
La biblioteca de Carfax es una editorial que siempre me ha llamado la atención. Así que, me alegré mucho de recibir un regalo que tenía que ver con ella. Sus libros transmiten seguridad. Ese diseño tan característico y la buena elección de portada me abren el apetito de lectura. Nunca había leído nada de Jack Ketchum, aunque es un autor que había oído en muchas ocasiones. La sinopsis, que leí más por dar la apariencia de que me gustaba el regalo, que porque me apeteciera realmente, no me hizo un grato favor, como siempre me pasa. Leer que trata sobre un criminal, un asesinato, bla, bla, bla, lo cierto es que no me seduce. Acabó en la estantería durante un buen tiempo, hasta que dije: me apetece mucho leerlo. Como ya he dicho, era más por la seguridad que me transmite la editorial de que iba ser un buen libro que por otra cosa. Sabía que no me defraudarían y no lo hicieron.
Entrar en este libro es como ver una buena película americana llena de clichés y típicos americanos de autocines, cervezas y eso. Y en cierto modo eso me dio absolutamente igual, porque cuando la historia está bien contada, todo lo demás no importa. Me gustó sentirme una espectadora enganchada a una trama criminal comiendo palomitas. Me recordó al autocine al que fuimos una vez mi marido y yo en Madrid. No es algo que tenga mucho encanto en España, pero sirve para divertirte un rato. ¿A quién no le gusta pasarlo bien?
Quizá lo que más me agradó fue saber que era un sucesor del escritor Robert Bloch, famoso por «Psicosis». Y es que esta novela tiene más de un guiño a esta clásica novela de terror. También he de destacar la soltura con la que se expresa el autor, sin filtros e indomable. No apta para gente que tenga sensibilidad al lenguaje agreste, malsonante, bruto. Para mí es parte del encanto de este libro, sin esa chispa de vida se convertiría en algo aburrido.
¡Capítulos cortos! Son los cantos celestiales de muchos lectores. Reconozco que lo agradezco mucho, sobre todo en este tipo de historias en las que el ritmo de la trama debe ser intenso. Unos capítulos muy largos no harían más que entorpecer la sensación de premura por acabar. De hecho, eso es algo que me pasó constantemente, así que acabé devorándolo en un par de días. Unos pocos capítulos ahora, otros un poco más tarde, cada vez era más frecuente la lectura y menos el tiempo que dejaba para seguir con ella. Hasta que llegó la última parte. Entonces no pude parar hasta acabar el libro. ¿Te puedes creer que no me acuerdo de la última escena? Podría levantarme, coger el libro y mirarlo, pero sería una idiotez. Si no me acuerdo es que no me impactó tanto, aunque recuerdo quedarme con un buen sabor de boca. También es cierto que después de una escena cruel y violenta, lo siguiente pues tampoco importa tanto, la verdad. A veces pienso que los lectores están un poco obsesionados con los finales. Y, bueno, no están mal, pero la sensación de haber disfrutado un buen libro es mucho mejor. Este lo es.
No se me ocurre una mejor comparación para acabar que las películas de Antena 3. Este libro es como cuando ves una película de ese estilo y dices: igual, pero bien hecha. Eso es «Perdición». La típica novela sobre un criminal, pero bien narrada.
