Alexis Falkas – Escritor de Novela Negra

El primer entrevistado de esta sección es Alexis Falkas. Es un escritor de novela negra que se caracteriza por ser diferente, le gustan los retos y el misterio. Aunque su vida no ha sido fácil, el arte ha sido su camino y por eso sus estudios se encaminaron a ello. Pasando por la pintura e incluso la escultura, descubrió el mundo de las letras. Y acompañado de su hada verde escribe de todo: novelas, relatos, poesías e incluso guiones, pero siempre con un constante trabajo por la perfección; como demuestran sus novelas. Actualmente tiene publicadas dos obras, aunque ha escrito algunas más.

  1. Reflejos de Absenta (Finalista del Premio Planeta Casa-América) [Reseña pinchando aquí]
  2. El Vals de los Agujeros negros [Reseña pinchando aquí]

Fue una entrevista peculiar y divertida, incluso furtiva diría. A pesar de durar más de una hora, nos hubiésemos quedado dos más, pues nos enseña con cada palabra. El tiempo se pasará rápido con una charla que abarca muchos temas, desde la profesión de escritor hasta los opiáceos. Espero que la disfrutéis tanto como nosotros lo hicimos.

Muchas gracias Alexis Falkas por darnos la oportunidad de empezar este nuevo proyecto, y por ofrecernos todo este aprendizaje.

Agradecimientos también al Hotel Meliá-Bilbao por su acogida y generosidad.

ENTREVISTA AL AUTOR

Entrevista resumida por el propio autor para mayor comprensión. Versión extendida en el audio.

P.- ¿Escribes para ti o para tus lectores?

R.- Depende de la situación. En ocasiones escribes para ti, una manera de soltar lastre o liberarse; como quien viaja o huye. En otras escribes para el resto, recibes encargos u obligaciones. Sin embargo, casi siempre escribes para ti, teniendo en cuenta que es otro el que te va a leer y necesita comprender lo que flota en tu cabeza, incluso sentir empatía a pesar de que realmente no te conozca de nada.

P.- He leído en una de tus entrevistas que has escrito otras novelas antes de Reflejos de Absenta, que no han sido publicadas. ¿Por qué decidiste publicar Reflejos de Absenta y no otra? ¿por qué era más personal o no era el momento? O ¿la eligió el hada verde?

R.- Me hubiese gustado mucho que hubiese sido el hada verde. Soy muy autocrítico con mi obra y necesito pensar que estoy en constante evolución. Todo lo escrito con anterioridad me parece insuficiente y guardo en un cajón mucho más que lo que saco a la luz.  

Reflejos de Absenta tuvo una ventana abierta y aproveché esa oportunidad. Gracias a ella publiqué la segunda y me han surgido otros proyectos relacionados. Sin Reflejos de Absenta no existiría, al menos en papel, El Vals de los Agujeros Negros. No hubiera podido participar en antologías y probablemente no tendría la oportunidad de desarrollar la trilogía en la que actualmente estoy trabajando, basada en manuscritos que guardé en un cajón y que ahora me siento capaz de perfeccionar hasta sentirme orgulloso…

Al menos hasta el siguiente paso, cuando el puente me parezca insuficiente para traspasar tan profundas corrientes. 

P.- Suponiendo que Reflejos de Absenta es un nivel superior que las anteriores. En el siguiente libro, el Vals de los Agujeros Negros, te viniste arriba. En una de las primeras páginas hay un código binario que no sé si eso da a una nueva dimensión o si se descubre ese código abre una puerta a otro universo.

R.- Completamente. Está repleta de estructuras complejas, subtextos, tramas ocultas y mensajes cifrados. Me propuse llevar el juego a otro plano, que la interacción se convirtiese en un enigma repleto de capas. Cada detalle esconde otro secreto, nada está ahí por azar. Un juego constante que se esconde bajo la superficie y que puedes decidir participar en él o ignorarlo y continuar una lectura «ortodoxa». Todo forma parte de un hilo que descifrar, descubriendo así una historia que transcurre de forma paralela y complementa, sin restar nada, ese Vals.

