«Te quiero»

Menudas palabras más bonitas. «Te quiero» son quizá unas de las más bonitas y complejas de nuestro lenguaje. Unas palabras que infundan toda nuestra pasión por una persona. Y cuando digo una persona, me refiero a todas, independientemente de su procedencia, sexo, ideología…

Con dos palabras podemos darle a entender a otra persona muchas cosas: desde que estamos cansados hasta que estamos enamorados hasta las trancas. Pero… me hago una pregunta, quizá no muy fácil de entender: ¿Por qué no decimos más veces “TE QUIERO”?

Creo que no que no lo hacemos por miedo. Quizá por el rechazo que podamos provocar en la otra persona. Habrá muchas personas que lo verán como una tontería, pero yo creo que es cierto. Estamos creando una sociedad donde el “Perdón” se está convirtiendo en odio. Por no comentar el dar las “Gracias”, que podría estar dando explicaciones horas… Pero a parte de esas otras dos, creo que las más importantes son “TE QUIERO”. En estas dos palabras se encierra un mundo desconocido para la otra persona y un TODO para la persona que lo dice.

¿Existen individuos con el corazón de piedra? . Pero eso no influye en que las demás puedan aprender de ellas. ¿Cree, querido lector, que por decirle esas dos palabras a alguien le van a matar? La única persona que lo está haciendo es usted mismo. Ahora dirá, posiblemente, que eso no es cierto. Pero póngase en situación. A veces no le decimos un “TE QUIERO” a una personas porque ya lo sabe, o porque ya se lo dijo. ¿Cree que eso vale?

En el tiempo que llevo de vida, que son pocos años, no he visto a nadie, repito, a nadie, sentirse mal por decir esas dos palabras. Obviamente, si lo que piensa es decírselo a esa persona que aún no lo sabe, es normal sentirse mal, o quizá demasiado nervioso. Pero… ¿no es bonito sentir mariposas en el estómago? Sé que hay muchas personas que necesitan sentir todos los días o casi todos los días esa sensación.

Somos una sociedad evolucionada y muy compleja. Pero a veces, necesitamos parar, frenar un poco. La vida se está convirtiendo en una montaña rusa, y eso puede ser demasiado peligroso. Necesitamos levantar la cabeza del móvil o de la pantalla del ordenador y hablar con personas reales, decirles cuanto las queremos. Da igual quien sea. Si es a tu madre, perfecto. Si es a tu padre, perfecto. Si es a tu perro, perfecto. Si es a tu hijo, perfecto. Si es a esa persona que amas en silencio, perfecto. No nos debe importar el rechazo. Está claro que no somos robots, y siempre después de un “no” nos llevamos una decepción, pero también hay que comprender que ese “no” es lo primero que debemos esperar. Quizá, y por sorpresa, se pueda transformar en “sí”.

Es cierto que la vida puede llegar a ser muy dura. Y ahora, en los momentos de zozobra que están por venir, es mucho más necesario que nos digamos esas dos palabras tan simples, pero tan importantes para nuestro corazón. ¿Por qué no probar a decírselo a todas aquellas personas que nos importan? ¿Perdemos algo? Creo que es todo lo contrario. El mundo sería mucho mejor con un poco más de amor. 

Está claro que no vamos a ir por ahí diciendo “TE QUIERO” por todas partes, pero deberíamos hacer un esfuerzo por incluir estas dos palabras en nuestro vocabulario diario, sin vergüenza, sin pudor, SIN MIEDO

Seguramente, este artículo se podría extender mucho más, tanto como yo quisiera, porque con este tema tendría para muchas páginas. Pero me gustaría quedarme, quizá, corto. Prefiero quedarme con la esencia, con lo que significan estas dos palabras en mi vida.

Y ahora que nadie me puede oír, tan solo leer, me gustaría contar un secreto: de pequeño siempre dije “TE QUIERO”. Cuando crecí dejé de decirlo. Ahora, cuando la vida me ha dado buenos puñetazos a la altura del estómago, llegando a estar casi sin aire, me di cuenta de que el decirlo me hacía más libre.

Nadie es más débil por decirlo o más fuerte por callárselo. Nuestro cuerpo es un saco de emociones: todo lo que no se saque, se enquista. Por eso es mejor decir lo que sentimos y no quedárnoslo en nuestro interior.

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