
Hace algún tiempo que leí este teatro. Y al releerlo es cuando me apetece hacer una pequeña reseña sobre esta magnífica obra de Ramón del Valle-Inclán, Luces de bohemia.
Cuando la leí por primera vez no entendí muy bien el contexto, las maneras en la que los personajes vivían, e incluso tenía que estar analizando quién era el que estaba viendo y saber la relación entre ellos. Eso me pasó por no estar acostumbrado a leer teatros. Pero la verdad es que me adentré en el mundo de los teatro con Calderón de la Barca. Y de eso ya había pasado un tiempo.
Cuando lo leí por segunda vez, pude saber descifrar muchas cosas sin la necesidad de buscar por internet o leer la guía de lectura, que trae la edición que tengo y que muchos tendrán.
Todo se basa en una historia con un fondo de crítica. Por eso hay que decir que nos encontramos en un periodo, digamos, complicado: la Restauración. Ramón del Valle-Inclán quiere criticar las hipocresías cometidas por el gobierno en aquellos tiempos. Pero, sobre todo, la situación política y social de aquel momento.
Me encantó que el protagonista fuera un ciego. Al final, es un ciego el que quiere imponer una justicia que nadie más quiere ver. Viendo esta parte, no puedo reprimir la necesidad de escribir lo interesante que es y la relación que tiene con Iustitia, dama de la justicia. Que todo el mundo sabe que tiene una venda, una balanza en una mano y una espada en la otra.
Con esta obra y en manos de Max Estrella, quiere denunciar todo un acontecimiento social muy enfermizo para cualquiera que estuviera en el lado opuesto a lo que estaba sucediendo. Era lo que quería hacer con esta obra y consigue hacerlo. Quiere denunciar el hambre y la corrupción política…
Vuelvo a decir que es una obra exquisita, de esas para dejarse llevar por el humor de los personajes, de la interacciones de todos… Entendiendo, como no, el contexto en el que está escrita esta obra.
La verdad es que siempre me hecho muchas preguntas sobre todos los escritores de la generación del 98 y del 27. Sobre todo, la del 98, que fueron los que vivieron una senda que marcaría toda la historia. Aunque los de la generación del 27 no se quedaron atrás.
Como autor no puedo tener quejas, la verdad. Si no lo has leído, espero que pronto puedas hacerlo. Te lo recomiendo encarecidamente.
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