En muchas ocasiones, nos encontramos con personas que en su cabeza tienen un mundo a punto de explotar, o varios de ellos ya conviviendo con la realidad de sus días. Y, aunque no quieran, he de decir que los escritores somos niños encerrados en un cuerpo adulto, con un cerebro adulto, con muchas ganas de jugar, porque eso es lo que hacemos, jugar contigo, querido lector. Obviamente no ocurre en todas las novelas, hay muchos géneros y cada uno requiere unas técnicas distintas.
Eso mismo le ocurre a Juan Antonio Oliva, nuestro siguiente entrevistado. Un escritor con una capacidad increíble de imaginar mundos distópicos y hacer que el lector se estremezca. Claro, que, en algunos momentos, se puede encontrar sangre, mucha sangre. Incluso gore. Sí, a este hombre le gusta la sangre, las vísceras… ¿Estamos ante un vampiro o un monstruo? No lo sabemos. No tuvimos esa impresión. Pero nunca hay que fiarse de nosotros. Podemos tener un laboratorio secreto, alimentarnos con carne humana o, en el peor de los casos, ser personas absolutamente normales.
Haciendo un repaso de su trayectoria, nos contó que comenzó a formarse en la Escuela de escritura Ateneu barcelonès. Ha obtenido premios con sus relatos, ha escrito en antologías de relatos y publicado tres novelas: Las Guerras Infinitas, un bolsilibro, con Cazador de Ratas Editorial, en 2018; Durmientes, con Dilatando Mentes, en 2019; y el último hasta la fecha: Neopiel, en 2020, con Cazador de Ratas Editorial.
Es un escritor principalmente de ciencia ficción. Nosotros lo podemos presentar de múltiples formas, aunque la mejor y única es la que él hace. Así que, sin más demora, os dejamos con esta fantástica entrevista a Juan Antonio Oliva.
Novelas de Juan Antonio Oliva:
- Las Guerras Infinitas (2018, Cazador de Ratas)
- Durmientes (2019, Dilatando Mentes)
- Neopiel (2020, Cazador de Ratas)
- Lágrimas de Silicio (Próximamente con Dilatando Mentes)
ENTREVISTA EN AUDIO
ENTREVISTA TRANSCRITA
P.- (A.D.) ¿Qué significa para ti ser escritor?
R.- Para mí ser escritor significa evasión y diversión, porque siempre ha sido una forma de evadirme desde que era joven. De estar en las nubes, como me decían muchas veces, jugando con un palo en las manos, criado en la calle como los de todo una generación. Pero siempre pensando, imaginando en más allá. Y un día dije: pues esas historias que me molan leer y que me cuesta encontrar con cuentagotas, por qué no ponerlas en un papel y viajar a mis propios universos.
Por un lado, evasión de la vida real, de sus cosas buenas y sus cosas malas. Y por otro lado, liberación. Porque cuando me meto en alguna de mis historias, ya sea corta, ya sea larga, yo intento disfrutarlo. Con todos sus quebraderos de cabeza, con sus cosas también buenas y malas. Porque, a ver, yo siempre digo que no es bucólico lo de ser escritor. Es un trabajo, es un esfuerzo y se penca muchas horas y se sacan de donde se puede. Yo soy un currante normal y corriente y luego en mi tiempo libre, pues cuando no estoy haciendo otras cosas, intento escribir a cachos. Ojalá pudiera escribir de un tirón.
Pero siempre con la idea de que tengo que disfrutarlo, porque si yo la historia que estoy creando no la disfruto y cuando llega un punto, ya sea hacia la mitad o hacia el final, que diga: esto no me gusta, esto no me convence. Y si no me convence a mí que soy el que la está creando, no puedo pretender que alguien que la quiera leer acabe leyéndola hasta al final. Le gustará más o le gustará menos, porque eso es muy complicado de saber. O se puede quedar en un ni fu ni fa.
Pero si no le echas ganas, si no le implicas ilusión, si no le implicas mil cosas que tienes que transmitir, difícil será que alguien quiera leer hasta el final esa historia, por muy bien que empiece, o aquello que digan: «Bueno, me convence, pero no sé qué hacer. ¿Sigo leyendo o paro ya?». Tienes que disfrutarlo y escribir primero para ti. Eso es, vamos, una norma a rajatabla. Yo primero escribo para mí lo que me gustaría leer o ver. Punto. No pienso en la gente que me vaya a leer. Es que eso no lo he hecho nunca.
Soy escritor y me consideran escritor. Y ahora hay gente que me lee, de un tiempo a esta parte mucha más. Antes era la gente de tu círculo más cercano, a quien te atrevías a dejarle leer. Primero en tu rincón, luego a tres o cuatro personas de confianza y un día decides lanzar tus obras al universo y que alguien te publica. Entonces, te lee más gente. Pero es que quien escriba pensando en quién le va a leer o lo que pensarán los que le van a leer, yo lo siento mucho, pero no va a escribir igual. Se va a coartar, se va a censurar o autocensurar, seguramente va a hacer muchas cosas inconsciente o conscientemente. Y yo creo que esa escritura no va a ser fluida ni libre, y tú tienes que escribir lo que te salga. Luego ya veremos hacia dónde va.
P.- (A.D.) Claro, tus gustos no son los mismos que, por ejemplo, tu lector, que pueda ser el vecino de enfrente.
R.- Obviamente. Si tengo la suerte de que 200 personas se hagan con una de las novelas, o mil, ojalá, pero ya da igual si son uno, si son diez, si son veinte o si son más. Somos seres humanos, somos todos diferentes y todos tenemos nuestros gustos, aunque en muchas cosas parezcamos rebaño y borregos y ganado, porque vamos a piñón fijo a una misma cosa, pero individualmente todos somos diferentes. Es que si no sería muy aburrido, seríamos fotocopias. Y ¿qué gracia tendría tampoco, no? Claro, ¿cómo vas a saber a quién vas a gustar o a quién vas a dejar de gustar? Es que eso es imposible.
Y yo, por ejemplo, soy consciente de que no puedes gustar a todo el mundo. Eso lo tengo muy claro. Si a mí alguien me viene y me dice: «hostia, no te puedo valorar la novela o te la voy a puntuar súper bajita o te quería hacer una reseña, pero no te la voy a hacer.» A mí no me ofende, a mí no me molesta. Y si me dices que no te ha gustado, también te diré: «eh, lo siento. Me sabe mal que no te haya gustado, espero que la siguiente te guste.»
O sea, yo lo tengo muy claro. Cuando las editoriales que han apostado por mí me han publicado, y tú vas y te compras el libro o te haces con él a partir de ahí es una historia entre tú y el libro. Yo he creado esa historia y a partir de ahí ya está. Tú te metes en el fregao de leerla, disfrutarla o no, y ver qué sensaciones te provoca, y a partir de ahí es tu universo metiéndose en otro universo que ha creado alguien que estaba por ahí de paso.
P.- (A.D.) Claro que es para decir: eh, que yo soy el mediador, yo he puesto la pluma y las palabras, pero aquí los que mandan son los personajes.
R.- A partí de ahí ya podemos entrar en mucho debate. Como el típico de: ¿el autor es reflejo de su obra o la obra reflejo del autor? Mira, a mí que me perdonen, obviamente habrá detalles y cosas que se cuelan o que metes que tienen que ver con tu día a día, con tu personalidad, con tu forma de ser, con la gente con la que tratas. Porque siempre caen cosas de la gente que tienes cerca, porque pillas de aquí y de allí y creas historias y personajes, pero quien se vea reflejado hasta el extremo… Los extremos son malos. Ni de decir: Lo odio, odio a la historia y odio a los personajes y odio al autor que ha creado esos personajes porque me lo han hecho pasar mal. A ver, yo no te voy a pedir disculpas.
Yo no voy a pedir disculpas nunca por algo que yo hago en mi tiempo libre, en mi intimidad y que tengo la suerte, a día de hoy, de que hayan visto la luz. Porque me llevan publicando hará unos cinco años para seis, y tengo 46 años. O sea que toda la vida he luchado por un sueño para ver las cosas ahí, en estanterías, en librerías, en gente que me lee, gente que me sigue, gente que está deseando que salga algo para leerme. Les habrá gustado más o les ha gustado menos en muchos casos, pero están ahí y para mí eso es un flipe y una alabanza.
P.- (N.D.) Además, ya es bastante difícil el desarrollo de la creatividad en un libro o en una novela, como para ponerte ya más trabas de las que tú personalmente ya tienes para desarrollarlo en un libro.
