengo por ahí una idea para hacer con unos compañeros de clase, a ver si se lo monto bien y se la vendo bien (risas). Y tenemos también por ahí, porque queremos hacer un corto interciclo con los de iluminación, los de producción y los de sonido. Y estuvimos el otro día unos cuantos vendiendo nuestras ideas y a ver si a ver si sale. 

P.- (A.D.) Y una última pregunta. Siempre vemos en televisión a esos guionistas que nos cuentan, como esta última serie tan famosa como La Casa de Papel, donde hay, al final, un documental donde salen los guionistas, los directores. Siempre tenemos la imagen de que está el guionista, hablando sobre la creación de esos personajes, pero desde que se escribe el guion hasta que se realiza ¿qué tiempo hay? 

R.- A ver, es que aquí hay dos como dos variantes muy grandes, que depende muchísimo del proyecto y después depende muchísimo de si estás haciendo una serie o una película. Ahí hay dos mundos, porque de hecho en una serie el guionista suele tener más peso, que es en las pocas veces que pasa, que el director suele tener más peso. Pero no suele ser un guionista. Ahí está el truco. Suele ser como una mesa de seis o doce guionistas, que tiene un showrunner, que es el que dirige, que es un poco guionista, un poco director, un poco productor, un poco todo. Mientras que en el cine, pues es otra movida.

Claro, ¿el tiempo que pasa? Es que la preproducción, o sea, que es todo el tiempo que hay desde que te surge la idea hasta que empiezas el rodaje, eso puede ser lo que sea. De un rodaje sí que te puedo dar un tiempo concreto que tiene que durar.Pero de preproducción…, incluso de posproducción, que ya es todo un montaje y edición y demás te puedo dar cierta idea. Pero en preproducción se puede tardar lo que sea. Es que depende de quién te dé dinero, de qué condiciones te pongan, de lo que tardes tú. Es que puede ser desde un mes hasta dos años. Puede ser lo que sea. Es que es una locura. 

Así pasaba en el caso de Terry Gilliam con El hombre que mató a Don Quijote. Si alguien no ha visto hoy, hay un documental que se llama Perdidos en la Mancha, en el que el tío te cuenta toda la odisea que fue grabar esa peli, de la segunda vez que intenta grabar esa película, porque la intenta grabar tres veces hasta que a la tercera le salió. La segunda salió todo mal, les llovió en el desierto. El caso es que este tío ha pasado en preproducción esa película años, muchos, muchos años. Y estoy hablando de Terry Gilliam, uno de los Monty Python, que es uno de los grandes cabezas del cine.Y ese tío se llevó preproduciendo años, no porque quisiera, sino porque no conseguía lo que quería. Con lo cual, una preproducción te puede durar lo que sea. 

P.- (A.D.) Una pregunta, con esta ya termino, porque me puedo pegar aquí preguntando de cine…, sobre todo por comprenderlo, porque, claro, es muy curioso. ¿Los guionistas son bien aceptados en el set de rodaje?

R.- No (risas). Mira, cuando nos presentamos en clase y yo dije: «yo quiero dirigir películas, porque me gusta escribir. Y yo quiero escribir mis películas y mis series». Y me dijo mi profesor de cine que hay un chiste muy feo, pero muy cierto, que es: había una chica tan tonta, que para entrar en un rodaje se lió con el guionista. El guionista no importa nada. De hecho, en una película, una vez tú firmas el contrato, a menos que seas realmente importante o seas el director, tu opinión no importa nada.

Tienes una cláusula, que ponen siempre, que es que tu guion es modificable dependiendo de las circunstancias de producción. O sea, que básicamente, si lo necesitamos, lo vamos a cambiar. Y una causa justificada puede ser lo que sea, díselo a Kubrick. Kubrick hacía lo que le daba la gana. También Kubrick es un caso especial, pero, bueno, el concepto de que todo eso es muy transmutable. El guionista es uno que puede ir al rodaje, pero nadie le va a echar cuenta, la verdad. Su opinión no importa nada. 

