Estando sentado en la silla de una casa, en la que solo soy un mero invitado por un tiempo indeterminado, pude ser consciente de algo que me ha sorprendido (no para bien). Siendo parte de un circunferencia, del tamaño de una mota de polvo en el Universo, llamada Tierra, he leído un mensaje que ha transmitido el Sol. Este mensaje no solo lo habré podido leer yo; espero que muchas más personas hayan podido ver lo que ocurre de una manera tan auténtica…
Tal vez no sea nada más que pequeños pensamientos opacos a los que doy salida en un papel, que marchitará y se perderá. Como todos los papeles que son llenados de letras por personas inquietas, curiosas, locas. Puede que sea un intento desesperado para que alguien, en algún lugar, oiga lo que un loco piensa.
¿Cómo se marca la diferencia entre realidad y ficción? A mí me resulta imposible separar ambas palabras por su significado: pueden significar lo mismo (en mi mente). Quizá haya unas líneas que crucen, por la tangente, para indicar el fin y comienzo de algo ajeno —pero muy conocido por todos. Y en ese estado de consciencia, he sido trasladado a los pensamientos más profundos que tenía en ese momento.
Sentado en aquella decrépita silla, al margen de todo lo consumible, vi, por mera casualidad, como los rayos del Sol entraban por los pequeños agujeros de una persiana. Estos rayos chocaban contra el suelo con la forma de los agujeros, haciendo líneas discontinuas de naturaleza. La cuestión es que las formas ovaladas —mirando con atención—, se movían con el paso del tiempo (segundos). Por primera vez en mi vida, era consciente del paso del tiempo in situ. Sin la necesidad de mirar un reloj como si fuera un insecto esperando a su débil presa. El paso del tiempo es obvio, siempre nos lo han explicado; pero nunca nos han enseñado a verlo. Lo sentimos. Nos hacemos mayores, soplamos las velas, pedimos un deseo y ya tenemos un año más. Sin embargo, no vemos el paso del tiempo hasta que ocurren cosas que marcan la piel.
El Sol me ha hecho ver lo que nunca había visto. Me ha hecho sentir lo nunca había sentido. Podemos soplar todas las velas que queramos, pero nunca seremos conscientes del paso del tiempo hasta que no lo veamos. Y puede que, cuando seamos capaces de verlo, ya sea demasiado tarde para rectificar.
Aquella proyección realizada por medios naturales, también me hizo recapacitar sobre muchas cosas que hacemos día a día. Cosas que, para mi manera de ver, cohiben la necesidad de crecimiento personal y social de las personas. Puede que mi cerebro se esté quedando sin el jugo necesario para seguir viviendo de la manera más noble posible. Sin embargo, nos están inculcando cosas que no deberían tener tanta prioridad como el hecho de la reunión, la charla, arreglar el mundo…
En muchas ocasiones, las personas confunden la prioridad del ser humano. Desde que comencé a ser racional, creí que el hecho de hablar con alguien debería ser una necesidad personal. Y en muchos momentos, necesario. Podría variar en función de las personas con las que nos unimos, pero nuestra respuesta, casi siempre, ha sido: «Lo siento, pero no tengo “tiempo” para eso». Sin embargo, en las reuniones familiares eso se había hecho siempre, cosa que se agradece y se maldeciría.
Qué más se podría decir sobre el paso del tiempo… Somos la raza más inteligente del mundo y las más peligrosa. Qué efímera es la vida; el respirar; los latidos del corazón. Podemos irnos en cualquier momento, en cualquier segundo del día. Qué lástima de todos los humanos que piensan que el tiempo es una tontería creada por unos elitistas con ganas de seguir en el poder. Quizá con la intención de inmortalizar el tiempo. Necios. El tiempo se esfuma para todo el mundo por igual. Y a veces podemos decir que es, incluso, injusto. Y aunque haya una partida económica para muchos, el tic tac es para todos por igual. O se aprovecha al máximo o perderemos lo más importante que tenemos. No hay nada material equiparable a esto. NADA.
Llegará el día en que me apague, como una vela cuando la llama llega al final. Espero que cuando llegue ese día, haya amado hasta el infinito; espero no haber desperdiciado el tiempo que corre en mi contra; espero haber sido feliz. Y si eso no ocurre, espero, al menos, no apagarme con la esperanza puesta en una segunda vida para recuperar el tiempo perdido. Solo hay una vida, una oportunidad y muy poco tiempo para aprovechar