R.- Partimos de la base de que somos un país donde todo el mundo se considera crítico de todo (risas). Sí, y nos gusta, ¿eh? España es un país de críticos. Podía haber usado la más deportiva: de que todos nos consideramos entrenadores de fútbol, pero como a mí no me gusta el deporte ni el fútbol. Pero nos viene al pelo. Y todo el mundo critica. En el buen sentido o en el mal sentido, pero todo el mundo critica y todo el mundo es libre. Yo lo entiendo.
Me han publicado una historia u os publican a vosotros una historia, la quiere la gente. Es que a ti ya se te escapan un montón de cosas, pero obviamente yo si te gusta o no te gusta o si te sientes mal o no, a partir de aquí eres tú, porque ya tengas tu personalidad con todo lo que ha creado, que influirá más o menos.
He tenido muchos tipos de experiencias ya en este tiempo y algunas me han sorprendido, y no precisamente me estoy refiriendo a las de «guau, qué pedazo historia, como lo he flipado, me ha gustado, quiero más». No, si no en el sentido de los motivos que me han dado en algunos casos porque les haya hecho sentir mal alguna de mis historias. En especial Neopiel que es un poco más directa y cruda, y hay mucha sangre. Curiosamente es una novela que han leído muchas más mujeres y tengo mucho más lectoras que lectores, eso es así.
P.- (N.D.) Bueno, eso es muy habitual. En España hay muchas más mujeres que leen que hombres.
R.- Sí, ya es habitual. De hecho, yo he hecho un montón de cursos y he sido en muchos de esos cursos de escritura el único hombre. Vosotras sois más lectoras de toda la vida. Pero, bueno, hay tipos de historias y tipos de novela que puedes pensar: pues no. Sí que es verdad que yo, en el tema beteo con Neopiel, usé solo a un hombre, lo demás fueron todo mujeres.
Y, de hecho, Amparo Montejo, la maravillosa directora de Círculo de Lovecraft, me hizo el honor de escribir el prólogo y le faltó tiempo. Ahí está siempre. De hecho, conversamos a menudo y nos tenemos mucha confianza. Yo no puedo estar más encantado.
A ver, si una historia necesita tener una escena escabrosa, yo no soy del parecer de que la voy a poner por gusto, por poner una cosa no la pongo. Igual que una escena de acción, igual que una escena de amor, si la tengo que poner, porque mi historia cuando la he evolucionado y la he creado lo ha necesitado, la voy a poner. Sino, fuera.
En Durmientes, que es la primera novela que vio la luz, que me publicaron Dilatando Mentes —Neopiel la publicó Cazador de Ratas o Cazador—, ahí hay una relación amorosa que va fluctuando y se va creando. Y la escena más erótica que hay en un momento dado con esos dos personajes ni se tocan. Sucede durante un combate multitudinario, y no hay más allá. Lo siguiente lo escribo de tal manera que tú ya imaginarás más adelante lo que tú quieres, porque a mí me gusta mucho ese juego.
P.- (N.D.) Sí, hay historias que no dan pie a eso y no pasa nada. No hay que forzar una situación solo porque queramos que exista eso.
R.- La historia tiene que llegar a un punto y tiene que llegar porque lo pide la historia, genial. Ahora, si lo vamos a meter todo con calzador como hace Netflix, mejor que no (risas). No, es verdad. A ver, abiertamente, hoy día parece una moda que haya que hacer inclusión, visibilidad de un montón de cosas.
Yo tengo una condición: soy hombre, soy blanco, tengo una edad, etc., y soy súper abierto porque tengo un montón de amistades y me hablo con todo el mundo. Pero si no sé entender una situación, o entender un concepto, o entender una relación poliamorosa de algún tipo, prefiero no meterla. Y sino para algo soy un creador de historias, para algo invento; pues a documentarme, a informarme, como he hecho hasta para relatos. Eso sí, me encanta documentarme. Si lo haces bien, lo trabajas, lo investigas y haces las cosas, creas verosimilitud y por lo tanto puedes hacer factible que una historia que haya escrito un hombre pueda parecer que lo haya escrito una mujer. Diga lo que digan unos. Es que hay gente que mola (risas).
P.- (N.D.) Nos ha llamado especialmente la atención que te dediques al género de la ciencia ficción. Aunque, bueno, es difícil catalogar siempre las novelas en un género concreto, pero sobre todo te guías por ese género. Y la mayoría de escritores con la que los que hemos hablado nos decían: nos encanta el género de ciencia ficción, me encantaría probarlo, pero le tenemos mucho respeto. La mayoría dice: no, no, es que le tengo mucho respeto, no sé si podría. Para ti, ¿cómo es ese género?
R.- Bueno, es que para mí lo es todo. Yo lo he tenido siempre claro. Siempre. O sea, si un niño que jugaba en las calles inventaba batallas tipo: con un palo como si luchara siendo el zorro, si se creía Superman, si jugaba a Spiderman, si imaginaba batallas multitudinarias con los amigos del barrio… Imagínate ese niño cuando crece un poco más y empiezan a llegar las primeras películas de fantasía y de género a España.
Yo vivo en Cataluña. Y en Cataluña durante toda la vida ha habido dos canales y el segundo canal se llama el 33. En ese canal siempre se ponían los mangas, los animes. Ahí fueron donde se empezaron a ver Bola de Drac, Arale y cosas de estas. Yo ya por lo visto me gustaba todo ese mundo desde Heidi hasta Comando G, pasando por Mazinger y todo esto. Pues imagínate cuando te empiezan a poner otras cosas más flipadas y tu cabeza va flipando en colores.
Tenemos la suerte de haber vivido siendo un poco más mayores, todos los ochenta, con toda la imaginería que trajo: Cazafantasmas, Blade Runner, Regreso al futuro… Hay magia, hay fantasía y hay ciencia ficción. A mí me gusta hibridarlo todo y es lo que más me apasiona. Me tira mucho la ciencia ficción, porque era lo que descubrí primero: Asimov, Bradbury, Orson Scott Card… Y era lo que había en origen. Philip K. Dick, que es uno de los que más me apasiona. Asimov y Dick están ahí en el top cinco.
Y, claro, tú descubres eso en una biblioteca, cuatro clásicos típicos, y tu cabeza hace plaf. De siempre yo adoro la ciencia ficción. Es que ya cuando me pongo delante de la hoja en blanco, y cada vez me cuesta más hacer un género puro: o solo ciencia ficción, solo fantasía, solo terror, cada vez me cuesta más. Me gusta mucho fusionar los géneros o subgéneros de las diferentes ramas. Y yo, sinceramente, nunca he tenido problema de escribir género. Teniendo claro que yo digo género y me refiero a la ciencia ficción, fantasía y terror.
Por otro lado, me gusta mucho la historia, la novela histórica, y como me hubiera gustado estudiar historia en su día, pues, bueno, el día que me apunto a la escuela de escritura del Ateneu barcelonès y me dicen: si te apuntas al ciclo, que son tantos años, cuatro o cinco, dependiendo lo que hagas, tienes que crear un proyecto. Ahí fusiono ciencia ficción, elementos fantásticos, historia alternativa… Pues, venga, vamos a meter un batiburrillo (risas). Curiosamente, cuando me han dicho: y ¿por qué no escribes algo más realista u otra cosa? A veces me lo he planteado, de decir: una novela histórica. Pero con todos los respetos: una novela histórica necesita de una documentación bestial y hacer las cosas bien. No vale hacer cualquier pastiche y meter gazapos a saco. O haces las cosas bien o no. ¿Me gustaría? Sí.
P.-(N.D.) Tú di que no, que en España si algo sobra es novela histórica. Eso es así. Así que, tú a la fantasía y a la ciencia ficción que eso no sobra tanto (risas).
R.- No. No es que no haya tanto, porque yo con el tiempo he descubierto gran cantidad de autoras y autores, y en los últimos años más autoras, que es lo que no tenía tanta literatura en casa. Lo voy compensando en los últimos tiempos, ya te lo digo ahora. Sí, porque tampoco se publicaban, las cosas como son. Y no nos vamos a engañar, aquí decimos: bueno, en España, es que no se han publicado autoras, pero es que autores nacionales.
P.-(N.D) Estamos igual. (A.D.) También con cuentagotas.
R.- A mí que me perdonen, pero las apuestas que había hace una década atrás de gente que quisiera publicar autores nacionales, yo hablo por ser hombre, pero que quisiera publicar autores en general nacionales… La apuesta era anglosajón o cualquier cosa que destacara por ahí. Lamentablemente sigue siendo una apuesta muy alta, la implicación de las grandes editoriales en este tema brilla por su ausencia.