En una serie tiene más peso, porque no solo tienes que definir una historia, tienes que definir una línea argumental, una serie de puntos de giro y una serie de cosas que ya más complicado.Por eso, una serie suele tener muchos directores, pero los guionistas suelen ser fijos. Pero luego es otro rollo, porque, ya digo, es una cabina con varios, que dirige un showrunner. 

Hay series autorales, como True Detective o 30 monedas, que sí que es un director y un guionista el mismo. Pero no son tan comunes. Es otro rollo, claro, porque para eso tienen que fiarse muchísimo de ti. Piensa que todo esto que yo estoy contando es muchísimo dinero. Porque es muy difícil y requiere muchas cosas.No es que se pague en exceso, pero es verdad que requiere mucha inversión. Con lo cual, todo esto muy complicado y el guionista no es más que el que da la base al director, que es el después monta las cosas con el resto de técnicos y de equipo de realización. 

Por eso, muchos directores, más bien al revés, muchos guionistas son directores. También porque si quieres que se cuente tu historia como tú la quieres contar, no te queda más que hacerla tú. 

 P.- (N.D.) Pues nada, mucha suerte.Estaremos esperando a ver si te haces un Álex de la Iglesia, que yo estaría enamorada entonces (risas). 

Bueno, esta entrevista es rara, porque es la primera vez que a la anterior entrevista la entrevistamos dos veces, el libro no ha llegado a su destino antes de tiempo y vamos a publicar dos entrevistas en un mismo mes. Cuando empezamos las entrevistas queríamos aportar algo de valor a los escritores y que os conociérais entre vosotros, aunque es posible que te suene a algo como el Círculo de Lovecraft

R.- Ah, yo creo que sé por dónde vas a ir. Creo que ya sé que libro es. 

P.- (N.D.) A ver, dime quién es…

R.- ¿Es el libro de Amparo, puede ser?

P.- (N.D.) Sí, puede ser. Te va a llegar Profanación

R.- Guaah, lo estaba viendo y dije: me lo tengo que pillar. 

P.- (N.D.) Pues no hace falta que te lo pilles, porque Amparo eligió que regalásemos al siguiente entrevistado, que eres tú, su libro Profanación. Por eso hemos tardado más, porque ha salido hace una semana. Así que, te llegará. 

R.-Perfecto. 

P.- (N.D.) Y, bueno, pues ahora te toca a ti. ¿Qué libro quieres que regalemos al siguiente entrevistado? y ¿por qué? 

R.- Pues, a ver. Uf, es que es una pregunta chunga. 

P.- (N.D.) Puede ser antología de relatos también, que sabemos que has participado, no importa. Algo en lo que hayas participado tú, te guste y quieras. 

R.- Yo creo que voy a enviar el de Salvación condenada, el primero que publiqué. Es pequeñito, no va a ser meterle un tochaco a nadie, porque es muy potente y, además, es un libro al que yo le tengo un cariño especial, porque es el primero al fin y al cabo. Es un libro que yo le eché mucho. Y, aún imperfecto, porque sus cosas tiene, yo creo que es potente y que es guay. Así que, yo creo que ese. 

P.- (N.D.) Pues ese será. Le llegará al siguiente entrevistado o entrevistada. 

R.- Maravilloso

P.- (N.D.) Y nada, espero que lo hayas pasado bien y hayas estado a gusto. 

R.- Sí, la verdad es que estado súper bien. Me lo he pasado muy bien. Ha sido genial, la verdad. 

P.- (N.D.) Y muchas gracias por estar en Casa Drojan. 

R.- Muchas gracias a vosotros por invitarme. 

P.- (A.D.) Y cuando se termine el estudio y hagas algo ya potente, una llamadita que nos volvemos a ver.

R.-Hombre, encantado. 

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