Es más, puede sumar mucho a quién descifre esos secretos. Concretamente un auténtico tesoro enterrado en Madrid, y no hablo de forma metafórica. Lo suficiente como para que aquel que lo consiga sienta su esfuerzo recompensado, y se lleve un auténtico gustazo. Y probablemente otra sorpresa. 

En todos mis libros hay menciones y guiños hilados en el texto. Es muy divertido leer varios libros y descubrir los detalles en común. Tengo cameos ocultos en todas mis obras. En el Vals de los Agujeros Negros voy más lejos. Estoy presente y encerrado en un psiquiátrico. 

P.- Estaremos todos pendientes a ver si alguien consigue el tesoro…

R.- De momento nadie lo ha conseguido. Pero me hace mucha ilusión ver como los lectores avanzan o me lanzan sus teorías, a cada cual más loca. En el caso de El Vals conviene prestar atención al narrador, a lo que cuenta, y sobre todo a lo que calla. 

P.- A la hora de escribir el Vals de los Agujeros Negros, ¿tiraste también de absenta para tener ese tirón creativo? Y si no ha sido así, por lo menos dinos ¿cómo es el hada verde?

R.- El hada verde vive en el interior de la botella. Es arriesgado buscarla, y quien lo hace corre el riesgo de acabar en el fondo con ella. El hada verde es muy interesante como concepto, una fantasía peligrosa. En Reflejos de Absenta era una manera de representar el alcoholismo. Si vemos el hada verde como una apreciación romántica de los artistas, el Paris de la «belle époque» y los bohemios.

Un lado (verde) oscuro en el que muchos artistas han caído. Yo he pasado por mis propios demonios, y he escrito bajo la misma lente distorsionada. En ocasiones el absenta se ha convertido en párrafos, que al repasar se tornaron ininteligibles y he tenido que reescribir por completo. Sin embargo, es cierto que hay ciertas sustancias, sin ponerlas en valor ni animar a su consumo, que deforman la percepción, de manera que resulta más sencillo pensar fuera de la caja. 

P.- ¿Crees que existe alguna clave para ser un buen escritor?

R.- Caer hasta el fondo y aprender cuándo ha llegado el momento de regresar a la superficie. Y escribir, escribir mucho. Como cualquier otra profesión. La mejor manera de progresar es equivocarse y seguir escribiendo, borrando, escribiendo, leyendo, releyendo, reescribiendo. Ampliar tus conocimientos, desarrollar técnicas y recursos. No encasillarse en terreno conocido, o en fórmulas que sabemos que pueden funcionar porque nos han funcionado antes. Es indispensable arriesgarse y fallar, aprender de nuestros errores y volver a intentarlo. El fracaso y el éxito son relativos, todo puede ayudarnos a definir nuestro estilo. 

P.- ¿Crees que la lectura de cualquier libro podría ayudar a las personas que les guste escribir? ¿existen los malos y los buenos libros?

R.- No creo que existan los malos ni los buenos libros. Hay obras que pueden ir en consonancia con tus preferencias o tu gusto literario; libros que están mejor o peor redactados, pero a la hora de instruirse se puede aprender tanto de unos como de otros. De unos podemos aprender a escribir un buen diálogo, cómo desarrollar una buena narrativa, ampliar recursos, descifrar como utilizar una buena elipsis… Y un libro mal escrito nos advertirá a la hora de cometer los mismos pecados. Cuando ves desde fuera tus errores resulta mucho más sencillo corregirlos. 

El riesgo es caer en malos vicios. Si buscamos únicamente joyas literarias podemos caer en un elitismo absurdo, en una prosa recargada por centrarnos en los grandes clásicos. 

Del mismo modo que una literatura más ligera o simplista nos impedirá obtener las herramientas suficientes para desarrollar un lenguaje rico y variado, o estructuras complejas de aquellos que decidieron arriesgarse a escribir contra la corriente. 

P.- ¿Qué piensas sobre el lenguaje inclusivo?