Se centran en lo que se centran. Ellas moviendo el mercado editorial han hecho que tiren hacia un tipo de literatura: novela histórica, realista, contemporánea, a saco. Y a partir de ahí, lo demás son otros géneros. La policíaca tira mucho, pero la mayoría de autores son anglosajones, o ahora nórdicos. Claro que hay buenos autores de aquí nacionales, pero luego siempre publicas a los mismos. Es complicado.
P.- (N.D.) Bueno, no adelantemos mucho, pero a lo mejor te sorprende el libro que te ha llegado, que tiene que ver por ahí.
R.- Deduzco que es un libro, porque el paquete tictac no hace (risas). Luego vamos a ese tema.
Y nada, yo os lo digo claramente: a mí me tira al corazón y me pongo delante de la hoja en blanco, como quería comentar antes, y a veces me he dicho: «venga, voy a escribir un relato que no tenga nada que ver», o sea, que no salga nada de ciencia ficción, nada de fantasía, nada de terror, nada absolutamente. Eso llega al final y ha cambiado por el medio totalmente, pero ya es lo que me sale de natural.
P.- (A.D.) Claro. Esto lo hemos hablado Noelia y yo varias veces y creo que también con otros escritores, y es el hecho de que cuando te pones a escribir, a mí personalmente me gustan las cosas raras, entonces cuando escribo algo me gusta lo raro: pero, bueno, ¿y esto de dónde ha salido? Pero si hay un subgénero de allí, un subgénero de aquí, de allí. Me gusta eso, porque ser tan, quizás, puritano… Lo he leído, lo he visto, pero no es igual.
R.- El otro día le preguntaban a una autora que yo conozco, que tenemos una amistad, por ese tema, porque ella es arqueóloga y ha hecho una novela. Es una continuación de su primera obra y ahora está preparando las siguientes, y está entre una que creo que será fantasía y luego otra que será histórica o contemporánea, porque ya tenía ganas por su profesión. Y le preguntaban sobre esto de por qué le tiraba tanto a la ciencia ficción, porque le tira mucho, y simplemente decía que porque le había hecho pasar sus mejores momentos literarios. O sea, yo qué sé. Yo he leído mucho porque al final tienes que tener mucha literatura variada para escribir.
Curiosamente, y eso sí que lo he podido constatar, ya cuando no era solo un escritor, sino un simple lector y fan. Y con el tiempo lo he podido constatar más. Nosotros estamos mucho más abiertos de miras en el tema literario que la gente que no lee género. La gente que no lee género, que se ciñe solo a la histórica, a la policíaca, o incluso a ciertos tipos de ensayo, o a cualquier cosa que no sea literatura de ciencia ficción, fantasía y terror, les cuesta meterse en ese género.
En cambio, a nosotros los que leemos ciencia ficción, fantasía y terror, de normal, leemos de todo. Y yo he leído de todo. Y, de hecho, en los cursos de escritura siempre, siempre, me han aconsejado lo mismo: hay que leer de todo y variado. Aunque te saque de tu zona de confort. Es riqueza, riqueza en muchos sentidos, es ampliación de conocimientos, es ver otro género y otras técnicas, y quién sabe si las puedes aplicar o no. A mí, que además me gusta todo el tema cinematográfico y ya intento incorporarlo también a mis historias, pues imagínate.
El otro día con un grupo de amigos que tenemos un whatsapp, que todos somos escritores, hablaban del boom de la novela romántica y de la romántica Young Adult o juvenil adulta. De boom, nada. La romántica es la número uno desde hace décadas fuera y dentro de España. Y hacíamos coña de eso. Bueno, pues tú, por qué no. Prueba a escribir una novela con todos los respetos. Yo no me meto en ese fregado (risas). No, básicamente porque tiene unas normas y no sé si sería capaz de llevarla adelante y me sentiría cómodo. Tiene unas normas y hay que entender que tiene una dinámica, una norma y sus trucos, como todas las otras. Y hay una serie de lectores muy avezados que son fanáticos de ese tipo de literatura, y como se te ocurra escribir algo que te pillen todos los pecados, te destrozan vivo (risas).
A mí, con todos los respetos, a veces cuando me dicen qué tipo de literatura no escribirías: yo romántica. En romántica no sé si me atrevería. Me tira probar, si algún día digo de hacer algo diferente, ya lo he dicho, histórica. La policíaca también me tira, pero también hay que saber dominar los trucos del género, y hay gente que se le da muy bien.
P.- (A.D.) Y hablando, entonces, de todos esos géneros, de sus trucos, de la página en blanco… Es interesante, porque hemos leído que eres un defensor innato de los cursos de escritura y nos preguntábamos ¿por qué?, ¿por qué eres tan defensor?
R.- Yo era autodidacta, como la gran mayoría: empiezas como puedes. Vivo en un entorno, en la Cataluña central que está a una hora de Barcelona, pero en sus tiempos… A ver, cómo os lo explico.
Tengo 46 años, soy de una generación analógica que ha ido evolucionando con lo digital. Y nosotros hemos nacido y crecido sin tener internet, ni redes sociales, ni móviles, ni nada de lo que a día de hoy existe, que te abarca un gran abanico de posibilidades para cualquier cosa que quieras hacer. Pero nosotros no teníamos eso. Nosotros si queríamos información te tenías que ir a una biblioteca pública o del centro escolar en el que estuvieras. Y los libros que podías encontrar en las casas de compañeros, amigos, familia… Irte a una librería y buscar algo, lo mismo encontrabas algo que te interesara. Pero todo muy marcado, muy acotado.
Cuando un día decides probar, en mi caso escribir, las herramientas que tenía eran lo que sabía de la escuela. Empecé en el instituto con esa vocación un poco más intensamente, pero aquí no existe la escritura creativa. En España hasta hace pocos años no ha habido escuelas de escritura creativa. En países como Norteamérica o Gran Bretaña se estudia y es estudio universitario. Se sacan la carrera de escritor.
Aquí la carrera de escritor te la haces si te consiguen publicar, y para mucha gente el concepto de qué es un escritor o escritora y cómo se llega a ser es muy difuso. Pero en muchos países latinoamericanos, en Estados Unidos, en Gran Bretaña, en Francia, existe la carrera de escritor o escritora como una carrera más. Y cuando terminan los estudios tienen el título de escritor y escritora. A partir de ahí, lo que hagan con él…, como con los demás, pero lo tienen. Existe. Aquí no.
Aquí el concepto de escritor depende de quien tengas delante, te mirará de una manera o te mirará de otra, o lo valorará de una manera o de otra. Y estamos en España, que todo se valora diferente. Hay gente que sí te lo valora muy bien, hay gente que se queda con cara de flipe y hay gente que simplemente te suelta: «aaah, pero ¿eres escritor?» (risas).
Como me acabo de ir por los cerros de Úbeda, volvemos para atrás, y respondiendo a la pregunta: pues yo era autodidacta, iba escribiendo, escribía mis textos como podía, como buenamente lo conseguía. Cada vez algo más largo, porque a mí, ya lo digo, me encantan los relatos, pero tengo muchas cosas largas guardadas. Y, bueno, ¿qué haces? Intentas copiar formas de cosas que has leído. Sin un internet y sin libros de escritura a mano y escritura creativa, pues apáñate como puedas. Por eso lo de autodidacta. Vas haciendo, vas escribiendo, vas intentando darle forma a cosas que son un batiburrillo que puede destrozar cualquier cerebro que lea esas cosas primitivas (risas). Hay gente que lo ha sufrido, mis primeros escritos (risas). Y todavía están ahí, así que gracias a Dios que son buena gente.
Pero sí que es verdad que mientras vas creciendo, voy cumpliendo años, voy escribiendo cosas y empiezo a querer enviar textos y manuscritos a editoriales. Con un montón de noes, de rechazos y de silencio. Que hay gente que le cuesta entender que eso suceda. Me harto de ver en las redes gente de diferentes edades llorando porque nadie les hace caso, porque no publican, que no sé qué. Que se van a hartar y se van a hacer pues autopublicados u otro tipo de formas de publicar.
Vale, lo siento mucho, pero la realidad es que te pueden tardar en contestar meses, si te contestan y aún gracias, y un «no» es lo habitual. Eso lo aprendes con el tiempo. Luego, a este punto en el que os dejo, ya os diré una cosa que me ha pasado dos o tres veces, pero que yo tengo muy claro la respuesta, y luego volveremos a este punto.
Un día, después de haber enviado a un montón de manuscritos, de haber pasado el tiempo, de tener ya una edad, empiezo a plantearme cosas viendo reacciones de cosas que quiero hacer más largas, sobre la gente que me leía en confianza, en mi círculo cercano. Tengo la suerte de tener gente muy crítica. Tengo una mujer que es maestra, tengo un hermano que es filólogo de Hispánicas, y amistades que cuando me leen no me dicen: qué chulo o no me ha molado. No, son críticos.
