Si no has visto aún la famosa serie de El Cuento de la Criada, por favor, no lo hagas. Comienza primero leyendo el libro.
Con ello no quiero decir que la serie este mal, de hecho, yo la he visto y me encanta. Pero cometí el error de leerme el libro después de haberla visto, y no antes. Me perdí la magia que Margaret Atwood transmite, la confusión que te genera el no saber qué está pasando, y engancharte a descubrir cada palabra de la protagonista. Yo ya sabía de qué iba la novela y me adelantaba a los acontecimientos. Aun así, me volvería a leer el libro dos, tres o cuatro veces más. Y no creo que haya que elegir o comparar la serie con el libro; son dos métodos distintos de contar historias, y, en muchas ocasiones, muy diferentes.
El Cuento de la Criada, a pesar de su actual éxito debido a la serie, ha sido durante años objeto de adaptaciones en película, teatro e incluso ópera.
Para quien no sepa de qué va esta fantástica historia diré que trata de una nueva sociedad restrictiva e inquisitoria, creada a partir de miles de piezas del pasado y del presente de nuestra sociedad. Imagina que vives en un mundo donde tener un hijo es casi imposible y quedarse embarazada significa poder. El Cuento de la Criada cuenta la historia de Defred, una mujer obligada, en este nuevo Estado, ha procrear para otros; además de robar su identidad y tener que cumplir las estrictas normas de un régimen que intenta crear un hogar sin violencia mediante ella misma. La religión es utilizada como una vía fácil para justificar todos los actos del nuevo gobierno. Pero no hay prohibición alguna que resista la rebelión de los oprimidos.
Puede que todo lo que te he contado te suene de algo… y es que Margaret Atwood no escribe este cuento al azar, si no que el estudio de la historia nos demuestra que todo esto ya ha pasado antes de forma independiente. La escritora consigue crear una temible sociedad, que da más miedo por su proximidad a lo real que por el terror que te puede provocar una novela de ficción.
La Familia Drojan tuvimos la suerte de estar el año pasado en un coloquio sobre El Cuento de la Criada junto a la escritora Cristina Cerezales Laforet, a la que tuvimos el gusto de conocer. Allí se habló mucho acerca de si se trataba o no de una novela feminista, y en qué sentido de la palabra feminista se acomodaba esta novela. Aunque se puede discutir mucho acerca de ello, la misma autora deja claro en la introducción lo que pretendía ser la novela.
A pesar de todo, es improbable que ocurra algo que se asemeje a la sociedad creada por El Cuento de la Criada. Aunque eso se ha discutido mucho. Yo ratifico las palabras dichas por la propia autora en la introducción de su libro: “Mantengamos la esperanza de que no lleguemos a eso. Yo confío en que no ocurra.”
Dejando a un lado el debate anterior, la novela me ha fascinado por sus detalles y por la emoción que desprende la protagonista. No es fácil para todos seguir una novela así, donde ni si quiera el personaje principal sabe cómo se siente, dónde está o qué está ocurriendo. Margaret escribe con mucho acierto una historia puramente emocional. Escrito en primera persona, debe reflejar la caótica situación mental por la que pasa Defred.
La leeré sin duda otra vez para empaparme de todos los detalles que describe. No me cansaría nunca. Cada página es una sorpresa, y en cada frase hay cosas por descubrir.
Pronto me adentraré en la segunda parte de esta novela: Los Testamentos. Espero no decepcionarme, pues la primera ha puesto el listón demasiado alto.
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Os dejo con una maravillosa entrevista que le hicieron a Margaret Atwood en 2017.