R.- Es necesario e inevitable. En un discurso o en una novela, es engorroso especificar constantemente si son chicos o chicas, hombres y mujeres… un texto que ocupa un párrafo se alarga durante dos páginas. Tal y como se plantea actualmente lastra una comunicación ágil, por ello es imprescindible añadir el artículo neutro, utilizado en la mayoría de idiomas de forma natural y sencilla. Es absurdo definir el sexo de los objetos y poco práctico agrupar personas de forma heterogénea, normalmente utilizando su variante masculina. 

Nos resulta extraño decir les niñes, pero el lenguaje es un organismo vivo que debe evolucionar con los tiempos, las sociedades y las personas. Cuanto más se use ese lenguaje menos extraño nos resultará. 

P.- Cada vez hay más palabras con «x», ¿cómo se llega a pronunciar una palabra así?

R.- La «x» es como una fórmula matemática que se puede despejar utilizando diversas variables. No es una fórmula que encaje en la literatura formal, pero es un recurso bastante válido dentro de un contexto coloquial. 

La solución sigue siendo el artículo neutro. 

P.- En un blog tuyo hablas de la diferencia entre “ser artista y vender arte”, ¿crees que la profesión de escritor, alguien dedicado a las letras, se ha perdido en la actualidad?

R.- Hay gente que vive por y para la letra escrita, igual que hay gente que vive únicamente del arte (el cine, la pintura, la escultura, la fotografía…). Simplemente se ha vuelto más complicado, y paradójicamente más sencillo. 

Lo que se ha perdido es la figura del escritor ermitaño. La mítica imagen de la cabaña perdida en el bosque, un vaso de whisky en la mano mientras fumas un puro cubano. Aislado de la sociedad. Hoy en día ser escritor/a de éxito es convertirse en promotor/a de tu obra; dejar de ser alguien que genera un producto para convertirte en tu propio producto. Promocionarse constantemente y asistir a eventos; incluso generar polémica o «asaltar con el cuchillo entre los dientes el candelero». Cada vez es más difícil sobresalir entre tanta competencia. 

P.- Leí un artículo de que un robot ganó un tercer premio literario, ¿crees que, con la evolución de la tecnología en el mundo literario, el robot puede quitar de un plumazo cientos de escritores?

R.- En octubre impartí una serie de charlas referentes al impacto de las tecnologías en la literatura moderna. Uno de los temas vertebrales eran las predicciones de Orwel en la novela 1984.  Además de la neo-lengua o el gran hermano, Orwell nos habló del ministerio de novela, dedicado a realizar corta-pegas de obras, con fórmulas estandarizadas para crear grandes obras que se venden como churros. Es infame sintetizar la literatura en matemáticas, pero realmente sabemos que hay ciertas fórmulas que funcionan. 

Pero una bicicleta con motor ya no es una bicicleta. Una máquina podrá desarrollar estas fórmulas, pero no podrá insuflar alma a la literatura. La esencia del arte. No tiene nada que dar, ni que sacrificar. En ese punto, una máquina podría sustituir a una persona, capaz de reproducir un cuadro de Rembrandt hasta la última pincelada, pero no puede reproducir la pasión que Rembrandt ilustró en La tormenta en el mar de Galilea. No puede transmitir las sensaciones, las percepciones ni los sentimientos que inconscientemente añadimos a nuestros textos. 

En las palabras se muestra la historia, pero esconde nuestros secretos. Nuestro estado anímico, si estabas deprimido o contento, si te acababas de enamorar o si acabas de sufrir una ruptura. Tener un hijo o perder a un ser amado. Millones de matices que un escritor transmite a la hora de escribir, incluso inconscientemente y que quedan patente en su narrativa, y que podemos intuir entre líneas si prestamos atención. 

Una máquina nos podrá hacer sentir de forma artificial, pero un objeto muerto no tiene la capacidad de enseñarnos como es la vida. 