Pero, bueno, es tu entorno. Así que, un día me surge la oportunidad de hacer un curso de escritura. Ya había hecho un par de tallercillos, me molaron y ya empezaron a sembrar una semilla en la cabeza, de decir: a lo mejor no consigues que te publique nadie o que alguien se interese por tus textos fuera de ese entorno familiar y amistad, quizás te falta algo, o a ti como autor o a tu escritura. Eso en la cabeza me lleva a que un día surge la oportunidad de hacer un curso más serio en la Escuela de Escritura del Ateneu Barcelonès, que llora como siempre por las nubes, porque me ha dado todo lo que me considero a día de hoy.
Y ese primer curso en 2010 se convirtió en el ciclo que hice después de cinco años, porque fueron cinco años lectivos. Y llevo ya 14 cursos. Después de publicar he seguido haciendo, y cuando veo uno y me interesa me voy a hacer otro.
O sea, creo que hay que formarse y cualquier artesano en su arte debe conocer las herramientas con las que trabaja. Me han hecho ver muchas cosas, me han ayudado ampliamente, me han enseñado multitud de técnicas, de trucos, de cosas relacionadas con la escritura que yo o no sabía cómo se decían o las aplicaba sin saber bien qué estaba haciendo. O he conocido cosas de técnicas literarias que no lo sabía. Y luego, a base de practicar y de crear ejercicios y de hacer trabajos en clases con un profesorado que te ha orientado. No te ha moldeado, te ha orientado, que hay gente que no pisaría un curso o un taller de escritura porque saben escribir. Yo creía que sabía escribir. Me bajaron también los humos, los egos. Sí, sí, así de claro.
P.- (A.D.) Cuando llegas allí y te dicen: zas, esto no, esto tal y esto cual.
R.- Sí, un rasca detrás de otro como cajas (risas). Hay que decir las cosas como son. Vas creyéndote una cosa y lo único que te dicen es: mira esto lo sabes hacer muy bien o bien, esto regular y esto se te da fatal. Con el tiempo te van valorando: pues tú tienes esto, a ti se te da muy bien esto. Muy bien, genial, esto lo tienes controlado, vamos a mejorar lo otro que no se te da tan bien. Y luego vamos a fusionar las dos cosas y lo que tiene mejorado si se te da bien y lo puedes potenciar, lo potencias, y compensará lo que no se te da tan bien, pero que has ido mejorando.
Pero cuando te bajas del burro de decir: yo estoy aquí y sé hacer esto… Nunca olvidaré el primer ejercicio que entregué y lo mal que lo llevé cuando me lo machacaron. Y lo que me dijo mi mujer. Volví con el rabo entre las piernas.
Una vez que aceptas una serie de cosas y aprendes a valorar las críticas constructivas, no dañinas, no ofensivas, no insultantes, sino constructivas. Y eso te va a seguir pasando con los años, y más si quieres publicar, en reseñas. Ya sea una reseña chiquitita de alguien que no es reseñador, pero que se ha leído tu obra, ha querido dejar un comentario. O ya sea un reseñador o reseñadora profesional o que se cree profesional o que intenta ser profesional o semiprofesional en ese tema, en ese campo, y te deja una reseña. Tienes que aceptar muy bien las críticas.
Yo todas las críticas las acepto y las respeto, y soy el primero, incluso en mis presentaciones lo hago, de preguntarle a la gente si hay algo que no te ha gustado o que no te ha convencido. Quiero saberlo. Me interesa saberlo para intentar no hacerlo en la siguiente historia o para mejorar ese detalle. No voy a cambiar la historia que ya está escrita, eso lo tengo muy claro. Eso está así y eso lo he hecho y soy el primero que cree que tengo errores en mis historias. Pero, bueno, compensan otras cosas, porque nadie es perfecto. Y, de hecho, una persona me dijo: es que si hay errores en un libro, eso es un libro perfecto. Le pasa hasta lo mejores.
Yo, por ejemplo, cosas que tuve que mejorar para que te hagas una idea, Axel, ya que tú eres el que me lanza la pregunta. Yo, digamos que las descripciones eran monumentales (risas). Largas, recargadas, rocambolescas, como me suele pasar muchas veces cuando hablo. Te estoy contando una cosa y luego me voy a otra y a una tercera y vuelvo al principio. Pues eso lo hacía escribiendo. Aprender a diversificar, a dividir, a seguir un hilo, porque no puedes hacerle eso a un lector. A las tres páginas te va a decir: anda ya, que lo lea a tu madre (risas).
Todas esas cosas y muchas más. Muchísimas más. Pero también te digo una cosa, si de algo también estoy muy contento de haber hecho cursos de escritura, aparte de todo lo que me ha aportado y lo que me ha hecho crecer como escritor y a mi escritura, es la cantidad de gente que he conocido por el camino y cuyas amistades conservo muchas. Varios de mis betas son de estos cursos, y ya te estoy hablando de años.
Hay gente que hace diez años con la que estoy, desde que empecé: doce ya del primero. Y están ahí y siguen estando ahí. Mi Super Beta, la que yo considero mi Super Beta (risas), fliparíais lo que puede llegar a hacer con un texto. Siempre le decimos: tú te podías dedicar a esto y cobrar. Siempre me dice: Juan, ¿tienes algo? Ya no espera a que yo le diga: tengo algo, ¿te lo quieres leer? (risas) Sino que me dice ¿tienes algo? No, que me das miedo (risas). No, no, pero está bien, hay que tener ese punto de decir: pues venga.
P.- (A.D.) Y ya conociendo esta faceta tuya, ¿crees que el escritor nace o se hace?
R.- Esa cuestión es muy simple. Hay gente que puede tener un don, un talento y lo puede potenciar más o menos, pero siempre habrá alguien que te sepa enseñar. Todos somos aprendices, pero también hay maestros. Los maestros han sido aprendices. Y ¿por qué han sido aprendices y luego son maestros?, porque han tenido una evolución.
Con todos los respetos y respetando a todo el mundo, hay mucha gente, ya tocando este tema, que se considera escritor o escritora y que no pisaría un taller y da lecciones, clases y mil cosas en las redes. Yo lo acepto y lo respeto, porque cada uno es libre de hacer lo que quiera, pero sigo pensando lo mismo. Si un artesano, como un carpintero, para crear una silla se tiene que formar durante años para conseguir construir una silla bien, bien hecha, que dure, que aguante y que no se rompa la primera vez que se siente alguien. Eso necesita una formación. Alguien te tiene que formar. En el origen de los tiempos, alguien creó una silla el primero y se las tuvo que apañar solo porque no tenía otro detrás para enseñarle. Pero los demás han sido aprendices del maestro primero.
Yo me creía escritor. Me enseñaron que escritor es otra cosa, y tuve que empezar otra vez de cero para considerarme escritor a día de hoy. Para que llegase a ese concepto en mi cabeza he tenido que tener una evolución. Una evolución de años. Una evolución que empezó con 16 años, que si echo la vista atrás veo donde tenía los picos y ahora me siento muy cómodo cuando me planto delante del teclado o de una hoja a escribir. Con sus más y con sus menos, porque hay textos e ideas que te cuestan horrores que salgan adelante y muchas se quedan en el camino. Pero no es lo mismo lo que me costaban hace poco más de una década, que lo que me cuestan ahora.
Ahora sé llevar muy bien las ideas que tengo. Las imágenes e ideas que ven cruzar mi cabeza las sé trasladar mejor a un texto que no un tiempo atrás, porque me faltaban herramientas en lo personal.
¿Un escritor nace o se hace? Yo creo que se hace, en mi opinión. Claro que hay gente que no ha pisado un taller y claro que hay grandes maestros que no han ido nunca a una escuela, pero los cuentas con los dedos de las manos. Como en cualquier otra cosa, hay gente que se le da muy bien algo sin tener que haber aprendido. Lo llevan, les sale y tienen ese talento. Pero el talento hay que trabajarlo.
P.- (N.D.) Has dicho que empezaste a escribir a los 16 años, que es muy jovencito. ¿Cómo surge tu pasión por la escritura desde tan joven?
R.- No te lo sé decir. Volviendo a lo mismo, teníamos un par de emisoras de televisión, muchos libros, mucho tiempo libre y nuestro castigo más habitual era el de no te dejo salir a la calle a jugar. Jugabas en el patio, pero te pegabas horas jugando en la calle, que hoy es complicado ver niños jugando en la calle si no es en un parque y controlados. Pero solos, a nuestra bola, con los amigos. Bici para aquí, bici para allá, carreras y desconchados todos (risas).
Volvíamos todos hechos polvo, pero una infancia en la que crecías con un montón más de niños en las calles e inventabas un montón de cosas para pasar el tiempo y las horas. Por lo tanto, yo, que siempre he sido muy de estar siempre en las nubes, de imaginar historias, imaginar dragones, imaginar guerreros, luchas, combates, batallas multitudinarias. Y no conocía a Tolkien todavía, imagínate (risas).
En el instituto me surgió la inquietud. Yo siempre digo lo mismo, a mí hubo un libro que me marcó mucho y fue en el instituto. Fue el que aún me atrajo más a la ciencia ficción y a todos estos géneros. Y yo pensé: si a mí esto me ha gustado tanto, tengo que intentarlo. Ya os digo que en esas primeras historias, relatos cortitos y cosas, había tanta sangre como sigue habiendo a día de hoy, pero menos dosificada (risas).
Empecé poemas, relatos cortos… Tuve la suerte de que en mi instituto se hacía una revista, los años que yo estuve en la EGB. En el colegio, hasta los 14 años ni fu ni fa. A mí el estallido de querer llevar cosas a hojas y escribirlas fue en el instituto. Era otro mundo, había más libertad. Los alumnos podían hacer un poco más lo que querían. La biblioteca era un pasote en el centro en el que yo estaba. Y tenía la suerte de haber una zona que ponía: escritura especulativa, Asimov, etc., etc. Estaban allí, en un huequecillo escondidos, pero estaban allí.
Pero no fueron esos los libros que me marcaron. A mí me marcó un libro de Manuel de Pedrolo y su Mecanoscrito del Segundo Origen. Lo digo en castellano porque estando en Madrid vosotros, cuando hagáis el post… Pero es Mecanoscrito del Segundo Origen (Mecanoscrit del Segon Origen). Una historia preciosa, un libro corto. Manuel de Pedrolo tiene muchísimo más material y obras, pero es el más famoso y es la distopía por excelencia catalana. De hecho, uno de los mejores premios en dotación económica es el Manuel de Pedrolo en España. Diría que tiene 6.000 € de premio, entre 3.000 € y 6.000 € de premio en catalán la historia.
A mí esa historia me marcó. Me gustó mucho ese mundo posapocalíptico, distópico y la historia de los personajes, el tratamiento de los personajes, sobre todo la protagonista. Y a lo mejor ya eso me marcaría en su día, porque en mis dos novelas las mujeres tienen mucha importancia, de hecho, son coprotagonistas básicamente, y dos son protagonistas en una de las historias.
Yo tuve la suerte en el Instituto de poder participar en la revista del centro. A raíz de eso, de que me gustaba. Los compañeros dijeron: mira, pues a Juan le gusta esto. El profesor que lo llevaba, a día de hoy, me sigue en las redes. Qué diría que es el único del centro que me sigue de esa época. Y estuve cuatro años colaborando en la revista del centro. Ya eso se quedó ahí.
Había temporadas donde se escribía más y otras menos, eso sigue pasando a día de hoy, porque la vida tiene muchas cosas y no nos podemos dedicar 100 % a lo que nos gusta. Pero desde entonces se quedó y ahí sigue.
Ahora que tú has tocado ese tema, Noelia, y que Axel me lanzó una pregunta al principio, hay una cosa que me han preguntado muchas veces respecto de lo que yo estoy escribiendo ahora. Si tenemos en cuenta que el primer relato que alguien me publicó fue precisamente uno que me premiaron y acababa de cumplir los cuarenta. Fue un regalo de cumpleaños casi, porque por esas fechas me lo comunicaron. Y la novela, la primera, Durmientes me la publican cuando cumplo cuarenta y tres. Me han hecho muchas veces la pregunta de: ¿no te hubiera gustado publicar cuando eras más joven? La respuesta es sí rotundamente. A quién vamos a engañar. Sí, pero ya no sería el mismo Juan que soy ahora, ni tendría toda la experiencia que he adquirido después.
Creo que si me hubieran publicado más joven, veinteañero, probablemente mi ego se hubiera visto influenciado y probablemente no hubiera hecho cosas que he hecho después, como los cursos de escritura. Esa es mi opinión respecto a mí mismo. No estoy valorando a nadie en absoluto. Yo creo y estoy convencido de que no tendría la sensación de cómo me siento ahora. Sería otro Juan el que os estaría hablando en estos momentos.
P.- (N.D.) De todas formas, como no se puede cambiar el pasado, pues nos da igual esa pregunta.
R.- No sé, tú déjame un DeLorean cerca y ya hablaremos (risas). Pero de momento vamos a dejarlo en hipotéticamente no se puede. Yo estoy convencido de que hay gente que puede viajar, que ha cambiado el pasado, pero como cambia el pasado, cambias tu futuro y por lo tanto entras en otra realidad alternativa y ya no se te ve el pelo. Pero de momento vamos a dejarlo en lo que ha dicho Noelia.
P.- (A.D.) Y si no nos adentramos ya en la cuántica que es un poco peligrosa.
R.- Yo no soy físico, ni nada de esto y mi ciencia ficción es muy fantaciencia. Yo no me atrevería con la Hart ni de lejos, y tengo muy claro donde me meto y lo que escribo. Yo lo tengo muy claro que hago fantaciencia, aunque haga ciencia ficción más pura, más ciencia ficción, sin elementos fantásticos y elementos de ningún otro tipo, sería ligera y fantaciencia. No me veo, bueno a día de hoy no me veo, capaz de crear algo como Los tres cuerpos, de Liu Cixin. De momento fantaciencia, vamos a dejarlo ahí.
P.- (A.D.) Hay una editorial que a nosotros nos gusta, que es Dilatando Mentes. ¿Cómo fue la experiencia de publicar con ellos?
P.- (N.D.) Publicaste, de hecho, la novela Durmientes, que es la que has mencionado ahora.
R.- Sí, sí, sí. Y vuelvo a publicar este año con ellos.
A ver cómo os lo explico, es que Ángel y yo nos llevamos muy bien y casi cada día nos mandamos mensajes, y la mitad del tiempo son unas parrafadas que fliparíais. Habiendo ese invento que se llama micrófono (risas), donde poder grabar audios. Somos de la vieja escuela, nos metemos unas parrafadas. Mira que me lo dice mi mujer: pero por qué no os mandáis audios, con todo lo que os llegáis a escribir. Bueno, mira, va como va, no gusta escribir.
En 2017 firmó el contrato para publicar Durmientes, que se publicó en el 2019. Porque la gente piensa: has firmado un contrato, publicas ya. Luego aprendes cómo van las cosas, todo tiene un proceso. Y yo ya tenía claro que eso no era de un día para otro. Si las cosas se quieren hacer bien y se quieren hacer con el mimo que lo hace Dilatando Mentes y con la calidad con la que lo hace. Llenando sus libros de tantos extras que son joyas en sí mismo. O sea, eso necesita tiempo. No se puede hacer corriendo. Y yo creo que si vosotros que habéis revelado que sois especialmente fanes y casi adictos a Dilatando y que la valoráis muy bien. Pues me imagino que tenéis ya libros de ellos.
Yo llevo ya varios cursos, me siento más cómodo en la escuela de escritura con mi escritura y tengo acabado el proyecto. Porque cuando te apuntas en el Ateneu Barcelonès, si decides hacer el ciclo de narrativa en catalán o en castellano, o el de cuento o el de poesía, son entre cuatro y cinco años. Tres creo que es el de poesía y cuatro y cinco los otros dos. Si decides hacer el ciclo tienes que crear un proyecto de cero, de posible novela. Si la llegarás a terminar o no, dependerá de como trabajes, de como te impliques en tu propia historia y en los ciclos obviamente. De hecho, incluso el último curso se llama: fin de proyecto, para poder rematarlo. Yo los hice todos. En años lectivos fueron cinco cursos.
Una vez que tengo el proyecto acabado, trabajado y con un final ya trabajado, rematado y pulido. Ya era cuestión de los pequeños detalles que yo quisiera aportarle o retocar o hacer con el tiempo, mientras yo movía mi historia. Y con el beneplácito ya de los profesores, diciéndome: esto se puede enviar, Juan, puedes intentar moverlo porque ya está trabajado y viene trabajo aquí.