P.- Esperemos que nunca descubran como funciona nuestro cerebro…

R.- El cerebro no deja de ser una máquina, conexiones sinápticas y neuronas entrelazadas que se encienden mediante energía convertida. La verdadera incógnita radica en la capacidad de adquirir nuevas cualidades, ¿llegará la máquina algún día a sentir? Y en ese caso, ¿cuál será la diferencia entre un humano y una máquina? En ese punto no estaremos hablando de una sustitución, sino de una evolución. 

El camino de la ingeniería informática extiende muchas sombras, muchos miedos. «El Skynet que viene a destruir a la civilización humana». Sería conveniente buscar ese camino de trascendencia en lugar de temerle, la fusión con las máquinas sin empeñarnos en que estas sean como nosotros. La línea entre la humanidad y la biotecnología estará cada vez más difusa, iremos saltando barreras. Actualmente podemos desarrollar órganos y miembros compatibles, o prótesis que ayudan a cientos de personas.

Es maravilloso ver la sonrisa de un niño al que le implantan un brazo robótico como el de Iron Man tras perder el suyo. O los implantes cocleares, que permiten oír a personas sordas durante  toda su vida. Ese es el camino lógico.

P.- En un artículo dices que «es habitual que aquellos artistas a los que más envidiamos tienden a ser los seres más atormentados» ¿el tormento fue lo que te llevo a escribir?

R.- El tormento, el sufrimiento, la ansiedad o la depresión son grandes combustibles. Vivimos y ardemos por ellos. La vida es una prisión cuando levantas tu propia prisión y te empeñas en llevarla allá donde vayas. La literatura es mi llave, las alas. Narrar otra historia es lo único que me salva de la mía. 

Robin Williams afirmó tener la necesidad de hacer reír. Sin embargo, era una persona tremendamente atormentada por sus propios demonios, y acabó suicidándose por ello. 

Para aquellos que poseemos esos demonios y los tenemos encerrados es necesario encontrar una salida. 

P.- ¿Puede ser que el tormento te haya hecho declararte nihilista?

R.- El nihilismo tiende a confundirse con el negacionismo, «eres nihilista, no crees en nada». El nihilismo no significa no creer en nada, ni pensar que la vida es una mierda y no tiene sentido. Es un dogma liberador. Si no estamos destinados a un objetivo concreto en el universo, no tenemos un destino fijado, ni tenemos una gran meta que llevar acabo, somos capaces de admitir que somos el fruto de la casualidad y de la causalidad. Libre de cadenas y expectativas. 

No tenemos la necesidad de impresionar a dios. Vivir así te quita presión, no tenemos que decir: «tengo que ser alguien en la vida, dejar un legado, labrarse un nombre, formar un patrimonio, construir un castillo, izar mi bandera, conquistar el mundo…». A los nihilistas nos la suda todo eso. Si no te ves obligado a seguir una senda concreta puedes seguir la que quieras. 

P.- Es cierto que un artista no está hecho por y para el dinero, pero ¿alguna vez has tenido la necesidad de mal vender algún relato, guion, etc. para poder sobrevivir?

R.- Sería imprescindible diferenciar entre malvender tu texto y malvenderte tú. En ocasiones he tenido que vender piezas por una suma modesta, incluso gratis, pero no lo considero mal vender. Poe comenzó vendiendo sus obras por centavos. 

Se trata de encontrar una progresión relativa a tu trabajo, aumentando el caché mientras extiendes la relación con un medio, adquieres experiencia o te labras una reputación. Actualmente estoy en un punto en el que normalmente obtengo mayores ingresos escribiendo encargos o artículos que con los propios libros, pero es una ecuación inestable y tiende a fluctuar con el tiempo. 

Una historia nunca se malvende si la escribes desde tu convicción. La prostitución literaria nos alcanza cuando, ya sea por necesidad o por las circunstancias, te ves obligado a vender tu identidad o convicciones. En ese sentido, sí considero que he malvendido en algunas ocasiones mi trabajo; siempre dentro de unos parámetros que yo mismo me marco, o líneas que no cruzaría, pero con estilos o géneros con los que no me sentía del todo cómodo. 

P.- ¿Qué piensas sobre el intrusismo profesional? Aquellas personas que se dedican a otra cosa, que ya tienen su profesión definida, pero la complementan con escribir un libro. 

R.- Es un tema complejo. Todos hemos sido intrusos en la literatura. Nadie nació siendo escritor, y quien diga lo contrario se ha fumado lo que no debía. Empezamos con la aspiración de ser escritores/as, o al menos con la ambición de escribir para ganarnos la vida modestamente. Una simple aspiración; escribir y que nos lean, inmigrantes de nuestros propios sueños. 

Lo que diferencia a un aficionado de un profesional no es la cantidad de ceros de su cuenta, o lo que le paguen por una obra, o la cantidad de títulos que acumule. Hay grandísimos escritores que solo tienen un libro y escritores/as mediocres que tienen cientos de libros escritos. La diferencia que transmuta ese intrusismo en una aspiración legítima es el sacrificio. Aquello que estés dispuesto a ofrecer por erigir tus sueños en paredes, incluso si acabas sepultado en ellas. El arte es sacrificio, ya seas pintor/a o escultor/a, lo importante es cuánto estas dispuesto a dar de ti mismo. 

El problema radica en la competencia de aquellos que conciben la literatura como una afición y los que lo asumen como un oficio. Pongamos como ejemplo un carpintero que dispone de un puesto en el mercado en el que vender el sudor de su frente para pagar las facturas. Imaginemos ahora que soy abogado y tengo como afición y no como oficio tallar madera, voy al mercado y me pongo junto al carpintero. Si lo hago durante un día probablemente no pase nada, vendo sillas y me voy; apenas he perjudicado al carpintero, al fin y al cabo, tiene una carrera de fondo y va a continuar allí al día siguiente. 

Ahora mismo en ese mercado, donde se pone el carpintero, o el escritor, no hay una sola persona, hay miles de ellas. Puede que el carpintero quiebre por la competencia de aquellos que realmente no se dedicaban a su oficio. 

Otro tema sería el de los famosos o influencers ajenos a la literatura, que la utilizan como una manera más de lucrarse sin darle valor alguno, ni aportar nada nuevo. En esas ocasiones los libros se reducen a simple objetos de mercantilería que poco tiene que ver con la literatura. 

Que aquellos dispuestos a dar su vida asalten la literatura con el machete entre los dientes, al menos siempre que no nos impida valorar la escritura como lo que realmente es, una profesión. 

P.- A raíz de eso, aquellos youtuber que se han hecho famosos y han escrito un libro ¿se pueden cargar al que sí quiere publicar o por lo menos intentar que sea más visible?

R.- Realmente son dos públicos diferentes, quien busque literatura no buscará a una persona ajena a ella. Los youtuber tienen su propio mercado, con una base de millones de visualizaciones y seguidores. No se puede considerar una competencia directa, salvo a la hora de hacerse un hueco en las editoriales. Una editorial grande siempre va apostar por un activo que le proporcione ventas aseguradas antes de confrontar la incertidumbre que supone un autor novel o poco conocido. Un famoso, escritor, youtuber, deportista o tertuliano, es una apuesta segura. 

Hay que tener presente que las grandes editoriales, sobre todo las más grandes (las editoriales independientes en ocasiones siguen otra dinámica), son empresas integradas en grandes conglomerados, en las que los libros no dejan de ser un producto, números de cuenta y beneficios. Cuanto más rentable sea el producto mejor. 

P.- ¿Eres de los escritores que piensa que para ser escritor hay que formarse, no solo escribiendo continuamente y leyendo, sino unos estudios oficiales que te den la capacidad de escribir?

R.- Realmente no creo que un escritor tenga que estudiar filología para escribir correctamente. Una persona que lee en abundancia obtiene un vocabulario muy amplio, o la capacidad de adquirir recursos narrativos de forma intuitiva. Una carrera no garantiza el talento ni la constancia, o el ingenio, ni mucho menos la inspiración. Lo que denominamos imaginación no surge de la nada, se construye desde la experiencia. 