Y lo mando, con el añadido de: proyecto de la Escuela de Escritura del Ateneu Barcelonès. Por el prestigio que implica lo que es la escuela. Eso, y algunos relatos que empiezan a ser premiados o que empiezan a sonar en diferentes ámbitos del círculo del género en el que nos vemos. Pues, bueno, tengo mi pequeño currículum y digo: hostia, pues tengo un pequeño currículum y tengo una novela trabajada. Tenía más novelas, pero considerada trabajada, esa. Y el proyecto se llamaba Proyecto Durmientes, como en la novela que existe el Proyecto Durmientes.
Llega 2016, empiezo a enviar otra vez relatos a diferentes concursos y editoriales y empiezo a mover el manuscrito. Hacía muchos años que no movía manuscrito, relatos sí probaba en concursos y lo sigo haciendo. Sigo pensando que te sacan de tu zona de confort aunque sea dentro de tu género, porque te acotan a unos términos, a unas bases y tienes que intentar cumplirla. Y a mí eso me mueve. Bueno, lo sigo haciendo hoy porque me recuerda mucho a como hacíamos las cosas en los cursos. Y quieras o no, es una forma de ir escribiendo y no procrastinar.
La envié a varias editoriales. Mi profesora con la que hice todo, con la que escribí la novela, nos llegó a decir una vez: si un día tenéis la suerte de que varias editoriales se interesen por vuestro proyecto, hacer como las novias, como las buenas novias casaderas, dejarse seducir por los pretendientes, y al mejor postor. Nos lo decía así la mujer, porque le gusta mucho la novela victoriana y de hecho tiene un taller de ellas. Y yo pensaba: si se interesa una, ya puedo estar contento (risas). Imagínate la fe de uno mismo.
Bueno, pues voy moviéndolo y hubo varios intereses. Había gente interesada y no fue Dilatando Mentes una de ellas. De hecho, un día, me empiezo a mover más en las redes. Mi mujer siempre: venga, te tienes que hacer esto, la siguiente, tal. Y me la ha ido haciendo así, y no me meto en más porque ya no tiene uno tiempo.
Total que un día me entra una solicitud y es la de José Ángel de Dios García, coeditor de Dilatando Mentes junto con su mujer Maite Aranda. Me entra una solicitud de amistad de Facebook y estaba en el sofá con mi mujer y le digo: «Cariño, me acaba de entrar una solicitud de amistad del editor de Dilatando Mentes». Yo miraba a mi mujer de reojo y digo: Hostia, de Dilatando Mentes. Ya los iba siguiendo, era uno de las que estaban ahí para enviar. ¿Qué hago?, le estaba diciendo y ella me decía ¿qué vas a hacer? Mientras le preguntaba ya le estaba dando a la solicitud. Ahí empezamos. En el momento en que acepté la solicitud pues empezamos a charlar, y estuvimos meses charlando.
Durante una de esas charlas, pues un día Ángel me pidió si tenía alguna cosa de esas que iba poniendo para que la pudiera leer, de relatos que iba comentando. En los que tuve que pedir permiso, lo pedí, para pasárselo. En los que yo tenía libertad absoluta con los relatos, pues se los mandaba. Y a cada rato quería otro y otro. Un día me dijo: Juan, tienes algo largo, que viendo lo que escribes y como escribes, nos interesaría ver si pudiera ser de nuestro interés.
Yo flipaba en colores, yo no me lo creía lo que me estaba pasando y encima estaba valorando otras dos opciones que estaban interesadas. Una se retiró en un momento dado y la otra me dijo, porque yo fui muy honesto con las partes interesadas y les dije: mira se ha interesado tal y tal por esta historia. Y a ellos igual, porque Ángel me lo dejó claro en su momento: si la tienes apalabrada, ni que sea firmada, con alguien, de esta historia no queremos saber nada. Y yo se lo dije: no, está esta persona valorando y esta otra editorial valorándola. Al final me decanté por Dilatando y el resto es historia.
Estoy súper contento de que Durmientes viera la luz con ellos. Con todos los extras que lleva la novela, con todos los detalles que tiene, que tiene muchos detalles. De hecho, contento de la portada de Cecilia García. En mi novela el símbolillo se mueve. Tiene QRs, las ilustraciones, todo el material que hay detrás una vez que acaba la historia de la miscelánea, hablando de historias alternativas, de otras novelas de ucronías e incluso un mapa.
Que era el mapa que yo usé para un ejercicio de la escuela de escritura con el proyecto. Le hizo gracia y me lo incorporó. «Mira, queda bien. Porque, además, lo has hecho tú, está hecho a tu mano.» Digo, bueno, vamos a dejarlo ahí. Y muy contento. La verdad, desde entonces, pues bueno, se ha ido creando gente que me está leyendo. No sé si están tan locos como yo, pero me están leyendo.
Muy contento de estar con Dilatando Mentes. De hecho, vuelvo a publicar con ellos, como os he dicho, en 2022, este año, y si todo va bien en julio. El siguiente es ciencia ficción, que mezcla unas cuantas cosas y cosas que he creado específicamente, que me he inventado y hasta un par de conceptos. Es una antología exclusiva y que intento unificar de varias maneras. Cada relato puede ser individual, pero a la vez cada relato tiene huevos de pascuas, detalles, referencias a mi propio universo. Incluso a Durmientes y a alguna otra cosa como mi relato Las guerras infinitas, que es una de las bases de ese universo junto a otras cosas que están ahí. Se llamará Lágrimas de silicio.
P.- (N.D.) Qué bonito nombre, me gusta.
R.- Sí,un homenaje total a Blade Runner, a Lágrimas en la lluvia. También a Lágrimas en la lluvia de Rosa Montero, que a su vez es un homenaje a Blade Runner y de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? Porque todo eso me ha fascinado siempre. Y Asimov, también. O sea, hay mucha más ciencia ficción en ese conjunto de historias y de relatos que en las dos novelas juntas. Es un universo donde los androides y los ginoides tienen mucho protagonismo. Las inteligencias artificiales o todo tipo de seres mecánicos con sus armas de metal y donde los humanos o no existen en los relatos o son mascotas de los androides y de los ginoides. Es un universo que yo defino como siliciopunk.
Estuve buscando combinaciones, no te voy a engañar. A ver a qué le podía meter punk. Como me gusta la cyberpunk y todas estas cosas. Y digo: el título es Lágrimas de silicio, pues silicio punk. Si fuera anglosajón seguro que ya lo hubiera petado el concepto. Y un par de cosas más que he ido creando, que si me leéis algún día…, que no sé si me habéis leído algo vosotros.
P.- (N.D.) Pues no, ahora mismo no.
P.- (A.D.) Desgraciadamente, no. La intención está.
R.- No, desgraciadamente no. No hay ninguna obligación.
P.- (N.D.) Tenemos muchos, muchos pendientes y procuramos leer siempre algún libro de todos escritores que entrevistamos, pero a veces se nos hace difícil.
R.- Yo quiero que quede claro. A mí me encanta que me lean y obviamente me gustaría que me leyera más gente, pero quiero que quien me lea sea porque vaya a leerme, que no sea por una obligación. O sea, vosotros me habéis entrevistado porque no me habéis leído todavía nada, no tenéis ninguna obligación. Si en algún momento, en algún lugar, hora, día, os apetece leer algo, encantadísimo voy a estar. Pero quiero que os metáis por placer no por obligación. Es que cuando haces algo por obligación no se disfruta igual. No es lo mismo que nosotros.
P.- (A.D.) Nosotros no solemos tener una lista en papel, como mucha gente. Una lista en papel de los libros que tienen que leerse o quiere leerse. Nosotros somos una lista mental y claro, es, digamos: ay, mira estos libros. Porque nosotros vamos leyendo prácticamente los libros que queríamos leer hace unos años y vamos recopilando, vamos recopilando y nos ponemos a leer. Entonces, claro, en ese trayecto van añadiéndose nuevos.
P.- (N.D.) Pero, de verdad, que nos encantaría leerte y hemos estado mirando tus libros para poder leerlos, pero se nos hace muy imposible a veces ir reduciendo la lista.
R.- Pero es que eso es imposible. Yo tengo una estantería que son libros de los que tengo pendiente y los que están por escondidos. Y siguen entrando libros en casa. Porque aparte yo soy de leer en papel. Yo lo siento mucho, pero yo en papel. A mí el libro en papel mientras exista, mientras pueda tener esa opción, va a ser libre en papel. Me da igual lo gordo o lo delgado que sea. Me da igual el formato, pero en papel. Lo tengo claro.
Y tengo multitud de libros pendientes y van entrando novedades en casa y a veces cae y me leo una de esas novedades. Pero, claro, también si he ido adquiriendo libros, a lo mejor no me lo leo ahora, pero me lo leeré más adelante. Los tengo ahí y ahí están. Ah, y yo los leo y los acabo, me gusten o no. O sea, de principio a fin.