Formarse sin salir de casa tampoco sirve de nada. Se puede llegar a ser un narrador magnífico siendo prácticamente iletrado, probablemente se le notará en las formas, en las muletillas y los errores habituales en todo novicio; que normalmente un escritor va perfeccionando con el tiempo. Por lo tanto no es imprescindible, pero ayuda muchísimo. Un estudiante de psicología tendrá la facultad de desarrollar la psicología del personaje con mayor precisión; alguien que ha estudiado ingeniería tratará la estructura de texto de forma minuciosa, el criminólogo será un magnífico investigador y el cirujano diseccionará cada caso sin que le tiemble el pulso. 

En mi caso la influencia de una carrera artística ha marcado profundamente mi praxis, en la que tiendo a buscar el lado estético de la palabra, la escenografía, los colores y el conjunto estructural. Necesito que el texto sea armónico, prácticamente áureo, incluso cuando busco un resultado sucio. Pero son recursos que todo el mundo puede desarrollar con práctica y esfuerzo. 

P.- En un futuro, ¿te ves rodeado de pasta hasta arriba, mansiones, coches de lujo…?

R.- Sí, pero pasta carbonara y mansiones en las que trabajo de ujier. En la literatura es poco realista aspirar a más. Todo lo que el arte te ofrece tienes que devolverlo con creces. Uno de mis grandes sueños es comprar una casa que sirva de hogar para artistas sin recursos, pero con talento y pasión por su oficio. 

Pero los sueños, sueños son. 

P.- Cuando leí Reflejos de Absenta me recordaste a Stephen King, ¿te lo han dicho?

R.- Sí, alguna vez me lo han dicho. Stephen King se ha convertido en un autor tan emblemático que se le utiliza muchísimo como referencia, es el icono pop de la literatura. Me gusta mucho el trabajo de Stephen King, creo que tiene un estilo narrativo muy rápido, ágil y realmente sabe cómo crear suspense. Si bien, creo que no es el mejor finalizador de sus novelas, gestiona como pocos el suspense y tendría mucho que aprender de él. 

Sin embargo, un escritor con el que me han comparado y probablemente me ha influido más es  Chuck Palahniuk. He tenido la oportunidad de charlar con él, y compartir algunos conceptos de El Vals de los Agujeros Negros. Concretamente la lluvia, que conforma un personaje con personalidad propia en la novela, parte de esa misma conversación en la que me recomendó darle un peso como protagonista indiscreto. 

P.- Para terminar, nosotros te queremos hacer un regalo. Queremos comenzar una cadena, y queremos regalar cultura. Me gustaría que empezaras tú. Ya que eres el primer escritor seremos nosotros quien te regalemos un libro. Me gustaría regalarte uno de Stephen King, mi autor favorito, El Bazar de los Malos Sueños, un libro de relatos. 

De tus libros, ¿cuál querrías que nosotros le regalásemos al siguiente invitado?

R.- El Vals de los Agujeros Negros sin ninguna duda. El Vals es ese amor primigenio y extraño, el cual recordaré en futuras entrevistas mientras afirmo con otro cuerpo entre las manos: «Este es mi último libro y es el mejor que he escrito». En ese momento estaré pensando: «No. El Vals era algo único, para bien o para mal nunca existirá algo como él».

Infiel por compartirlo, pero sin olvidar esta entrevista y deseando que sea la primera de muchas otras más. Para que la cadena nunca termine, y los malos sueños no nos alcancen. 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Scroll al inicio
 Cookies Drojan En Casa Drojan utilizamos cookies propias y de terceros para ofrecerte la mejor experiencia en nuestra casa. También nos ayuda a analizar tus preferencias para mostrarte contenido y publicidad que se ajusten a tu perfil de navegación. No tengas miedo... A pesar de nuestras oscuras y terroríficas historias, las cookies no te harán daño. Si quieres, puedes aprender más sobre ellas en el siguiente botón.    Más información
Privacidad