P.- (N.D.) Ah, sí, sí. Yo también soy así.
R.- Empiezo por la portada y me leo hasta la parte de atrás y me leo todo (risas). Por alguna extraña razón me leo hasta donde pone lo del copyright. No sé, me hace gracia. Para eso está todo puesto ahí en el libro.
Luego os haré una pregunta, si queréis hablar fuera de línea o si queréis la hago ahora mismo, os dejo coger.
P.- (N.D.) Pues, no sé, depende cómo sea (risas). No, como quieras.
R.- ¿Cuál os llama de mis historias? En general no sé si habéis echado un vistazo a todo lo que tengo.
P.- (N.D.) La última Neopiel, la verdad es que tiene algo que me llama mucho la atención. Además, el prólogo de Amparo Montejano, que sabemos que ella tiene un gusto increíble. Yo creo que sí es uno de los que más me han llamado la atención. Fíjate que Durmientes por estar editado también por Dilatando Mentes me gusta. Pero no sé, el último me llama más la atención.
R.- La gente me pregunta: ¿tú cuál escogerías? Eso no se puede escoger. O sea, eso es imposible. Yo te puedo decir cosas de cada uno. No te voy a intentar vender ni uno ni el otro, porque es una cosa que te tiene que llamar a ti. Yo si me preguntas por uno, te voy a habla con pasión de ese. Y si me preguntas por el otro, te voy a hacer lo mismo. No sé, es así de claro.
De Amparo, ya que la mencionas, una de las mejores reseñas que tengo de Durmientes es Amparo. Ya os la pasaré para que veáis la reseña que me hizo. Tengo muchas más, pero ya que la habéis mencionado y es uno de los muchos motivos por los que en su momento la cogí clarísimamente para el prólogo de Neopiel. Y encantado estoy. Bueno, es que Amparo… Estoy contento de que haya sacado por fin un libro, es una antología exclusiva en ese caso. La gente la tendría que leer más.
P.- (N.D.) Fuimos a Madrid aposta a verla, a que nos lo firmara.
R.- Tuve la suerte de cuando fui a presentar a Durmientes a Madrid, porque con Neopiel llegó la pandemia, se publicó en enero 2020, y luego llegó todo lo demás,. Pero con Durmientes fue otra historia y fui a varias ciudades y una fue Madrid. Amparo fue mi presentadora junto con otra muchacha, amiga mía, también de Madrid, y estuvieron allí al lado abanderándome. En la librería La Sombra. Y genial, maravillosa, que os voy a contar. Es un ser increíble.
P.- (N.D.) Pues si haces este año una presentación de tu nuevo libro de Dilatando Mentes, si la haces en Madrid, estamos allí.
R.- Yo si se vuelve a dar el caso, me encantaría volver a Madrid, a volver a La Sombra, porque allí lo pasé muy bien, sinceramente, y me gustaría. Pero, claro, no sabe uno lo que decir, porque yo vivo en Cataluña y aquí te salen cada día con una cosa diferente con el tema pandémico. Es un festival en colores, lo digo en serio. No tiene nada que ver con lo que he visto en Madrid, porque yo estuve durante la Feria del Libro unos días.
Y cuando sentía quejas de la gente dentro de la Feria, de las restricciones dentro de la Feria, yo pensaba: madre mía, si esto es una noria al lado de la montaña rusa que tenemos nosotros. Y literal.
No lo sé, me gustaría. Pero, bueno, ya se irá viendo. Ahora de momento estamos con el tema que todavía hay mucho que hacer de edición, el manuscrito está en poder de Dilatando. También lo tiene el que va a ser el ilustrador de la portada, y que pronto lo leerá. También lo tiene la mujer, autora premiada, multipremiada, una de las grandes voces de este país del género, que me va a hacer el honor de hacerme el prólogo. No os lo revelo todavía, porque no se ha relevado. No se ha comentado todavía. No se sabe si se ha hecho y preferimos esperar. Yo estoy súper encantado de que me dijera que sí. Cuando me dijeron: pregúntale, porque no, qué pierdes. Digo: bueno, vale, no sufráis, yo me encargo (risas).
Y el portadista será mi amigo y gran ilustrador Héctor R. Asperilla, el mismo ilustrador y creador de las ilustraciones interiores de Neopiel. Bueno, a Dilatando de momento le ha parecido bien que Héctor me haga la ilustración y si puede ser, el día de mañana dios quiere, me gustaría tenerlo como portadista siempre en todo lo que intente hacer.
La verdad que estoy emocionado con el nuevo proyecto, porque hay muchos de esos relatos que llevan años conmigo. Los he intentado mover a veces. Todos tienen bastante historia. Incluso estaba tan motivado creando la Antología, juntando, moviéndolo que creé relatos nuevos durante el proceso. Me hace mucha ilusión y tengo ganas de ver un libro nuevo a mi nombre, porque ahora me he tirado un tiempo colaborando en varios proyectos. Han salido ya algunas antologías, ya han visto la luz, otras están pendientes de verse la luz. Una cosilla que tengo con Amparo para el próximo Círculo Lovecraft, que me lo ha pedido y ahí estoy. Ya me decía: por fin vamos a tener un relato tuyo. Digo: bueno, todavía te lo tengo que entregar (risas).
P.- (N.D.) Pues sí, pues tengo muchas ganas de leerte, la verdad.
R.- ¿Por qué te llama Neopiel?
P.- (N.D.) Pues me gusta mucho la ciencia ficción, pero yo creo que Durmientes como va de tema nazi, ya estoy muy cansada, muy saturada, yo creo. Porque todo es muy de eso, las series, las películas, los libros siempre van mucho de tema nazi y alemán. Yo tengo muchas manías y una de ellas es cambiar siempre de géneros y de historias.
R.- Durmientes, es cierto, hay nazis, no nos vamos a pelear. Hay una ucronía, y para mí la ucronía por excelencia es El hombre en el castillo. Ese es un libro que he leído tres veces. De hecho, hay referencias y es un homenaje claro a Philip K. Dick esta parte. El otro mundo, el otro universo, es un homenaje a Refugio en el viento, de George R. R. Martín y Lisa Tuttle. Cuando yo creo el proyecto y tengo claro que quiero manejar a Philip K. Dick, con Durmientes, y crear ese mundo alternativo, esa historia alternativa. Tenía muy claro a partir de qué momento quería que sucediera el mundo alternativo, a partir de qué quería mostrar, desde el primer momento. Sí tenía claro que no quería hacer la típica historia alternativa de nazis al uso.
Hubo un momento en el que algo hace que ganen la guerra y vivimos a partir de ese punto. Porque en Durmientes nos encontramos en una fecha concreta de 2012, que es donde empieza la historia. Y yo tenía claro que no quería que solo fuera el mundo un ucrónico, sino que necesitaba que hubiera algo más, porque yo tenía un personaje en otra historia que estaba ahí en unos cajones guardados, que quería darle su protagonismo y quería traerla a la luz del mundo. Que es Malva, la coprotagonista de la historia. Pero Malva tiene unas peculiaridades y tuve que quedar todo un mundo de cero para crear ese universo a su alrededor. Con su raza, donde vive, las construcciones que creé, todo lo que hay alrededor.
En cambio, también tenía claro que no quería que hubiera fantasía con magia, sino que es más fantasía realista. Pero partiendo de la base de que la raza de malvas son criaturas con alas. El único elemento fuera de ese tema y su piel albina, que es una especie de homenaje a los elfos y jugar con lo nórdico. Porque yo lo que tenía muy claro era que quería jugar usando la mitología nórdica extrapolada a como la verían los nazis, dentro de esa locura suya. Necesitaba un elemento que hiciera carne a esas realidades suyas.
Y tenía ese personaje con alas, albino. Lo que pasa es que el único elemento característico y diferente de Malva con respecto a toda su raza, es que es la única persona cuyos ojos cambian de color según su estado de ánimo, sentimientos o emociones. Y es la única. Es un elemento que no explico ni he explicado nunca. Ni se lo ha contado a nadie, ni se lo cuento a nadie. Pero es el único elemento extraño dentro de ese mundo que ya tiene sus rarezas. Pero no hay magia. Y fusionar esas dos ideas fue un quebradero de cabeza, no te voy a engañar, Noelia. A mucha gente le sorprende la fusión por el hecho ese de que no es propiamente pura y simple de nazis.
También es verdad que si no te atrae el tema, pues obviamente te va a llamar menos. Sin embargo, en Neopiel también hay un punto que la convierte en una ucronía por un dato que hay en la historia. Mucha gente me han dicho que las dos beben. Beben, pero en una es mucho más evidente. En la otra la evidencia no es el tema de la historia.
P.- (N.D.) A mí me da la sensación de que Neopiel es, no sé, no la he leído, como más extraña. Porque, además, tú en la sinopsis dices que tiene de todo: terror, gore, incluso manga, anime. Es como una explosión de todo y eso me gusta. O por lo menos me llama la atención.
R.- Sí, la de cosas que entraron en la batidora. Yo todavía no me lo creo, que eso me lo publicaran. No, lo digo en serio. Y, bueno, la sinopsis que ya es bastante rara en sí misma, no sale todo lo que sale. Yo en mi cabeza cree un homenaje a dos géneros que me han fascinado: el género Z y el vampírico, y fusionarlos. Crear un tipo de criatura nueva, dentro de esos márgenes de infectados, zombis, vampiros. Jugar con esos elementos. De hecho, las bases de Neopiel son Fausto, Carmela, Dorian Grey, Bajo la Piel. Y luego hay más cosas. Fusionar una serie de cosas y luego meterle una serie de cosas más modernas. Y tenía muy claro las referencias. Están todas ahí.
Es más corta, y también es más directa. Durmientes es más narrativa poética, en mi estilo. Más bucólico el estilo, pero a la vez para mostrarte un mundo muy sucio y un mundo muy brillante. En realidad el mundo brillante tiene muchas sombras y el mundo sucio también tiene ciertos aspectos negativos. Y en cambio tenía muy claro lo que tenía que tener Neopiel. Y, de hecho, Neopiel es rescatada de los cajones, porque me llamaban los personajes y la historia, sobre todo una de las coprotagonistas que es Silvana, y traerla de vuelta a mi realidad. Rescaté la historia, la pulí, la trabajé, le hice mil historias y cuando creí que estaba para enviar se lo envié a Cazador en este caso. Ya me diréis el día que os decidáis.
P.- (N.D.) Bueno, ya que hemos hecho un resumen, creo que muy guay, de tus novelas. Pues vamos a terminar la entrevista, ¿no? Y ya puedes abrir el paquete.
R.- Llevo deseando que me digas eso desde que hemos empezado (risas).
P.- (A.D.) Ya ha llegado la hora.
R.- Aquí lo tenemos. Que se oiga bien, que lo tengo en la mano. Intentaré no destrozarlo mucho. Tengo curiosidad, la persona anterior a mí, Maite, ¿autora de qué género?
P.- (N.D.) Thriller. Puedes decir quién es, porque cuando se publique esta entrevista, la otra ya se ha publicado. O sea, que la gente ya va a saber quién es.
R.- Vale, pues yo recibo el paquete de esta familia Drojan, de manos de Maite R. Ochotorena. Autor de thriller, me decís.
P.- (N.D.) Sí. Ábrelo y ahora te contamos un poco más de ella.
R.- Vale, voy a abrirlo. Lo voy a abrir hasta despacio y todo de la emoción y de los nervios.
P.- (N.D.) Esta es la cadena literaria que tenemos.
R.- Mola mucho esta parte. Tengo que decirle a la gente que nos va a escuchar, porque no nos vais a ver, que el libro es un tocho. O sea, no es delgadito. No entraba en el buzón ya os lo digo ahora (risas).
Es un libro de ella, de Maite R. Ochotorena: El destino de Ana H. Murria. ¿Puedo leer un poco la sinopsis? Os leo la contraportada:
«¿Cómo regresar al infierno si no sabes si podrás escapar como lo hiciste la primera vez…? Inspirada en hechos reales.»
La pregunta inicial tiene su que. Y según cuenta la sinopsis:
Ana lleva dos años ausente, siendo feliz lejos de la influencia de una madre déspota y cruel. Sin embargo, regresar parece inevitable, y aunque el tiempo y la beneficiosa influencia de los Kauffman la han ayudado a convertirse en una joven más fuerte y vital, teme lo que implica exponerse de nuevo al oscuro influjo que su madre, Margarita Clarín, ejerce sobre ella. Ana recuerda muy bien las palabras de su hermana Isabel: yo puedo tolerarla, pero a ti te destruirá. Un drama familiar basado en hechos reales. Intriga, suspense, terror. Una historia que encierra una sórdida realidad. La muerte espera en las sombras.
Y a partir de aquí, ya es abrir la primera página y leer.
P.- (N.D.) Pues Maite fue nuestra primera entrevistada de 2022, y no sé si te sonará La mensajera del bosque, que es su último libro y se ha publicado por la Editorial Planeta, aunque ese libro es autopublicado. La mayoría de sus libros han sido autopublicados. Pero su último libro, pues tuvo la suerte de que la Editorial Planeta llamara a su puerta, y estuvimos hablando con ella y decidió que ella quería que el siguiente entrevistado recibiera ese libro concreto suyo.
R.- Muy bien. Y hay una dedicatoria:
Para mi querido, querida amiga, entrevistado, entrevistada de la Casa Drojan. Te dedico estas líneas. Ojalá disfrutes de estas páginas. Y recuerdes que siempre se puede, por más grandes que sean tus circunstancias.—Bueno, puede que no haya leído bien la última frase—. Con cariño, Maite.
Joe, mola mucho la iniciativa.
P.- (N.D.) Y, por tanto, la última pregunta siempre de todas las entrevistas es:
(A.D.) ¿Qué libro quieres que le regalemos al siguiente entrevistado o entrevistada?
(N.D.) Tuyo, claro. Y ¿por qué? Cuéntanos por qué.
R.- Yo creo que regalaría Neopiel, porque es el más reciente y aún tiene como bastante vida, por lo visto, porque aún lo va adquiriendo mucha gente. Yo me decantaría por Durmientes, porque os tira Dilatando Mentes también. Pero creo que al ser una novela más corta, más directa, es la idea de lo que quiero contar, pues creo que sería más favorable a enviarla.
Pero, claro, es que es poner en una diatriba al autor (risas), porque como empiece a pensar puede ser que no me decida. Pero ya he dicho Neopiel de primeras, pues Neopiel. Además, contiene mucha sangre.
P.- (N.D.) Muy bien, pues entonces el siguiente recibirá tu libro. Muchas gracias por pasar un ratito con nosotros. Espero que lo hayan pasado bien.
R.- Sí, sí, fíjate si lo he pasado bien que casi dos horas llevamos. Iré a saludar a mi mujer, que la pobre está confiada en la habitación de matrimonio: cariño, sigo estando aquí.
Pues yo, genial. Ha sido una entrevista guay, amena. Sois una pareja genial. Una gran sorpresa. Me habéis tenido en ascuas durante días, con los mensajes, con lo de la entrevista. Yo le contaba a la gente: pues tengo una entrevista hoy para un podcast. Y me decían: ¿y de qué va? Digo, seguramente de literatura, pero no me han dado ni preguntas ni me han puesto en sobreaviso. Va a ser un poco a la aventura. O sea, muy natural, a lo que salgo, como una tertulia de café. Me ha faltado ponerme el café aquí al lado y ya está.
P.- (N.D.) Sí, la verdad es que nunca hemos mandado preguntas a ningún escritor, porque nos gusta que sea una charla. Además, nos van surgiendo preguntas conforme hablamos y no nos gusta guionizar una entrevista. Que sea natural y la gente nos escuche tal cual somos.
R.- Al final es lo más natural, porque a lo mejor empiezas de una manera, te tienes preparada varias preguntas, y dependiendo de como surja, como se lleve el tema, te puedes ir hacía un lado o hacía otro. Y yo creo que es más natural no forzar, que tengas dos o tres preguntas por si se atasca el entrevistado o la entrevistada, pues bien. Así lo sacas del atolladero. Pero si la cosa fluye, yo creo que ha fluido bastante bien, ya os digo que yo lo de hablar y los micrófonos me pirran.
P.- (N.D.) Tenemos que repetirla. Porque, mira, siempre preparamos diez preguntas y hemos hecho tres o cuatro (risas).
R.- ¿Hay alguna que te hayas quedado con las ganas de hacer?
P.- (N.D.) Yo creo que no, yo creo que ha quedado bastante bien, porque lo vamos a dejar para que nos cuente más adelante más cosas.
R.- Genial, yo me apunto a un bombardeo, cuando queráis. De verdad, lo he pasado muy bien, he disfrutado mucho. Estaba deseando abrir el paquete desde hace dos días. No lo he abierto a bocados porque me he contenido. Y nada, genial. Estoy deseando hacer ya la siguiente.
P.- (N.D.) Pues nada, cuando tú quieras estás invitado a nuestra casa.
R.- Muy bien. Igualmente, vosotros también a la mía. Un placer, Noelia. Un placer, Axel.